Mojarras, Huachinangos, salmones, camarones, langostas y una gran variedad de pescados y mariscos se venden en los puestos de esos productos en el mercado de La Cruz, que en esta época de Cuaresma reciben a cientos de clientes que siguen la tradición de guardar la vigilia los días viernes.

Es casi mediodía y el mercado de La Cruz está lleno. Desde el estacionamiento en el cual entran y salen vehículos, se aprecia el movimiento que vive ese centro de abasto popular.

En la zona de pescados y mariscos, Carmen Acosta, junto con seis comerciantes más atienden a los clientes en uno de los locales especializados en productos de mar.

En esta temporada de Cuaresma las ventas repuntan, aunque los productos marinos se venden bien durante todo el año.

Explica que el surtido en el local es amplio. Los clientes pueden encontrar un amplio surtido de especies, cuyo precios varían de acuerdo a la especie. Hay mojarras de 70 pesos el kilo, hasta especies más grandes, como el róbalo, cuyo precio por kilo es de 190 pesos; el huachinango, en 150, o la langosta, cuyo kilo cuesta 300 pesos. Además, es más nutritivo, subraya.

Dice que el viernes pasado, el primero de Cuaresma, las ventas estuvieron tranquilas. y esta semana se espera que aumenten un poco más. Dice que los productos que más buscan los clientes son el filete de mojarra de mar, de cazón, la mojarra entera y el camarón.

Mientras Carmen platica, una “oleada” de clientas está frente al puesto. Preguntan los precios de los productos, piden un kilo de aquel, medio de otro. También, comenta, venden algunos de los aderezos necesario para preparar los pescados y mariscos.

Además de las especies frescas, una de las delicias que se venden son los charales enchilados con unas gotas de limón, excelente botana.

“A nosotros nos suben los precios, pero mantenemos los nuestros lo más que se pueda. Ahorita no hemos subido nada, hemos mantenido los precios”, indica.

Apunta que mucha gente ya perdió la tradición de observar la vigilia durante la Cuaresma, como marca la tradición católica. “Hay gente que dice: ‘si no tenemos para carne, y el luego el día viernes nos la quitan, pues no’. Pero hay mucha gente que todavía la sigue”, asevera.

Las cajas de plástico a un costado del puesto están llenas de hielo y camarones, algunos de los cuales alcanzan hasta 20 centímetros. También hay pulpo, langostas, jaibas, así como especies poco conocidas para las mayorías, como un ejemplar de más de siete kilos, de color rojo y más de medio metro de longitud. “A veces tenemos más grandes”, dice Carmen.

El ir y venir es constante. Los “qué le damos”, “buen día, qué va a llevar”, “buenos días, pregunte”, son constantes. Las clientas, preguntan, dan los buenos días y sonríen, cuando una cámara fotográfica las capta en la compra de pescado.

Carmen señala que tienen más de 40 especies diferentes de pescado, además de los mariscos.

Una clienta pregunta por la langosta. Pide medio kilo de la misma. Uno de los dependientes toma dos ejemplares y los pesa. Cada uno alcanza aproximadamente los 400 gramos. Dos langostas pasan de medio kilo. La compradora acepta y se lleva su producto.

“Esa se abre en mariposa, se le pone un condimento para mariscos, salsa inglesa. Luego se muele chile chipotle con mayonesa y se unta. Luego se le unta la salsa inglesa. Se deja reposar y luego se pone en el comal o la parrilla. Cuando se pone roja ya está lista. Cuando quiera recetas aquí se dan también”, enfatiza.

La especie más abundante, y también más comercial, es la mojarra, especie muy popular, tanto por su sabor, como por su precio, siendo una de las más accesible.

Carmen agrega que todos los productos del mar le gustan, no tiene uno en especial, siendo el alimento que más consume. Por ejemplo, precisa que el salmón se lo come “empapelado”, con rebanadas de jitomate, chiles en tira, unas ramas de epazote y el condimento especial.

Carmen va de aquí a allá, atiende a los clientes, cobra, da cambio, se da tiempo para reír. Explica que en este tiempo, van a trabajar durante la noche para “filetear” los pescados que se venderán al otro día.

Los jueves en la noche, puntualiza, se van a trabajar, para que el viernes, desde temprana hora, las marchantas lleguen por su pescado, para que esté fresco y listo.

La vista de los pescados, además de ser una visión atractiva para los clientes, es una muestra de la diversidad de las especies marinas comestibles. Dentro del puesto los vendedores preparan al gusto de la clientela los productos que compran. Ya sean las mojarras, huachinangos, salmones enteros o filetes de la misma especie.

La variedad, para quienes por cuestiones religiosas no comen carne roja en esta temporada o sólo se quieren dar un gusto extra en la alimentación diaria, es extensa, sabrosa y nutritiva.

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