Hace 31 años, Manuel Paredón, reportero decano de la Diócesis de Querétaro, acudió a la ceremonia de ordenación de Fidencio López. No imaginó que ese joven sacerdote se convertiría, tres décadas después, en obispo.

“En 1958 empezaba mi carrera en el periódico y de las primeras coberturas que me encomendaron fue la del obispo Alfonso Toriz Cobían, el séptimo obispo, su llegada aquí, su toma de posesión. Él gobernó durante 30 años. Llegó en mayo de 1958, hasta junio de 1988, cuando tuvo una enfermedad muy grave y lo retiró. Presentó su renuncia al Papa. Fue cuando llegó Mario de Gasperín Gasperín (como obispo)”, recuerda.

Indica que la Diócesis de Querétaro tiene 158 años de haber sido fundada, y se han tenido 10 obispos. Los cuatro últimos Marciano Tinajero y Estrada, Alfonso Toriz Cobían, Mario de Gasperín Gasperín, Faustino Armendáriz Jiménez. Ahora, Fidencio López Plaza.

Antes, narra, las ceremonias de toma de posesión de los obispos eran muy sobrias.

Hasta la del obispo Toriz Cobían fueron en la catedral, muy sobrias, pero no por ello el recibimiento era menor.

En Querétaro, en 1958 eran 150 mil habitantes, y cuando llegó el obispo Toriz Cobían los habitantes de la ciudad salieron a recibirlo. En aquella ocasión, incluso los funcionarios acudían a las ceremonias de recibimiento. El lunes, cuando el nuevo obispo juró fidelidad a la Diócesis, no hubo servidores públicos.

El obispo Toriz Cobían sufrió una embolia cerebral que lo retiró a los 75 años.

Debieron nombrar como administrador apostólico al entonces vicario general, Florencio Olvera Ochoa, que a la postre fue obispo de Villahermosa, Tabasco. Luego, el Papa nombró obispo a Mario de Gasperín.

La ceremonia de toma de posesión como obispo de Mario de Gasperín fue en el estadio Corregidora, con más de 30 mil personas presentes, en 1989. Una ceremonia que Manuel Paredón recuerda como “grandiosa”.

“Esto valió que el Partido Popular Socialista (PPS) presentara una demanda de juicio político contra el gobernador Mariano Palacios Alcocer, por haber prestado el estadio, por haber facilitado el estadio para una ceremonia religiosa. Nunca prosperó la demanda porque no tuvo sustento”, narra.

Manuel Paredón comenta que el obispado de Mario de Gasperín se destacó por sus cartas pastorales, así como la creación de parroquias y porque retomó el plan diocesano de pastoral que estableció Toriz Cobían.

Coincidentemente, dice don Manuel, Mario de Gasperín nombró como vicario de Pastoral al ahora obispo Fidencio López Plaza. “Fue su brazo derecho en ese proyecto del plan diocesano”, impulsando el seminario, las vocaciones sacerdotales, nuevas clases de formación para los futuros sacerdotes.

Luego, correspondió a Faustino Armendáriz Jiménez, cuyo eje fue la evangelización y las peregrinaciones, así como un fuerte impulso a las vocaciones sacerdotales.

Don Manuel Paredón indica que al nuevo obispo lo conoce desde hace 31 años, cuando Mario de Gasperín lo ordenó sacerdote. El nuevo obispo es de El Capulín, en Guanajuato, comunidad que pertenece a la Diócesis de Querétaro.

De López Plaza, don Manuel Paredón destaca su entrega a la evangelización, un hombre entregado a esa labor , “un hombre muy sencillo, lleno de Dios y de mucha cercanía con sus fieles.

“Es un hombre muy querido en las parroquias donde estuvo. En la última donde estuvo, fue la de Misterio de Pentecostés, en Palmas. Creo, sin lugar a dudas, luego de escuchar su mensaje de toma de posesión, que va a continuar la obra de don Faustino, inspirado en el pensamiento papal, la comunidad eclesial y la evangelización”, precisa.

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