Iván Alexis Negrete asiste al centro de Salud Pedro Escobedo, ubicado en la calle de Pino Suárez, en el centro de la ciudad, para colocar la vacuna antirrábica a su mascota Chispita, su perra criolla, a la cual tiene desde hace 12 años y que desde que falleció su madre, es su única compañía en la vida. De ahí la importancia para procurarla.

Chispita, una perra color miel, se mantiene curiosa alrededor del lugar de vacunación. Su amo y amigo, Iván, sostiene su cadena de manera dócil, al no tirar bruscamente de ella sino que lo hace suavemente.

Iván, hombre de edad, dice que Chispita fue un regalo que le hicieron a su madre, quien falleció hace unos años. La perrita sabe trucos, pues obedece a Iván cuando le dice que se siente y le da mano. Luego de eso, viene una caricia en la cabeza.

Señala que la cuida mucho, pues en los días lluviosos la mete a su casa, donde tiene su camita para descansar como resguardo de las inclemencias del tiempo. “La cuido mucho porque es un ser que tiene vida, como nosotros. Siente lo mismo que nosotros, es más, un poquito más que nosotros”, asegura Iván.

Apunta que su relación es de cuidado mutuo, pues Chispita cuida de él, y él de ella, pues Iván vive solo desde hace ocho años cuando falleció su madre, y desde entonces “se la rifa” trabajando, es comerciante, vende especias en las tiendas, trabajo que heredó de su progenitora.

“Vivimos solos ella y yo. Pero eso sí, le doy su comida, le doy sus croquetas, diario le pongo agua. Es una nobleza como no hay una en la vida. Es muy juguetona, corremos, brincamos, es muy noble”, asevera.

Se confirma la nobleza de Chispita, pues al momento de ser vacunada no hace intento de huir o morder, como otros perros cuando reciben el biológico. La perrita no se inmuta, simplemente confía en su amigo Iván.

Subraya que el amor de Chispita es muy especial, pues perros así, “son muy pocos los que hay”.

Iván agrega que su educación es a la antigua, de respeto a los mayores, de educación de caballero, luego “me dicen señor y no soy casado”. Recuerda que un momento de su vida estuvo comprometido, pero su novia, de nombre Rosita, con quien iba a casarse tras nueve años de noviazgo, murió en un accidente automovilístico.

Hombre de conversación sencilla y fluida, dice que hasta ahora en su vida se da cuenta de algunas de las cosas que valen la pena, como la compañía de su perra.

Luego de unos minutos de charla, la enfermera que vacunó al can María Esther Morales Hernández aclara a Iván algunas dudas sobre los cuidados de Chispita como no darle agua en una hora, aunque sí de comer; posteriormente Iván Alexis se retira con su compañera, con quien comparte techo y que para él es más que un animal de compañía.

Procuran a los “perrhijos”

Los ciudadanos reconocen la importancia de vacunar a sus mascotas como Verónica Martínez Lozada, acompañada de su hija, Andrea Luna, y sus tres perros: Rocky, Yayis y Kofi, tres french puddle, a los cuales han adoptado a la largo de los años.

Rocky es el mayor, con cuatro años de edad, y parcialmente ciego, por una quemadura que sufrió en los ojos. Yayis fue un regalo de la hermana de Verónica, pues la perrita era vagabunda. Kofi es cría de Yayis, que después fue esterilizada.

Explica que los cuidados que le brinda a sus mascotas son especiales, pues en temporada de frío no les cortan el pelo y tratan de mantenerlos abrigados, además de la alimentación y sus atención veterinaria.

Dice que su esposo es quien quiere más a los perros, “son sus hijos. Quería más hijos y no (tuvimos). Son bien nobles. Llega uno a la casa y lo reciben a veces hasta con más gusto que los hijos. Los tratamos como si fueran parte de la casa”, relata Verónica.

Afirma que Yayis es la líder de la manada, y que defiende mucho a Andrea, pues cuando Verónica quiere abrazar a su hija Yayis le comienza a gruñir. Cuando Andrea llega de la escuela, los perros son su compañía, pues sus padres salen a trabajar durante el día y no están en casa.

Por su parte, Andrea Luna asegura que ama a sus tres perros. A Kofi lo considera su bebé, pues es cariñoso y muy juguetón. Agrega que está segura que los perros sienten el cariño que les tienen los seres humanos, más aquellos que en alguna parte de su vida vivieron en la calle, porque agradecen mucho los cuidados que les brindan sus amos, además de que son muy empáticos con los humanos.

Verónica añade que los perros son muy buenos compañeros de vida, ya que en días difíciles, al llegar a casa, su bienvenida es motivo para tranquilizarse, ya que se alegran de ver a sus dueños.

Los tres perros son vacunados por María Esther, no con pocas dificultades, pues oponen resistencia, a pesar de que sus dueñas los sujetan con firmeza. Kofi es quien más se resiste ante la aplicación del biológico, pero María Esther, quien cumple este año un década de trabajar en el centro de salud Pedro Escobedo, y el mismo lapso participando en las campañas de vacunación, aplica su experiencia para vacunar a los inquietos french.

Luego de llenar unas formas y entregar el comprobante de vacunación, María Esther entrega a Verónica las tres plaquitas, color verde, que confirman que las mascotas están vacunas con un biológico de calidad, de acuerdo a la Secretaría de Salud.

Actualmente la respuesta favorable de la sociedad para la vacunación de mascotas ha logrado que se conserve el récord estatal de Querétaro con cero casos de rabia.

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