Lucía Ugalde Flores observa desde su silla en el patio a sus familiares. Ella es adulta mayor con diabetes e hipertensión, enfermedades que pueden ser letales frente al Covid-19.

Pese a ser una persona con alta vulnerabilidad en esta pandemia, la preocupación principal de Lucía es su hijo Antonio, a quien operaron de un riñón. Lo atendieron gracias a que su hija lo aseguró, pues los patrones de Antonio, para quienes trabajó 12 años como chofer, jamás le dieron esa prestación, y cuando enfermó lo despidieron. En su vivienda vive su hijo y sus nietos. Antonio no tiene ningún apoyo de nada, dice la mujer con preocupación. En un inicio comenzó con una afección en los ojos, por lo que dejó de trabajar, lo corrieron. Luego su riñón comenzó a fallar.

Lucía pide a las autoridades que ayuden a su hijo. Recuerda que incluso una ocasión su hijo estuvo un mes en la Ciudad de México cuidando a la madre de uno de sus patrones.

Lucía vive en Juriquilla, zona de la ciudad de Querétaro en donde se observa un contraste socioeconómico, debido a que ahí se encuentran lujosos y exclusivos fraccionamientos, que son separados por unos muros con lugares de alta marginación.

La casa de Lucía estáen una zona donde en estos días de emergencia sanitaria luce semivacía, aunque el aislamiento social no se respeta del todo. Muchos viven al día. Si no salen a trabajar no comen.

Una vecina señala que todos los servicios en el pueblo son caros, pues por la zona se cobran como en los fraccionamientos cercanos.

La activista Maricruz Ocampo Guerrero expone que otro factor de desigualdad en el pueblo de Juriquilla es la educación, pues las aspiraciones educativas de los niños son nulas, comenzando con las pocas horas que van a la escuela, las condiciones alimenticias de muchos de ellos, y el acceso a los planteles educativos.

“No saben si van a poder ir a la prepa, porque ir a la prepa representa tomar un camión, porque además en sus familias el tema de la educación no ha sido prioritario. Muchos de ellos están expuestos a situaciones como drogas, alcohol.

“Entonces muchos se dedican a trabajar en la construcción como albañiles, en la jardinería, se van a oficios como pintores, eléctricos, porque tienen necesidades económicas, y porque ir a la UAQ o la UNAM, que les queda a un kilómetro, es tan lejano como si la universidad estuviera en Canadá, porque sus condiciones, su situación socioeconómica, la situación de aprendizaje, las capacidades que adquieren en esa escuela a la que van cuatro horas, no les da para pasar los exámenes de admisión”.

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