Lucio Briones Valencia inició hace más de 44 años la tradición de trabajar la piel en San Vicente Ferrer, municipio de El Marqués, iniciando, sin saberlo en ese entonces, un trabajo artesanal que dio fama nacional a la comunidad.

San Vicente Ferrer vive su primera Feria de la Piel. La pequeña comunidad recibe a visitantes locales y foráneos que acuden convocados por los productos de este material que se elaboran en esta población, famosa justamente por sus zapatos, bolsas, chamarras, cinturones y carteras.

Don Lucio atiende uno de los locales de la feria junto a su nieta, Ana Karen Briones, quien además, dice orgullosa la delgada joven de sonrisa y voz amable, es la única de las nietas de Lucio que se interesó en el negocio y tradición de la familia.

Lucio, hombre de 75 años, recuerda que junto a su hermano Juan comenzaron con la tradición de trabajar la piel. Narra que aprendieron el oficio en Guadalajara, Jalisco, donde se mudaron para trabajar en su juventud.

“Mi hermano y yo vivimos 17 años en Guadalajara y allá aprendimos a hacer las cosas de piel. Entonces, como somos de aquí nuestros familiares nos jalaron para acá otra vez y empezamos a hacer cartera

Dice que tras regresar de tierras tapatías, en San Vicente Ferrer abrieron su taller, y empezaron haciendo carteras, y “ se iniciaron los negocios con la demás gente”, narra.

Añade que a pesar de ser los pioneros en el negocio, el taller que abrieron juntos los hermanos, quebró.

Las demás personas aprovecharon la experiencia y conocimientos obtenidos en el taller para comenzar a trabajar con otras personas que ya habían abierto talleres.

Lucio comenta que hasta la fecha son pocos los artesanos que reconocen su legado e importancia en el actual desarrollo de la comunidad.

Después del poco éxito que tuvo su negocio, Lucio dice que migró a Estados Unidos, donde pasó unos años, para luego regresar a su tierra y ver la herencia que dejó en la pequeña comunidad.

Dice que uno de sus sobrinos tiene un taller donde elabora bolsas, que lleva a vender a León, Guanajuato. Incluso, da empleo a 10 personas más de la comunidad.

Lucio en la actualidad se dedica a elaborar cinturones, carteras y pulseras, que vende en esta feria junto a su nieta.

Mientras platica, se lleva a cabo el concurso de mole, en el cual participan mujeres de la localidad. Los jurados tienen el difícil trabajo de probar cada uno de los moles elaborados por las cocineras.

Al mismo tiempo, hay una sesión de poesía en otomí y español.

Comienza la fiesta

La inauguración de la feria por parte de las autoridades de El Marqués fue pasada las dos de la tarde.

En los pasillos de la feria se puede respirar el clásico olor de la piel. Los puestos ofrecen principalmente bolsas de mano para mujer, cinturones, carteras y monederos.

Lucio muestra una de sus creaciones. Una sonrisa se dibuja en el artesano cuando explica que usan de los mejores materiales. Incluso, dice que en León, Guanajuato, ciudad que tiene fama por sus artículos de piel, son malos curtidores, pues pintan la piel “por encimita”, no dejan que la absorba.

Cuando la piel no está bien curtida, explica Lucio, al poco tiempo el producto pierde el color.

Dice que otro problema que se enfrenta en la actualidad es la competencia de productos chinos que, aunque son de piel, no tienen la durabilidad de uno hecho en México por manos artesanas, pues pronto la piel se cuartea y se rompe, añade.

El que compra los cinturones con los artesanos pueden estar seguros que les durarán mucho tiempo.

Al puesto de Lucio llega una gran cantidad de personas. Observan los productos. Un hombre observa detenidamente los cinturones. Opta por comprar dos piezas. Ana Karen guarda los productos en una bolsa y los entrega al cliente.

Las pulseras también llaman la atención de los clientes, que toman una y otra hasta decidirse por una o varias piezas.

Viaje a Toluca

Lucio recuerda como anécdota que iban por la piel de borrego a Toluca, Estado de México, pues tenía calidad. En alguna ocasión alguien encontró un sello de un venado y dicidieron estamparlo en algunas piezas. Por esos días unos estadounidenses acudieron a comprar y al ver el estampado pensaron que la piel era de venado, por lo que pagaron un buen precio por el producto. Nunca lo volvieron a hacer, pero esa vez, hace mucho tiempo, los productos entre los “güeros” se vendieron como “pan caliente”.

Un grupo de personas llegan al puesto y saludan a Lucio. Son familiares de él que aprovechan la ocasión para saludarlo, pues radica actualmente en la ciudad de Querétaro.

Los clientes siguen llegando a la feria. Antes de pasar a los puestos algunos compran una nieve o una michelada, para el calor intenso que se siente en San Vicente Ferrer, que está de fiesta gracias a Lucio, quien un tanto insatisfecho dice que pocos reconocen el legado que él y su hermano dejaron para la comunidad que hoy está de fiesta gracias a la piel.

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