Desde hace casi 10 meses, las 32 cantinas tradicionales en Querétaro mantienen sus puertas cerradas a causa del Covid-19. Este sector se encuentra inactivo desde marzo de 2020, cuando todas las actividades no esenciales suspendieron sus labores para tratar de contener el número de contagios.

Algunos negocios como tiendas y restaurantes ya volvieron a laborar, pero no ha ocurrido así con las cantinas, por lo que los dueños de estos negocios ya suman una deuda de 50 millones de pesos con proveedores y arrendatarios.

Los cantineros señalan que la situación económica de sus negocios “es insostenible”. La falta de ventas ha mermado los recursos económicos de estos negocios familiares, lo que ha su vez ha terminado con cientos de empleos directos e indirectos que dependían de este gremio.

Los dueños de cantinas esperan que las autoridades sanitarias den luz verde para volver a trabajar el próximo 18 de enero, pero el secretario de Salud, Julio César Ramírez Argüello, advierte que eso será difícil, debido al aumento de casos activos y defunciones por Covid en el estado.

De no abrir sus puertas, la próxima semana, señala Daniel Pérez Murillo, presidente de la Asociación Cantinas Tradicionales de Querétaro, Pulquerías y Bares, 60% de estos establecimientos podría cerrar de manera definitiva.

“Nuestra situación es muy difícil, es crítica, estamos en números rojos, los dueños de cantinas ya no pueden seguir pagando la renta ni pagarle a los proveedores, tenemos una deuda de 50 millones de pesos. Pedimos que nos dejen trabajar, nuestras familias dependen de esto. Si no podemos abrir en próximos días, 60% de las cantinas cerrarán definitivamente, porque ya no pueden solventar tantos gastos sin trabajar”, comenta.

Ventas momentáneas

Daniel Pérez Murillo es dueño de El Rinconcito, una de las cantinas más antiguas en Querétaro, con casi 70 años.

En circunstancias normales, El Rinconcito da empleo a 22 personas, pero desde que comenzó la contingencia sanitaria y el negocio cerró sus puertas, ahí sólo laboran cuatro personas encargadas de limpiar y reparar los desperfectos que surjan.

Para el dueño de esta tradicional cantina, no hay diferencia entre el funcionamiento de un restaurante y su negocio, pues El Rinconcito es un espacio abierto y con la capacidad de acomodar sus mesas para distanciar a los clientes, tal como lo hacen actualmente los distintos restaurantes y cafeterías.

De hecho, durante cinco semanas, en los meses de octubre y noviembre del año pasado, las cantinas tuvieron permiso de operar bajo estrictos filtros de salubridad y así lo hicieron; las ventas se recuperaron un poco, pero en los primeros días de noviembre, volvieron a cerrar sus puertas.

“Durante esas semanas recuperamos aunque sea un poquito de lo perdido, ni siquiera fueron ganancias, fue recuperar un poco de las pérdidas, incluso contratamos una persona más para que llevara el registro de los clientes, les asignara una mesa, tomara temperatura y les diera gel, cumplimos con todo. Incluso cerramos a las 10 de la noche, perdimos muchos clientes que venían en la noche o en la madrugada, pero preferimos eso a no trabajar.

“Desgraciadamente tuvimos que volver a cerrar por indicación de las autoridades, muchos de nosotros habíamos hecho pedidos nuevamente y tuvimos que quedarnos con todo eso, no hemos podido venderlo, eso nos generó más deudas. Yo estoy convencido de que los contagios no se dan en las cantinas, porque a pesar de que estamos cerrados los contagios siguen”.

En El Rinconcito como en las demás cantinas, sólo podían recibir 30% de su capacidad total; sin embargo, debido al número tan bajo de clientes, nunca se estuvo cerca de rebasar dicho porcentaje.

Difícil recuperación

Las ventas temporales que se registraron en el mes de octubre no fueron suficientes para sanar las finanzas de los cantineros, quienes nuevamente tuvieron que cesar sus actividades. Daniel Pérez calcula que las deudas de las cantinas tradicionales rebasan los 50 millones de pesos, y que si se normalizan las actividades, este año no sería de ganancias, sólo de recuperación.

Muchos de los dueños de cantinas han sobrevivido a casi 10 meses sin actividad gracias a que han agotado sus ahorros, algunos incluso han vendido propiedades, autos y muebles para continuar pagando la renta de los locales.

Daniel Pérez pide a las autoridades que garanticen el “piso parejo” para todos los negocios que se dediquen a vender bebidas alcohólicas, pues varias cantinas cambiaron su licencia para operar bajo el concepto de “restaurante” aunque vendan principalmente alcohol.

Recientemente la Asociación de Cantinas Tradicionales de Querétaro, Pulquerías y Bares entregó un pliego petitorio a las autoridades, en el que piden volver a trabajar y se comprometen a cumplir con todas las medidas sanitarias; sin embargo, aún no tienen respuesta.

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