Sobre la calle Felipe Luna, en el barrio de La Cruz, en la capital queretana, algunas viviendas lucen deterioradas, ya sea por el abandono de sus propietarios, que no tienen los ingresos para repararlas o esperan a que se vengan abajo para vender el terreno, sin gastar en su restauración y para la cual tendrían que solicitar permiso al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En esa calle, el ejemplo más visible del paso de los años lo presenta una casa, cuya fachada ya muestra un boquete en la puerta. Junto a ésta hay al menos otras dos que presentan huellas de deterioro.

Misma situación se aprecia en la calle de Gutiérrez Nájera, entre 5 de Mayo y 16 de Septiembre, en donde algunas casas ya han desarrollado maleza que se puede ver desde la calle.

Los zaguanes oxidados, muros de adobe descascarados, y vidrios rotos, dan cuenta de que en siglos anteriores las viviendas fueron habitadas por importantes familias, pero ahora viven el ocaso y su irremediable desaparición ante el deterioro en sus estructuras.

La delegada del INAH, Rosa Estela Reyes García, comentó que toda casa en el Centro Histórico tiene dueño, pese a que se encuentre abandonada. Cuando existe algún riesgo de desplome, dijo, el INAH interviene en el lugar, junto con Protección Civil, para apuntalar estructuras.

Querer esperar a que se desplome para construir ahí un estacionamiento, no tener dinero para la remodelación, creer que las acciones serán muy caras, enfrentar procesos legales ante falta de testamento o simplemente carecer de interés en el inmueble se encuentran entre los motivos de abandono.

Las situaciones mencionadas, dijo, hacen que cada año cambien los números respecto a casas abandonadas en el Centro.

“Hay quienes prefieren que se deteriore para que se caiga y poderla hacer estacionamiento. Hay gente que tiene intereses diferentes, hay a quienes nos gusta vivir en el Centro y hay quienes quieren hacer del Centro un negocio”, comentó Reyes García.

Agregó que una problemática a la cual se enfrenta el INAH es cuando se hace la remodelación sin los permisos correspondientes, pues sin el permiso del INAH es una falta.

Destacó que cada mes la delegación recibe alrededor de mil solicitudes de personas interesadas en realizar cambios a los inmuebles del Centro Histórico.

Explicó que la población puede acercarse al INAH para recibir asesoría gratuita para elaborar el proyecto de restauración.

Las solicitudes de remodelación implican una visita al lugar, por lo que en máximo una semana se tiene respuesta; cuando hay la asesoría previa, el tiempo se acorta a hasta tres días. Una denuncia se resuelve, en promedio, en cinco días.

“Las solicitudes en ventanilla única es lo que nos tiene desbordados, muchas que entran como denuncias, otras como solicitudes, otras como proyecto. Gran cantidad de trámites que ingresan pero gran cantidad de gente que no lo hace”, destacó.

Precisó que cuando existe una denuncia el INAH acude al lugar, en compañía de personal del municipio, realiza la inspección y, de proceder, impone la sanción correspondiente; puede haber suspensiones o procedimientos jurídicos.

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