Ricardo Jáuregui acomoda la lencería en los maniquíes. Le ayuda Verónica, su empleada en la sex shop que abrió hace 10 años, cuando no había tanta competencia. Actualmente la proliferación de estos negocios ha hecho que las ventas disminuyan, no por falta de clientes, sino por la oferta que hay, aunque no se queja, pues siempre hay personas que quieren mejorar sus experiencias íntimas.

Hace una década, cuando Ricardo abrió su negocio, había pocos locales de este rubro y eran vistos con recelo por la sociedad queretana. Actualmente, con mayor apertura en los temas que tienen que ver con la sexualidad, la tiendas especializadas en la compra de juguetes sexuales, lencería y otros productos se ven con naturalidad, aunque la mayor competencia hace complicada la sobrevivencia de los mismos.

A la tienda entran tres hombres que bajan de una camioneta. Observan aquí y allá la lencería femenina. También “echan” una mirada a las prendas masculinas, como las clásicas tangas de elefantito. No son los únicos modelos masculinos. Incluso, hay uno inspirado en el Chapulín Colorado.

Los tres hombres permanecen unos minutos en la tienda y se retiran. Verónica continúa con su trabajo: acomoda los vestidos en los maniquíes, revisa que los juegos de lencería y conjuntos estén ordenados y barre el poco polvo que entra de la calle, cercana a un parque industrial.

Ricardo explica que abrir una sex shop fue fortuito, pues él se dedica a maquilar ropa. “Lo que pasó es que abrí y la gente llegaba a preguntar si tenía condones, lubricantes o vibradores. Los proveedores solitos empezaron a llegar. Empezamos a comprar de a poquito de todo y así ampliamos el negocio. Empezamos sólo vendiendo la ropa y luego fuimos complementando”, relata.

Conjuntos hechos de red, sugerentes ligueros rojos o negros, breves y ajustados vestidos, así como aceites, condones, películas, vibradores, dildos, esferas de geisha, entre otros productos, son los que los clientes de Ricardo pueden encontrar.

“Cuando empecé el negocio éramos tres tiendas. Ahora son más de 30. Es como todo negocio. Tenemos clientes frecuentes y clientes que hacen dos o tres viajes al año y nada más”, explica.

Todo el año, comenta, hay buenas ventas. Algunas temporadas son más bajas que otras, pero por lo regular los clientes que buscan nuevas experiencias o mejorar las que tienen.

Indica que la gente entra al negocio de manera muy normal. “Al principio la gente sí era muy penosa, pero ahora ya no. Se pasan en pareja. La mayoría de las personas que vienen a comprar son hombres, parejas, mujeres que vienen en grupos de tres, cuatro amigas. Vienen, se pasan. Es un negocio de lo más normal. No tiene nada de ciencia”.

Ricardo, como uno de los pioneros de la sex shop en Querétaro, explica que la percepción de la gente sobre estos establecimientos ha cambiado con los años. Al principio la gente era “más espantada”.

“Cuando abrimos hace 10 años, venían a hacernos revisiones del municipio, que porque la gente reportaba que aquí teníamos table [dance] —ríe—. Ya la gente luego vino a visitar mi negocio y se fue acabando ese tabú. Depende del plan en el que tú vengas. Si vienes en plan morboso, así lo vas a ver. Si vienes buscando un producto para complementar tu relación, para salir de la rutina, eso está padre”, subraya.

Ricardo comenta que no son pocos los clientes que llegan a la tienda pidiendo consejo. Pone como ejemplo un médico, quien acude y al momento de comprar pide un par de consejos de los expertos. Aunque también hay clientes que ya saben qué van a comprar.

Hay otros clientes que van por ayuda, pues ellos, con 50 años, se casan con una mujer de 30, 35, y van por un juguete, o un multiorgásmico, “para ayudarse” en la relación.

Sin embargo, apunta que el negocio ya no es lo mismo que antes. La mayor competencia hace que las ganancias se dispersen, se tienen que disputar al cliente y tienen que dar rango de precios bajos.

Pone como ejemplo un coordinado de cuerpo completo, que antes costaba 300 pesos y que ahora debe de ofertar en 250 pesos. “Ha entrado muchísimo producto chino. Ha bajado mucho el margen de ganancia de las cosas. Antes el negocio era más estable. Ahora me falta mercancía. Hay negocios que los tienen con muchos productos, pero tienen créditos de empresas grandes. Yo no me manejo con crédito. Tuve uno mucho tiempo, pero lo pagamos y ya, porque quien te da crédito quiere su dinero al final del mes y no sabe si vendiste o no”.

Sí da, dice, pero como las bonanzas que eran al principio, ya no. Añade que está buscando tener un local más pequeño, pero con más surtido, pues el local es grande.

Incluso, comenta que para tener márgenes de ganancias, abrieron una pizzería a un lado, lo que ha funcionado bien, por lo que piensa en inclinarse más hacia la comida.

“Estos negocios (las sex shops) son buenos, pero tienes que tener un respaldo económico muy fuerte, de unos 500 mil pesos para tenerlo bien, y ¿de dónde? Sí, hay clientes, pero no como antes. Son buenos negocios, pero los debes de tener bien surtidos”, puntualiza.

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