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La cancha de basquetbol junto al templo de La Trinidad, en el barrio del mismo nombre, se llena de niños mientras la tarde da paso a la noche en este sitio, donde, de acuerdo a sus habitantes el mayor problema es el consumo y venta de drogas. Esta noche es diferente, las autoridades municipales llevan a cabo una posada, dentro del programa Tejiendo Comunidades de Paz, el cual tiene la función de recuperar los espacios públicos.
La temperatura fría de la capital queretana no impide que las familias se acerquen a la zona. Los adultos ocupan las bancas de cemento que están alrededor de la cancha, mientras que los niños hacen algunas piñatas con cartón, papel periódico y engrudo.
Más allá, una mesa con aguas frescas y refrescos espera el momento de ser centro de atención de los asistentes.
José Felipe López, vecino de La Trinidad, explica que el programa del municipio tiene alrededor de medio año que se implementó. Primero hicieron un comité comunitario y después les explicaron en qué consistía el programa y los diferentes talleres y actividades que se iban a desarrollar y apoyar en lo que se puede.
“El programa está enfocado a la prevención de conductas de riesgo, y se ha encontrado aquí en el barrio a un grupo de niños que en esto de prevención de riesgos se inclinan por el deporte”, dice.
José Felipe ha vivido sus 46 años de vida en La Trini. Recuerda que aún le tocó jugar futbol en la calle, con las porterías de piedra o dos pedazos de tabique para marcar los límites. En ese entonces no había coches particulares en las casas. La situación socioeconómica de los habitantes ha cambiado y la gente ya se puede comprar un auto que estaciona en la calle e impide que jueguen los niños en la vía de tránsito.
“A mi me tocó ver cuando empezaban a arreglar las calles, antes era pura piedra y todavía me tocaron los campos de futbol que están del otro lado de la vía, donde le llamábamos La Huerta. Ahora ahí es la colonia Guadalupe Victoria”, comenta.
Agrega que actualmente hay menos oportunidades que los niños practiquen algún deporte, porque los espacios para ello son pocos. Apenas la cancha de basquetbol donde se realiza la posada.
José Felipe habla con nostalgia. Recuerda que ya no existen tienditas donde luego de jugar iban a tomarse un refresco en una bolsa de plástico. Ya no existen los puestos de dulces típicos de Querétaro, así como las cenadurías.
Los menores se preparan para romper la piñata. Rodean a los empleados municipales que la colocan en una de la canastas de la cancha. Se ordenan para aporrear la tradicional diversión.
José Felipe, sin embargo, reconoce que el barrio tiene problemas. La venta y consumo de drogas roban la tranquilidad del barrio, que se aferra a conservar sus tradiciones. Los grafitis en las paredes son parte del problema. El deporte ayudaría mucho a La Trini para alejar a los jóvenes de esas conductas de riesgo.
Otra vecina, Ana Emilia Ruiz, está a punto de titularse como licenciada en Derecho. La mujer, muy joven, tiene a su hijo en las clases de futbol que se dan en la cancha de basquetbol. Se dice orgullosa de su barrio, que tiene problemas, pero que se mantiene fiel a sus tradiciones. Le gustaría que su barrio que fuera más seguro en un futuro.
Por su parte, David Castro, coordinador del programa Querétaro por la Paz, explica que el objetivo de Tejiendo Comunidades de Paz es trabajar la participación ciudadana en todos los niveles, desde que llegan a las colonias o barrios para identificar los problemas que los mismos vecinos viven y reconocen.
Con ellos, señala, van trabajando las posibles soluciones de problemas, “buscamos que sean ellos los protagonistas. En esta ocasión, como parte de los trabajos, los vecinos propusieron para promover la convivencia y en actividades recreativas y esparcimiento para los niños, organizar una posada para ellos”.
Dice que desde abril trabajan en La Trinidad, con muy buenos resultados, ya que la participación ciudadana aumentó 20% desde que comenzaron las dinámicas. Además de recuperar 31 espacios públicos de los 40 que existen en las 51 colonias que intervienen con el programa.
“Hemos logrado que 5 mil familias (en las 51 colonias) adquieran habilidades parentales, formación en valores para que tengan herramientas para educar a sus hijos”, indica.
César Arreola, coordinador del polígono integrado por El Cerrito, La Trinidad, San Sebastián, apunta que el principal problema que han detectado es la venta y consumo de sustancias, así como la desintegración familiar y social.
“Lo que se ha venido trabajando mucho es la cohesión social. Entre los mismos vecinos ya se comienzan a conocer y llevar bien. Es muy satisfactorio para nosotros ver que los mismos vecinos ya se organizan y se quitaron esos tapujos de no hablarle al vecino. La colonia ya está actuando por sí misma”.
Los vecinos ahora, agrega, se organizan para actividades deportivas, lúdicas, talleres de lectura, entre otras dinámicas que crean ese sentido de comunidad en el barrio.
Mientras, los niños se arremolinan en el piso buscando los dulces que caen de la piñata. Esos niños que en un futuro conservarán su barrio tranquilo, seguro y preservando sus tradiciones.