Los clientes llegan de manera intermitente. Se les recibe con un “buenas tardes, ¿qué les damos?”, al puesto donde María Verónica Hernández Martínez y su familia venden, por tradición, calaveritas de azúcar y artículos para decorar los altares del Día de Muertos, aunque a decir de la mujer este año las ventas comenzaron “flojas” debido a la emergencia sanitaria por el Covid-19.

El mercado luce un nuevo rostro, obligado por la emergencia sanitaria ante el virus SARS-CoV-2. Las ventas han cambiado. En el caso de Verónica, quien además de ofertar las tradicionales calaveritas de azúcar, las elabora junto con su familia.

Destaca que es una tradición familiar que comenzó su madre desde hace 40 años y ella heredó: “Con mi mamá nos enseñamos a hacer calaveritas y seguimos vendiendo aquí, en el mercado de La Cruz. Nosotros hacemos las calaveritas, en mi casa, aquí en Querétaro”.

Comenta que los preparativos para la venta del Día de Muertos inician desde mayo, cuando comienzan a elaborar el alfeñique, mientras que las calaveritas de azúcar se empiezan a elaborar en septiembre y las de chocolate, en octubre.

La instalación de los puestos, comenta María Verónica, comenzó el 19 de octubre, pues les recortaron los días de venta por la pandemia. En otros años sus ventas comenzaban desde el 15 de octubre y concluía hasta el 2 de noviembre.

Afirma que las autoridades les comentaron que no querían grandes concentraciones de personas. Para trabajar les pidieron que el personal de atención al público usara guantes, cubrebocas, gel antibacterial y se mantuviera adentro la sana distancia. Incluso este año les redujeron los espacios físicos para los comercios.

La afluencia ha disminuido 30%: “Estamos a 70% de ventas. Hay un poco menos de venta este año por esto de la contingencia. Ha bajado la gente y las ventas.

“Ahorita la gente está espantada, con el temor del coronavirus, pero hay gente que la tradición de poner el altar a sus muertos sigue aquí. Eso es lo que queremos, que no se pierda la tradición de esto y que sigan poniéndoles sus ofrendas a sus muertos”, subraya.

Pasa del mediodía y la gente acude al mercado. Además de comprar las cosas para la comida del día, aprovechan para echar un ojo a los productos que pretenden colocar en las ofrendas y para la decoración de la casa por el Día de Muertos.

Catrinas de cartón, pequeñas figuras que representan comida, cuadros móviles que distorsionan un rostro amable y que al mirarlo desde otro ángulo aparece un monstruo, así como maquillaje para los disfraces tradicionales de la temporada, se pueden encontrar en la Cruz.

Muy cerca, en uno de varios puestos, se venden las veladoras que guían el camino de los difuntos al mundo de los vivos durante una noche, cuando, de acuerdo con la tradición, pueden regresar del Mictlán, el inframundo de la mitología azteca donde las almas de los muertos descansan.

En el mundo de los vivos, María Verónica dice que para este año, por la pandemia, elaboraron menos producto, previendo que quizá los permisos para vender pudieran no otorgarse.

“Estábamos con el temor de que no nos dejaran [vender], pero teníamos que seguir con la producción, porque como soy mayorista mando a diferentes países el producto. De allá sí me encargaron el producto. Sólo se trabajó un poco menos”.

En la elaboración trabaja la familia completa, quienes se dedican durante meses a la elaboración de las tradicionales calaveritas que se exportan a Estados Unidos, Canadá y Cuba, entre otras naciones.

Este año hubo una disminución en los pedidos, pero en ciertos países, comenta, parece que tienen más controlado el brote del Covid-19 y, aunque los pedidos disminuyeron 20%, nadie le canceló.

Recuerda que el contacto con los compradores internacionales fue en el mismo mercado, hasta donde llegaban a preguntarles si vendían al extranjero y les podían mandar producción. Otros clientes los han captado por internet. María Verónica dice a esta diario que a la muerte siempre hay que respetarla, y ahora, en estos tiempos con la contingencia, hay que tener las medidas sanitarias adecuadas para evitar mayores contagios y usar cubrebocas al entrar a los establecimientos.

“La gente anda con mucho temor, hay personas que no creen en el virus, pero mientras es o no es, hay que cuidarnos, y más que nada no sacar tanto a los niños, no sacar a nuestros adultos mayores para protegerlos y valorar la vida, pensar que en cualquier momento se nos puede venir una enfermedad como el Covid u otra cosa, y que debemos respetar la vida y vivirla más que nada con respeto”.

María Verónica, quien también se dedica a la venta de aves el resto del año, se marcha. “Tengo una junta”, dice de manera apresurada, no sin antes aclarar que para este año la dinámica de elaboración de calaveritas se vio afectada, pues tuvieron que trabajar de manera diferente para evitar estar muchas personas en un espacio.

La gente sigue llegando a La Cruz, no en las cantidades de otros años, pero sí llegan fieles, para continuar con la tradición de recordar a quienes ya se fueron de este plano de la existencia, pero cuyos recuerdos permanecen en sus seres queridos. La pandemia no puede terminar con la tradición de recordarlos.

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