Aziz, “el turco de Turquía”, bromea con la joven: esta pulsera roja le dará suerte, le conseguirá novio, si es soltera. La joven ríe, mientras dice que no es soltera, al tiempo que observa el resto de la mercancía que ofrece, desde rebozos y pashminas, hasta candiles, todo originario de Turquía.

El local de Aziz dentro de la feria de Querétaro destaca por la singularidad de sus productos. Las lámparas llaman la atención. “Para nosotros cada color representa algo diferente. El rojo es la fuerza y el poder”, explica el hombre que llegó a México hace más de 15 años.

Explica que el motivo de su residencia en el país es debido a que su esposa es mexicana. Sus hijos también, por lo que adoptó a México como su hogar.

Rodeado de joyería, bisutería y ropa traída de su país, Aziz comenta que en la feria siempre vende bien. Por eso desde hace cinco años acude.

Señala que la gente ya los conoce, “como ya nos conocen, como traemos cosas diferentes y de calidad, la gente que tiene gusto y dinero nos sigue comprando.

Traemos joyería fina de Turquía, candiles. Rebozos tenemos desde económicos hasta costosos, que son de kasmire, que son de barba de antílope, de ocho mil, 10 mil pesos. Además de que tenemos una colección de hilo de oro, que es una colección de rebozos del sultán”, abunda.

Además de vestidos, caftanes, de un diseñador de Turquía. Agrega que en su caso no venden necesidades, objetos que sean necesarios para la vida, sino que son productos que se compran por gusto, por el simple hecho de disfrutar de una prenda fina y exclusiva. La gente que busca eso aprovecha, pues los precios que ofrecen al público de la feria son más económicos a los que pueden encontrar en otros sitios.

Aziz es apoyado por dos hombres más y un grupo de jóvenes, quienes ofrecen además de las prendas de vestir y la joyería, maquillaje hecho con productos naturales.

Los primeros visitantes a la feria miran con curiosidad los caftanes, vestidos para mujeres, largos y decorados con bordados y bisutería, incluso con joyería fina, al frente.

Señala que por el frío, tradicional en la feria, los productos que más se venden son los rebozos, además de la joyería y bisutería, de gran aceptación por parte de las mujeres. Aziz muestra con orgullo unas piezas hechas con zultanita. “Serán más valiosas que los diamantes”, dice. La zultanita, en Turquía, se extrae de la zona de Anatolia, desde mediados de los ochenta del siglo pasado, aunque su descubrimiento data de principios del siglo XX, en los montes Urales.

Además de estas piezas, vende manteles, sobrecamas, “un poco de todo. Traemos buen concepto. Todo tiene mucho colorido, los tejidos tienen gran valor artesanal”, señala “el turco de Turquía”.

Comenta que para surtirse de mercancía recurren a contactos que tiene en su país, pues tiene muchos años dedicándose a la venta de estos productos.

Prepararse para vender en la feria es un trabajo que le lleva alrededor de 15 días de anticipación, pues debe de seleccionar la mercancía y revisar la calidad de la misma, para ofrecer lo mejor.

Dice que tras 15 años en México, ya se siente más mexicano que turco. La última vez que visitó Turquía fue hace tres años, “pero aquí es mi tierra. Aquí comemos, aquí vivimos y aquí estamos felices”.

Aziz regresa a sus actividades. Observa que la mercancía esté ordenada y llame la atención de los visitantes a la feria, mientras mira el mostrador con las piezas que recorrieron medio mundo para llegar a manos queretanas.

cetn

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