Querétaro, Qro.

El uso obligatorio del cubrebocas, gel antibacterial, pasar por los tapetes sanitizantes y medir la temperatura de los clientes son sólo algunas de las medidas que los locatarios establecidos y restauranteros deben cumplir para que sus negocios puedan seguir funcionando.

Sin embargo, no se tienen las mismas exigencias para los vendedores ambulantes y tianguistas, situación que refleja inconformidades entre los locatarios establecidos, quienes consideran que todos los comerciantes deberían tener piso parejo para laborar durante la emergencia sanitaria por el Covid-19.

El tianguis de El Tepe, uno de los más emblemáticos de la ciudad, es un ejemplo de todo lo que no debe hacerse durante la pandemia según lo recomendado por las autoridades de salud.

Lo primero es la violación a la sana distancia, situación que por la misma naturaleza de los tianguis parece imposible.

Desde las primeras horas del día, en el tianguis de El Tepe comienzan a formarse aglomeraciones de personas que acuden al lugar para surtir su despensa; en la explanada del mercado y en las calles aledañas se instalan cientos de vendedores ambulantes, cada uno con al menos dos o tres compradores, y sigue así durante al menos ocho horas.

En cada uno de los puestos hay un letrero en donde se aclara que el uso del cubrebocas es obligatorio, pero la realidad es otra.

Tanto vendedores como compradores usan cubrebocas, pero lo usan más por requisito que como medida de protección, pues muchos de ellos lo llevan en el cuello o llevan al descubierto la nariz; también hay personas que ni siquiera se molestan en usarlo e incluso son varios los vendedores que no usan cubrebocas y gritan todo el tiempo los precios y ofertas de sus productos.

Las frutas, verduras y demás alimentos preparados en el mismo tianguis se mantienen expuestos al aire libre, los clientes tocan lo que quieren para asegurarse de que los tomates y melones no estén golpeados, manosean sin medida todos los productos para llevarse lo mejor.

Entre las aglomeraciones de personas fatigadas, sudando y jadeando por el peso de las bolsas de mandado que arrastran en sus carritos, también se observan personas de la tercera edad, niños y embarazadas, a pesar de que forman parte de los grupos vulnerables ante el virus.

A la aglomeración habitual se suman las obras de drenaje realizadas en la calle Invierno, lo que también dificulta la movilidad de los transeúntes.

Entre los tianguistas ubicados en la explanada del mercado se aprecia un poco más de orden, porque el tráfico de compradores también es menor. Algunos tianguistas sí piden a los clientes que usen gel antibacterial antes de tocar alguno de sus productos, pero son los menos.

Ventas no mejoran

Martha Castillo es una de las vendedoras instaladas en la explanada del mercado. Para ella las ventas aún no alcanzan 50% de lo que vendía antes de la emergencia, pero se siente contenta de volver a trabajar.

“Las ventas todavía no llegan ni a la mitad de lo que vendíamos antes. Mi negocio es de cremas, jabones y demás productos de cuidado para la piel, todo orgánico; entonces, no son productos que las personas compran cada semana, por eso no he podido recuperarme por completo. Sí hay mucho movimiento en el tianguis, pero la gente viene a comprar lo esencial: alimentos, cosas para la limpieza, ropa para los niños”, comenta.

De hecho, como lo menciona Martha, los puestos de ropa de segunda mano son de los más concurridos, donde familias completas se amontonan para escoger las mejores prendas de entre montañas de ropa.

Naturalmente, el tianguis no tiene entradas ni salidas oficiales, por lo tanto tampoco hay vigilantes ciudadanos que repartan gel o midan la temperatura, aunque sí los hay a las entradas del mercado.

Que sea lo que Dios diga

Ana María asiste al tianguis de El Tepe desde hace varios años. Para ella es casi una tradición familiar porque dice que ahí se tienen los mejores precios y se encuentra lo que sea.

Dice que no le asusta contagiarse de Covid, pues desde el inicio de la emergencia ha asistido a este tianguis y “hasta ahora no ha pasado nada malo”.

“Para mí es más fácil venir al tianguis o al mercado que subirme a un camión y hacer mi despensa en otro lugar, entonces yo nunca he dejado de venir y no me ha pasado nada malo, aunque sí hay que cuidarse. Mis hijos me regalaron varios cubrebocas de esos de tela para usar uno diferente cada día. Sí se amontona la gente, pero pues, ¿qué hacemos? A cuidarnos y que sea lo que Dios diga”, comenta.

Irónicamente, fue en este tianguis donde se inició la campaña “Si usas el cubrebocas, cuidas mi negocio”, impulsada por el delegado del Centro Histórico Salvador Martínez junto con locatarios, colegios de profesionistas, cámaras empresariales y tianguistas. En el arranque de la campaña el delegado mencionó la importancia de no relajar las medidas para no afectar a la economía queretana; sin embargo, la realidad es más que evidente.

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