Rafael Anaya Álvarez les habla a los jóvenes preparatorianos en un lenguaje sencillo. Los invita a bailar breakdance. Poco a poco se liberan de la pena y bailan con el joven, quien minutos antes les dijo que las artes y el deporte les pueden salvar la vida. El hip hop es la medicina que usa este joven para conectar con los chicos y evitar que atenten contra sus vidas y logren sacar algún sentimiento oprimido.

Los muchachos acuden a la Sejuve en la jornada que organizó para conmemorar el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.

Los alumnos de una preparatoria ubicada en el barrio de La Cruz llegan a las instalaciones de la Sejuve, muy cerca del Panteón de los Queretanos Ilustres. Con una de sus maestras ingresan al lugar. Los jóvenes se agolpan alrededor de unos módulos de dos universidades que participan en el evento.

Sin embargo, el que más llama la atención es el stand del programa “De joven a joven”, donde les brinda orientación en temas como los anticonceptivos. Los muchachos ríen nerviosamente cuando les explican cómo se usa un condón femenino y la colocación de uno masculino.

Pero la acción se lleva a cabo fuera de la explanada de la Sejuve. En un costado, con un juego infantil en forma de tren y una cancha de futbol rápido con césped sintético. Luego de pasar por donde un joven realiza un grafiti, llegan a donde se prepara Rafael para “hacer un regalo” a los chicos que llegan a verlo. Algunos se sientan en el piso. Otros permanecen de pie, mientras Rafael cuenta que el deporte, el arte y la cultura le salvaron la vida.

Rafael difunde el hip hop, junto con las actividades características de esta expresión musical y cultural, como el breakdance, el basquetbol, el grafiti y el free style.

El joven, originario de San Juan del Río, les dice a los chicos que a él le costó mucho trabajo empezar en esta actividad. Al mismo tiempo que les explica que deben de controlar sus emociones y luchar por sus sueños, conectar con ellos mismos, y enfocarse en otras actividades, deportivas y culturales, para ser libre, usar estas actividades a manera de catarsis.

“Me dijeron que se veía feo, me dijeron que no iba a vivir de esto, me dijeron que mejor me fuera a hacer algo de provecho, me dijeron que madurara, pero yo sabía lo que quería en mi vida. Luché, me esforcé y ahora vivo de esto, y vivo muy bien.

Te invito a que luches por tu sueño. Duele y ya no quieres creer en tu sueño, porque te han dicho mucha basura y tú te las has creído. Tú te has dicho muchas mentiras y te las has creído. Cuando te des la oportunidad de saber qué es mentira, porque te ha dominado la voz que traes en la cabeza que te dice que eres malo, tonto, que no puedes, y te las crees”.

Rafael les dice a los muchachos, la mayoría aún con rasgos infantiles en sus rostros, la importancia de expresarse y sacar sus emociones pero de manera productiva, como dibujando, escribiendo, bailando, haciendo ejercicio.

Invita a los presentes a bailar breakdance. Los chicos son tímidos. No se animan. Personal de la Sejuve tienen que entrar al quite. La maestra de los muchachos también se integra a la dinámica donde les enseñan los fundamentos básicos de este baile.

Los aplausos para la “miss” no se hacen esperar, y motivados por el ejemplo de la docente, algunas chicas y chicos se animan a pasar al frente, bailar, a aprender a moverse a ritmo de hip hop.

“Comencé en una cancha de basquetbol y ahí básicamente aprendí el grafiti. Sí, ilegal en un inicio y al año se legaliza. Después, hasta el 2005, se fue transformando con actividades diversas. Amo el basquetbol, soy entrenador internacional FIBA, fui becado por FIBA, y en ese ejercicio el compromiso de enseñar, la docencia siempre ha estado en mi vida.

Lo que mostré hoy es la conjunción de varios elementos, principalmente el breakdance y el hip hop como medicina social. Sobre todo conectar con los niños es difícil y mediante esta actividad es la mejor forma de que alejen la cara del celular y digan: eso sale también en el celular. Terminar con el autismo social”, abunda.

Rafael explica que su trabajo lo ha llevado a visitar Alemania, Bélgica, República Checa, Estados Unidos, así como parte de la República Mexicana.

Recuerda que el lugar más complicado que le ha tocado visitar ha sido Oaxaca, en una comunidad alejada, donde la cultura y tradiciones son imponentes, “y llegar uno con urbanismo, cuando ves sus danzas que son ancestrales y que lo que tocan es lo que compusieron sus abuelos es muy fuerte. Pero hacerlo de corazón y tener la intención con humildad, en cualquier otro lugar te ofrece la camaradería y la amistad de muchas personas que son diferentes. Ese es el poder del hip hop, poder integrar diferentes preferencias sexuales, diferentes situaciones étnicas, el hip hop rompe todas esas fronteras”.

Dice que el deporte y el hip hop le salvaron la vida, pues viene de una zona muy pobre, en una colonia plagada de delincuencia, pero gracias a una cancha de basquetbol cruzaba la colonia con un objetivo claro, y no se podía desviar, pues quería jugar.

A su vez, añade, se hizo consciente que los personajes que valen la pena del parque son aquellos que se levantan de la banqueta y comienzan a hacer que las cosas sucedan. Ese es su mensaje. “Se me regaló mucho mediante el deporte, el arte y la cultura y ahora hay que regresar un poco de lo que se nos dio”.

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