Claudia Martínez ingresó a los Tribunales de Jesús porque quería interpretar a Claudia, la esposa de Poncio Pilatos, pues a sus 15 años le llamaban la atención todas las alhajas que usaban las esposas del representante de Roma o la de Herodes. Además veía a Claudia que era quien hablaba más, pero la llamaron para hacer a la Virgen María, papel con el cual se tenía que comprometer.

“Formar parte de este grupo te ayuda a fortalecer tu espíritu y la mente. No son muchos, pero sí he tenido momentos difíciles en la vida”, indica Claudia, cuyos ojos se humedecen, al recordar las experiencias pasadas.

En esa primera ocasión, fue una de las piadosas. Luego, durante cinco años fue la Virgen María.

“Desde muy chica, sin que te lo digan tus papás, vas viendo que todo mundo participa en las tradiciones. Entonces te dan ganas. Yo desde muy chica estuve participando tanto en eso, como en las fiestas patronales, en la del 12 de diciembre, donde me vestía de china poblana. Pero inquietud mía, no recuerdo que alguien de mi familia me dijera que participará. Los vas viviendo”, indica.

Narra que cuando entró a los Tribunales de Jesús, siempre les dan un papel para ir escalando con los años. Sin embargo, quien interpretaba a la Virgen María, que llevaba ya muchos años se iba a casar. En ese tiempo, dice, eran más rigurosos con los actores que tomarían parte en la representación de la Pasión de Cristo.

“A mí nunca me lo dijeron. Iban a empezar los ensayos y no me dijeron a mí, aunque me veían todos los días los señores que estaban en el comité. Primero se lo dijeron a mi padre, como jefe de familia.

Recuerdo cuando mi papá les dijo que había que preguntarme si quería. Le decían: Es que si tú le dices, ella tiene que decir que sí (risas). Mi papá les dijo: Mejor le preguntamos. Me llamaron, estaban en la sala, y mi papá ya me dijo que los señores habían ido para que pudiera representar el papel de la virgen María. Rápidamente dije que sí”.

Cuando aceptó, los integrantes del comité “le leyeron la cartilla”. Le dijeron que tenía que comprometerse con el papel, que empezara a ver la que llevó la Virgen María, cómo era la forma de conducirse, por lo que les preguntó porqué le dijeron a ella, pues siempre fue muy rebelde. No sintió que la limitarán, pero se le hizo raro que la eligieran a ella.

Luego de eso, le dijo que conservara esa imagen que tenían de ella, pues por una razón la habían seleccionado para el papel de María. Hubo quienes cuestionaban que fuera tan joven, pues se buscaba que fueran de mayor edad. Además, no podía llorar.

“Mi niñez y juventud fueron de mucha alegría, entonces no lloraba. En eso me enfoque. Me acuerdo que teníamos muchas más pláticas que ahora en la iglesia. Incluso era un retiro completo que veníamos a tomar a la Iglesia Chiquita. Me metí mucho y tenía inquietudes y había cursado algo de teatro, entonces me acerque a una persona y le pregunté cómo lo debía de hacer”, abunda la jóven.

Su maestro de teatro le recomendó documentarse y pensar que tenía un hijo y en sus reacciones si viera que lo matan. Recuerda que le dijo que se consiguiera un peluche y se enfocara en ello. Todos estaban preocupados por ver si podía llorar.

Siguió todas las recomendaciones y consejos, pero estaba nerviosa porque no sabía si lloraría o no, si se correría el abundante maquillaje que le pusieron, aunado al vestuario de terciopelo que le pusieron y con el cual sudó todo el camino de la cruz.

A ella la mandaron al lugar donde se tenía que encontrar con Jesús. Dice que cuando vio que se acercaba, aún pensaba en qué se sentiría tener un hijo y que se lo maten, pues tenía 15 años.

“Empecé a ver la cruz como venía moviéndose muy lento y de un lado a otro, y empecé a sentir. Todavía ni siquiera llegaba, y el actor que interpretaba a Juan era una persona muy bromista, no sé qué tanto me decía, pero cuando me voltea a ver, me dice ‘ya estás llorando’. Recuerdo mucho que la primeras planas de los periódicos de esa época decían que la virgen de La Cañada lloró de verdad”.

Luego de eso le dejaron el papel varios años. Desde entonces le tiene mucho cariño a la tradición.

Claudia dejó La Cañada por unos años. Se mudó a Quintana Roo, pero cuando regresó se reincorporó a la organización de la Pasión de Cristo. Pero ahora en el área de Difusión.

En 2012 participó nuevamente. En un inicio no se lo creyó, pues “ya estaba grande”. Sin embargo le dijeron que sería en el papel de Claudia, rol por el que había entrado y que ahora tendría la oportunidad de interpretar.

“Sí participé de Claudia. Le eché muchísimas ganas. Siento que me faltó, pues los actores eran más jóvenes. A Poncio Pilato le llevaba 15 años”, agrega.

Todos los años, precisa, se cumple la expectativa de quienes acuden a ver la Pasión. Además de que como ser humano siempre se llevan una lección.

“Dentro de todo esto, una parte que se ha quedado mucho en mí, a pesar de que he tenido malos momentos en mi vida, pertenecer al grupo te ayuda a fortalecer por lo menos tu espíritu y la mente. No son muchos, pero sí, he tenido momentos difíciles en la vida...Te ayuda a sostenerte”, puntualiza.

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