Una mujer llega a la papelería propiedad de Paula Santos Ramírez para envolver un regalo. La comerciante atiende a la clienta. Son pocas las ventas que logra en estos días. La situación es complicada, pues en esta época del año, en otras ocasiones, ya estaban surtiendo listas escolares. Esta vez no es así, ya que el regreso virtual provoca que los padres de familia no surtan los útiles.

La papelería de Paula se encuentra muy cerca de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Hay escuelas cercanas, desde jardines de niños, hasta la misma universidad. Todo el tiempo, antes de la emergencia sanitaria, antes de que las clases se suspendieran, las ventas eran buenas.

Desde el comienzo de las clases virtuales el negocio sufrió un bache. Explica que la colonia Campanas es habitada por personas mayores, casi no hay niños, y el movimiento es cuando los niños acuden a clases.

Dice que el anuncio del comienzo de las clases virtuales no representará que aumenten sus ventas.

“No espero mucha afluencia de gente, porque aquí la ventaja es cuando vienen a clases presenciales. Muchos de los que vienen a las escuelas no viven aquí, entonces de paso, de salida, compran el material y se van. Ahora, con las clases en línea, van a comprar a las papelerías de sus colonias. Con las clases en línea no hay niños aquí”, menciona.

Explica que sus ventas van al día, y dependen de las clases en las escuelas y el flujo de alumnos. En marzo pasado aún hubo clases y las ventas eran normales. Pero a partir de abril las ventas cayeron. La situación es apremiante, pues debe de pagar la renta del local, así como los servicios.

En 25 años no recuerda una situación semejante. Lo más cercano fue la emergencia sanitaria por la influenza A-H1N1 en 2009, cuando tuvieron que cerrar, pero fue una semana lo que se suspendieron las clases.

Cierran negocios

Actualmente, comenta, “ mucha gente no cree. No cree y no guarda su distancia, no usa el cubrebocas. No sé cuánto tiempo podamos aguantar si esta situación sigue así. Tengo varios compañeros papeleros que ya cerraron”, señala Paula.

Indica que durante este tiempo ha sobrevivido gracias al apoyo que le dan sus hijos y algunos préstamos. Solamente así ha podido sortear la crisis. Tanto ella como su esposo se dedican a las papelerías. Lo complicado es pagar los servicios, así como los gastos de la casa.

Una mujer llega a la papelería. Quiere la envoltura para un regalo. Platicar con Paula. Ambas mujeres se conocen de tiempo atrás, pues conversan de un vecino de la zona. Recuerdan tiempos de otras décadas.

En la calle hay poco movimiento. La zona, en otros tiempos llena de gente, de comercios abiertos, atendiendo a los clientes, ahora están cerrados, con poco movimiento, apenas sobreviviendo a la crisis económica y la sanitaria.

Los papeleros son de los sectores más afectados por la emergencia sanitaria. Sus ventas dependen de las clases en las escuelas. Las clases en línea los golpean directamente.

Además, por orden de la autoridad, tiene que abrir sólo de las 10:00 a las 15:00 horas, contrario a otros giros comerciales que pueden permanecen abiertos durante más tiempo. Hay días que sólo llegan tres clientes.

Apunta que aunque las ventas para ellos han disminuido por la competencia de las tiendas de autoservicio, donde los clientes pueden pagar con tarjeta de crédito, eran buenos días por las listas de útiles escolares que llegaban a surtir.

Dice que si las clases se prolongan en línea hasta el próximo año será complicado que puedan sobrevivir. “No podemos seguir así. No aguantaríamos hasta el próximo año. Independientemente de nosotros, muchos negocios, muchos giros ya no aguantarían. El gobierno va a tener que hacer algo. No sé qué, pero va a tener que hacer algo, porque no vamos a poder aguantar. El mismo gobierno no va a aguantar, el estado va a tronar”, enfatiza.

Añade que en la colonia donde se ubica han aguantado mucho, pues en muy poco tiempo hubo tres obras que causaron que la gente se ausentara.

Sin embargo, han sobrevivido. En este momento no sabe si vaya a existir algún tipo de apoyo para ellos, pues los intereses de algunos préstamos gestionados a través de las autoridades no eran viables, ya que si prestaban en estos momentos, un mes después tendría que comenzar a pagarlo, aunque no hubiera venta y aunque las autoridades pagaran los intereses.

Otro ploblema a considerar

Además de la crisis y la caída de las ventas, los comerciantes de Las Campanas deben enfrentar otro flagelo que se ha hecho presente, el de la inseguridad.

Paula comenta que el viernes pasado hubo un operativo para atrapar a un delincuente. En días pasados supo de una mujer a quien le robaron dinero y teléfono celular.

Apunta que incluso entre los vecinos ya se pusieron de acuerdo para cuando vean algo sospechoso toquen los claxones de los coches para alertarse entre ellos.

Son tiempos complicados para los comerciantes que ven en peligro sus negocios, además de que los impuestos se siguen cobrando.

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