Arturo Arias explica que pasó mucho tiempo encerrado, en un proceso creativo muy intenso. Cuando el viento sopló y movió su abrigo, fue como si la prenda lo tocara, lo abrazara. Ahí nació una de sus rutinas, de un momento, de una casualidad o causalidad, luego de varios días de pensar y pensar y no ocurrírsele nada. Arturo, o Rufo, como también lo conocen, es director de la compañía Circo Teatro.

Define a Circo Teatro como circo social. Con más de 27 años de labor en los escenarios. “Obviamente, ya traemos la preparación del teatro de calle, la preparación del circo y todo eso. Yo soy de Jalisco y nos integramos acá hace 26, 27 años.

“Primero activamos las plazas públicas, como teatro callejero, inclinado más al área de payaso, el clown escénico. Le decimos nosotros al lépero, o al yerbero, merolico, truhán, saltimbanqui, al que puedes ver en cualquier ciudad. Nosotros lo trasladamos acá, pero de manera artística”, comenta.

Indica que en el jardín Corregidora intervino durante 15 años, pero después de ese tiempo y haber creado un público, necesitaban de un espacio fijo, estable, donde no tuvieran que suspender una función por el viento, la lluvia o el frío.

Apunta que, en su caso, para hacer teatro y circo tuvo que investigar y conocer los orígenes de uno y otro en el país. Además, conocer de las rutinas y los géneros que se pueden usar en uno y otro espectáculo.

El local que ocupa Rufo con su compañía es pequeño, íntimo. “Es apenas para 50 personas”, dice el artista, al tiempo que comenta que los actores interactúan mucho con los asistentes, quienes son parte de la misma puesta en escena.

“Decidimos poner un teatro donde la gente vaya y se sienta cómoda, donde no le dé el sol, unos baños limpios a los que puedan pasar, tener un contenedor de agua donde pueda tomar su agüita y donde se puedan sentar a ver un espectáculo de circo. A lo mejor no el mejor circo del mundo, pero sí con las comodidades que el espacio te ofrece”, abunda.

El espacio cerrado, donde se ubica el Circo Teatro, explica Rufo, permite poner un trapecio, jugar con la iluminación, montar espectáculos de manera más elaborada. Les da esa opción.

Dice que el suyo es el primer Circo Teatro del país, que luego comenzaron a replicarse otros en distintos estados, pero fue porque conocieron su concepto y decidieron llevarlo a otras plazas.

Arturo se emociona cuando narra cómo son las funciones en el Circo Teatro, como un espectáculo donde dos payasos hacen aviones de papel y los avientan al público, que los devuelve a los personajes.

La voz de Arturo cambia cuando recuerda la ocasión en la que los quitaron de la primera carpa donde estaban, en la calle de Pasteur, y que fue un golpe duro para la compañía, cuyos integrantes cayeron en depresión por la pérdida de su espacio original.

A raíz de esta experiencia surge el número “El Pierrot y la luna”, donde el personaje ama a la luna, pero sólo puede estar con ella en la noche, con un mensaje de pérdida y tristeza. “Nuestra carpa era la luna”, dice Arturo.

Transmitir el arte

El Circo Teatro es un lugar íntimo. En buena parte de las instalaciones hay espejos, pues además se brindan talleres de danza, acrobacia y telas durante las tardes. En un lado está el escenario, donde se ubica un trapecio, una tela y detrás del mismo, los camerinos.

Arturo enciende las luces del escenario. Se abre un mundo de personajes que están en reposo, que están colgados en ganchos en espera de un cuerpo para actuar, para vivir. Sombreros, abrigos, grandes pantalones y zapatos de payasos ocupan el espacio.

También está Nefasto, personaje de múltiples personalidades y que tiene a su antagónico en Ángel, quien es toda dulzura, aunque el final sorprenderá a todos.

Rufo agrega que el número de personas que trabaja en la compañía es variable. Pueden llegar a ser 18 personas, aunque de base son ocho.

Ante otros espectáculos que se ofrecen en Querétaro, dice que “hay gente para todo. Lo único que no soporto es la deslealtad del mismo gremio. A mi no me importa que haya un equipo de futbol. Que me perdonen, pero no soporto el futbol, pero no me incomoda que lo vayas a ver. Sé que es una terapia, que vas a desfogarte y eso te mantiene estable toda la semana.

“No me importa que tampoco vengan los Avengers a la pantalla grande. El teatro se vive en vivo y tienes una sola oportunidad de vivirlo. Ahora, tengo un foro para 50 personas. En Querétaro hay mucha gente para todos”, enfatiza.

Añade que si se tiene un público educado en ver teatro, siempre se tendrá el espacio lleno, por más grande o chico que sea.

Acota que mantener un espacio así se logra de “puro milagro”, pues hay temporadas muy buenas, pero otras en donde no hay actividades. Dice que buena parte de sus ingresos son por presentarse en eventos donde los contratan, en las empresas o compañías, pero ahora tiene más de tres meses sin hacer un trabajo de este tipo.

Aunado a ello, en los ensayos de su próximo espectáculo una de las actrices se rompió la muñeca en uno de los ensayos. Son los gajes del oficio. “Mantenemos el espacio de puro milagro y por amor al arte”, puntualiza el acróbata.

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