Querétaro, Qro.-

Las macetas con nochebuenas invaden la parte frontal del vivero ubicado en la lateral de Bernardo Quintana. Anuncian la próxima llegada de la Navidad, al igual que los grandes árboles que alegrarán las viviendas de los queretanos este diciembre inusual; árboles que ayudarán, quizá, a mitigar la angustia vivida durante el año por la pandemia de Covid-19.

El trabajo en el vivero es arduo. Los empleados van de un lado a otro. Dos mujeres se dan a la tarea de acomodar las macetas de nochebuenas en la parte frontal, ayudadas por un trabajador.

Apenas un día antes llegaron, junto con los árboles en bases de madera, provenientes del estado de Michoacán.

Andrea Becerra, encargada del vivero Vida Giardan, que tiene más de 25 años en Bernardo Quintana, explica que, hasta la fecha, las ventas de árboles y nochebuenas ha comenzado lenta, aunque esperan que conforme se acercan las fiestas decembrinas éstas mejoren.

“Esperamos que las ventas sigan como años anteriores. La verdad es que ahorita de nochebuena, desde que nos llegó no se ha vendido tanta, ha bajado. A comparación del año pasado, no se ha vendido tanta, ni árboles”, indica.

En el acceso al local se exhiben al público árboles navideños, algunos de más de 1.80 metros de alto. Uno de ellos está en proceso de decoración, para intentar llamar la atención de clientes.

Andrea comenta que comparando los registros del año pasado a éste, las ventas han descendido un 50%, pues en 2019, para la promoción del Buen Fin, las ventas habían sido buenas.

La joven camina hacia un árbol grande, al que cubrieron con nieve artificial. Lo muestra como uno de los artículos que se ofrecen para esta temporada. Para quienes así lo prefieran, también se ofertan árboles en maceta, para terminadas las fiestas de fin de año poderse sembrar.

Los trabajadores del vivero sacan algunos ejemplares a la calle; usan “diablitos” para transportarlos.

Son días de mucha actividad y de confianza en que la ciudadanía se preparará para las fiestas, aunque probablemente las pasen en casa, lejos de la familia, sin reuniones familiares, para intentar cortar la cadena de contagios del SARS-CoV-2.

Una mujer llega con una niña. Buscan nochebuenas para decorar su domicilio. También aprovechan la visita para ver otro tipo de plantas y los artículos relacionados con la decoración navideña.

“Estas esferas están hechas de plástico reciclado”, explica Andrea mientras extiende una bolsa con esferas multicolores, que son hechas en el Estado de México, mientras agrega que los árboles provienen de Zitácuaro, Michoacán.

Andrea dice que sus proveedores de árboles les han dicho que no produjeron tantos este año, pensando que las ventas serían “flojas” por la emergencia sanitaria que se presenta a nivel global.

Señala que una de las estrategias utilizadas por los productores michoacanos es entregar los árboles por pedido, no cortar más allá de los árboles solicitados, para no tener grandes pérdidas, en caso de que las ventas disminuyan en este periodo.

En el caso de la nochebuena, indica, los productores tuvieron una cosecha menor, pues las actividades se detuvieron un tiempo por la contingencia.

Andrea detalla que en una temporada normal venden alrededor de 150 árboles cortados, y plantas de nochebuenas alrededor de 600 macetas, en buena medida porque les hacían pedidos en empresas, pero este año incluso esas ventas se han visto atrasadas o canceladas.

La joven explica que por el contrario, durante el confinamiento los clientes aumentaron. Cuando tuvieron oportunidad de reanudar actividades, a través de citas, las personas acudían de manera frecuente a comprar plantas pues, al estar en sus domicilios, usaban a la jardinería como un pasatiempo o una terapia para aguantar los meses sin salir de casa.

“La gente venía por cosas para regar o hacer el jardín, pues estaban en casa. La gente venía más y lo tomaban como un factor de distracción. Venía toda la familia, pero sólo dejábamos pasar a una persona. Los fines de semana venía más gente. La verdad es que no nos fue tan mal”, asevera.

Andrea comenta que las personas necesitaban algo para hacer en casa durante el confinamiento, y encontraron en las plantas y la jardinería una actividad que podían hacer junto con sus familias.

Además, dice, como los espacios en el vivero son abiertos, los visitantes no sentían tanto temor de visitarlo, además de ser algo relajante.

Andrea muestra parte de los productos de la temporada. Luego da el precio de los árboles a un cliente. Aún es pronto, hay confianza en que las ventas sean buenas este año.

La media docena de trabajadores no paran, mientras las dos mujeres de la entrada terminan de acomodar las plantas de nochebuena. “Hay que adornar un árbol para que se vea bonito, con muchos colores”, dice una de ellas, quien sube a una escalera para atar con un limpiapipas un listón rosa a la punta del árbol. De ahí seguirá hasta la parte baja, para luego colocar las esferas y, posteriormente, las luces de la serie.

A pesar del aislamiento domiciliario, la emergencia sanitaria y, quizá en muchos casos la pérdida de un familiar, los ciudadanos tratan de hacer sus vidas, de reencontrar momentos felices, conservar las tradiciones y adaptarse a la distancia como una manera nueva de demostrar el cariño a los seres amados.

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