Los tres trabajadores ríen cuando se ven sorprendidos por la fotógrafa que toma el momento en el cual colocan una estrella en uno de los árboles que flanquea la Plaza de Armas, el único espacio público que contará con iluminación este fin de año, pues otros lugares no tendrán decoración navideña ante la emergencia sanitaria por Covid-19.

“Yo no voy a salir. Yo voy a estar dentro del árbol”, dice uno de los empleados antes de subir por la escalera hacia el follaje. En segundos desaparece y sólo se escucha su voz pidiendo que le pasen la estrella y los cables para sujetarla. La habilidad de los trabajadores es evidente. En menos de cinco minutos está instalada la estrella.

“No se iban a poner los adornos este año, pero lo pensaron. Dijeron que hemos pasado por muchas cosas tristes y que merecemos una alegría, aunque sea una luz que nos ilumine, que nos haga sentir mejor en este año triste que nos tocó”, interviene uno de los trabajadores que, junto con los otros dos encima de ese árbol, termina de colocar en las estrellas y las esferas navideñas.

Del otro lado de la plaza otro grupo de trabajadores descarga y coloca otros adornos. El más llamativo es el número 2021, que anuncia el próximo año y que muchos, sino es que todos los ciudadanos, ya quieren que llegue, como si cambiar el número terminara con la emergencia sanitaria.

El número lleva luces por dentro. Lo rodean de vallas. Los trabajadores aún no saben si las vallas se quedarán todo el tiempo rodeando el número, para evitar que la gente se acerque demasiado, como en otros años, para tomarse una fotografía.

Los ciudadanos que caminan por la zona observan con curiosidad los trabajos. A inicios de esta semana se había dicho que no se colocarían adornos en las plazas públicas de la ciudad, como el clásico nacimiento monumental en el jardín Zenea o la arcada sobre la calle de Madero.

Muchos de los habitantes de la capital queretana ven con entusiasmo la colocación de adornos. Otros la censuran, pues piensan que es una invitación a la gente a salir a la calle, a tomarse fotografías y a olvidar la sana distancia y todas las recomendaciones sanitarias que se han hecho un estilo de vida durante este año que está por fenecer.

Para los entusiastas, es un alivio en medio del dolor y el luto. No remedia nada, pero al menos da esperanza, comenta el mismo trabajador que coloca una estrella en un árbol.

La fuente de Plaza de Armas o de los Perritos, como es conocida coloquialmente, al igual que las jardineras y bancas están delimitadas por cintas de seguridad. Está prohibido el paso hacia esa zona del lugar. Los boleros que se ubican en la plaza están por fuera de la zona delimitada. Trabajan poco también. No hay muchos clientes. Observan con detenimiento la colocación de los adornos.

“A lo mejor viene más gente”, dice uno de ellos, quien fuma un cigarro mientras observa las maniobras del personal del gobierno del estado.

Uno de los trabajadores explica que los adornos en otras plazas y jardines corre a cargo del municipio de Querétaro, y son ellos quienes decidieron no decorar como anualmente se hace en estas fechas.

En años anteriores las calles queretanas se llenaban de luces, adornos, flores de nochebuena en los jardines ya decoraban los espacios públicos de la ciudad. Este año todo eso tendrá que esperar. Para estas fechas todo luce normal.

Incluso hay zonas del primer cuadro queretano casi vacías, con pocas personas en las calles.

Los restaurantes del andador 16 de Septiembre registran poca afluencia pasado el mediodía. Los hostess invitan a los peatones a pasar a comer, a tomar un trago, a pasar un momento de tranquilidad.

“Limitaron el número de mesas que teníamos. De ocho, sólo tres mesas en la calle. Y están vacías. La gente tiene todavía miedo al coronavirus”, refiere un empleado de uno de los restaurantes.

Muy cerca de ahí, en La Congregación, el templo dedicado a la Virgen de Guadalupe luce en su atrio decoración multicolor. En las rejas se anuncia una jornada de rosarios diarios que se llevan a cabo desde mediados de octubre y que concluirán el 12 de diciembre, como preparación para la fiesta guadalupana. Al interior una cuantas personas rezan de rodillas ante la imagen de la morena del Tepeyac.

Por la calle los vendedores de decoraciones artesanales ofrecen sus productos a los peatones en las calles más transitadas, pero aún ahí son pocos. Son menos todavía los que compran.

Las artesanas que elaboran muñecas también hacen una pausa en su jornada. Se sientan en el suelo unos momentos. Descansan de caminar toda la mañana. Otros buscan las pocas bancas que pueden usarse en estos momentos de contingencia. El sudor escurre por las frentes y se pierde tras los cubrebocas. Todos buscan el sustento en un fin de año que será distinto.

“Ojalá lo que hacemos le guste a la gente. Hemos tenido un año muy malo, y unas luces pueden hacernos sentir aunque sea un ratito bien”, afirma un trabajador mientras acaba de conectar los cables para iluminar las noches de diciembre de 2020.

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