Querétaro, Qro.-

A sus 56 años, Lourdes Velázquez Jimenez creía que se encontraba en la plenitud de su vida, “Yo era una mujer súper saludable, sin hipertensión, diabetes, sobrepeso o cualquier otra enfermedad, hasta que me detectaron cáncer de mama”.

A pesar de que ella se realizaba mastografías año con año, cuando detectaron el tumor maligno, éste ya había logrado avanzar 3 de 4 niveles, por eso tuvieron que extirpar uno de sus senos, pero logró salvar su vida.

Lourdes es una de las mujeres que fueron fotografiadas para la exposición “Estás viendo y no me ves”, de la asociación Mujeres Unidas Contra el Cáncer de Mama (Muccam).

"Yo había visto la exposición el año pasado y me pareció una belleza ver cómo las mujeres se mostraban, ahora tuve el honor de formar parte de la nueva galería y esto consolida la aceptación de mi cuerpo", confiesa en entrevista.

Mastectomía. La cicatriz es la medalla de triunfo
Mastectomía. La cicatriz es la medalla de triunfo

Cambio de vida

Desde muy joven, Lourdes siempre tuvo la cultura de autoexplorarse y acudir periódicamente a realizarse la mastografía, porque su salud siempre fue una de sus prioridades.

La mujer de 56 años comparte orgullosa que, con motivo del Día de las Madres, ella siempre se regalaba un estudio de mastografía, precisamente para prevenir el cáncer de mama. Sin embargo, las revisiones anuales no fueron suficientes para detectar el tumor en una etapa temprana, pues de un año para otro, el tumor creció lo suficiente para tener que realizar una mastectomía radical en su seno izquierdo.

“Yo cada año me realizaba una mastografía; en todos los estudios anteriores sí aparecían algunos pequeños bultos pero ninguno de esos quistes eran peligrosos o malignos, todo estaba en orden. Sin embargo, ese estudio que recuerdo muy bien, que me realicé en 2017 reveló que yo tenía cáncer de mama y que ya estaba en un nivel tres, el tumor había crecido muy rápido y en muy poco tiempo. Hicieron la biopsia de manera urgente. Ese momento movió por completo mi existencia, lo primero en lo que piensas es en la muerte”.

Lourdes confiesa que mirarse al espejo y ver su cuerpo incompleto, además de la caída de cabello por la quimioterapia, fue una de las experiencias más fuertes que ha tenido que superar en su vida “yo no quería ni verme al espejo”, platica.

No obstante, aprendió a aceptar su nuevo cuerpo y amarse mucho más así misma; además se considera afortunada pues siempre contó con el apoyo incondicional de sus hijos y de su esposo.

“La psicóloga me dijo ‘no importa si sientes que te está revolcando una ola, tu esencia es la misma y debes tenerlo presente’. Mi familia siempre ha sido mi red, mi esposo querido que siempre ha estado conmigo, él y mis hijos fueron la red que me sostenía cuando yo sentía que estaba cayendo en picada”, recuerda.

Actualmente, Lourdes se siente tan cómoda consigo misma que ya no considera la posibilidad de reconstruir el seno perdido, pues dice, la cicatriz en su pecho es una medalla que le recuerda todos los triunfos obtenidos durante los últimos 3 años de su vida, desde que le detectaron este padecimiento.

“El cáncer me recordó quién era yo, me ayudó a encontrarme nuevamente, aunque no todo es lindo, por supuesto, cosas tan físicas como verme sin cabello me hacían sentir muy frágil, pero ahora me siento tan bien con mi cuerpo que ya no pienso en hacerme una reconstrucción de seno, he aprendido que esta cicatriz es una medalla a mis triunfos, mi esposo me ve con un amor que me hace sentir que no me falta nada”.

Lourdes elige tomar esta experiencia de vida como un aprendizaje, que entre otras cosas le enseñó la importancia de tener amor propio, y también a replantear las prioridades en la vida.

“Yo tenía una vida muy acelerada: tenía tres trabajos, atendía mi casa, estudiaba, viajaba muchísimo por razones de estudio, dormía muy poco, nunca me había dado el permiso de descansar, a pesar de que me sentía cansada, yo sentía que era mi obligación hacer todo eso. El cáncer me obligó a descansar, a permitirme eso, tuve que cambiar mi dinámica familiar en todos los sentidos, fue un proceso para resignificar mi vida, había cosas que no tenían por qué ser prioridad y de las que sólo me di cuenta en este proceso en el que tuve que buscar mi salud corporal pero también emocional”, detalla.

Mastectomía. La cicatriz es la medalla de triunfo
Mastectomía. La cicatriz es la medalla de triunfo

Permítanse llorar

A las mujeres que recientemente han sido diagnosticadas con cáncer de mama, Lourdes les recuerda que sí hay historias de éxito y que sí se puede ganar la batalla contra el cáncer.

Les reitera que sí se vale llorar y gritar de tristeza o coraje, pero les pide no estancarse en esos sentimientos, sino juntar las fuerzas necesarias para luchar y sobrevivir.

“Podemos permitirnos sentirnos tristes, enojadas, llorar todo lo que queramos, pero no podemos quedarnos atrapadas en estos sentimientos, las mujeres somos más fuertes de lo que creemos, y tenemos que tener claro que el cáncer no acaba con nuestra esencia, seguimos siendo nosotras mismas y tenemos que luchar por eso”.

A la inauguración de la galería fotográfica de la que forma parte, Lourdes acude acompañada de su esposo. La pareja observa en silencio y con ojos llorosos, uno de los retratos en donde ella muestra orgullosa su nuevo cuerpo, pues esa cicatriz le recuerda todos los días que es más fuerte de lo que ella misma pensaba.

Mastectomía. La cicatriz es la medalla de triunfo
Mastectomía. La cicatriz es la medalla de triunfo
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