Reyna Cortés viene desde Taxco, Guerrero, para vender sus adornos navideños hechos de hojas de maíz, acompañada de sus familiares. Durante un mes permanecen en Querétaro, tiempo durante el cual espera vender su mercancía.

Reyna espera pacientemente en la esquina que forman las calles de Madero y Juárez a que los clientes se acerquen a comprar sus productos artesanales, que por temporada vende en la capital queretana.

Las calles del primer cuadro capitalino están abarrotadas de personas. Paseantes y turistas se mezclan mientras caminan por las aceras. Algunos locales comerciales ya muestran los adornos clásicos de las fiestas decembrinas. Las series para los árboles de navidad, coronas, esferas, entre otros adornos ya lucen en los aparadores de las tiendas especializadas en decoraciones.

En el jardín Zenea ya se aprecian los primeros trabajos para la instalación del nacimiento monumental que año con año se coloca en ese sitio.

Reyna aprovecha la sombra de un edificio para protegerse de los rayos del sol. En una mano sostiene coronas hechas con hojas de maíz. Unas son blancas, o su color natural, mientras que otras son rojas y verdes. En la otra mano Reyna sostiene piñatas y esferas hechas de palma, “más resistentes que las esferas tradicionales”, afirma.

Dejan su hogar para vender.

Explica que tiene una semana en la ciudad de Querétaro, fecha en la que llegó con sus familiares a vender su trabajo. Pueden pasar hasta un mes en la entidad, hasta terminar de vender toda su mercancía.

“Yo aprendí de mi mamá, de ahí aprendí. Las bolsitas (de mano) también las hago, me enseñó mi madre, desde chiquita. En una corona me tardo unas tres horas (en hacerla), como ya sabemos hacerlas. Primero pintamos (el material) luego la armamos”, indica.

Una mujer se acerca a preguntar el precio de las coronas. Reyna dice con seguridad que son 100 pesos. Al igual que ella hay otros vendedores que provienen de Guerrero. Es el caso de Araceli, mujer de mediana edad que también vende sus adornos hechos con hojas de maíz. A ella la acompaña su esposo, quien también lleva su mercancía.

Reyna explica que junto con su esposo e hijos rentan una casa en la ciudad, pues es más seguro para ellos, ya que su mercancía no peligra, además de que en los albergues no les conviene estar porque los levantan muy temprano, mientras que en la casa que rentan tienen más margen de maniobra.

Para comer, dice, a veces lo hacen en los mercados capitalinos. Otras ocasiones ellos mismos preparan sus alimentos, “a lo que Dios nos da”.

Señala que los únicos momentos que tienen de descanso son en la noche, pues trabajan todos los días. Cuando terminan de vender toda su mercancía se toman dos o tres días de descanso, antes de volver a vender sus productos.

Al igual que Reyna, Araceli vive en una vivienda rentada, donde todos duermen y cooperan para pagar la renta y en ocasiones los gastos que se tienen a diario en la casa. Muchas personas preguntan los precios de los productos, pero pocos son quienes compran. Pese a ello, Araceli dice que “ahí van las ventas”.

Araceli se ubica en la calle de Madero, entre Juárez y Allende, aunque como muchos de estos vendedores provenientes de Guerrero se mueven constantemente por las calles de la capital del estado.

La Navidad invade las plazas.

Las plazas y jardines ya lucen los adornos decembrinos. El jardín Guerrero ya luce, entre la fuente y la efigie de Vicente Guerrero, un monumental árbol navideño ya se alza. En el Zenea los primeros trabajos para el nacimiento monumental se tienen instalados.

En tanto, en el jardín de la Corregidora, el árbol de la amistad ya se instaló, para que en la noche se encienda. Otro lugar que vive en espíritu navideño es la Alameda Hidalgo, que en su puerta de Zaragoza ya tiene su árbol navideño, mientras que a un costado hay una esfera, donde los paseantes aprovechan para tomarse fotografías, pues se puede tener acceso al interior de la misma.

Aún en la mayoría de las tiendas del centro no se han colocado en su totalidad los adornos navideños, aunque en muchos ya se venden los productos tradicionales.

Los estacionamientos del primer cuadro viven buenos días, pues debido a la gran cantidad de personas que visitan el centro muchos están llenos de manera constante. “Cupo lleno”, se lee en las puertas de varios de ellos, mientras media docena de autos están detenidos afuera de las mismas.

Otros más permanecen cerrados al público. Los lugares en la calle son cotizados, y los automovilistas circulan despacio, en espera que un sitio se desocupe, para dejar ahí el vehículo y pasear o comprar.

Las diferentes áreas verdes de la ciudad también se visten de Navidad, como es el caso de la glorieta ubicada en Corregidora y Universidad, donde está la estatua de Ignacio Pérez, que en estos días es rodeada de flores de nochebuena.

Época de consumo.

Donde ya se vive con todo el “ambiente” navideño es las diferentes plazas comerciales, como la ubicada muy cerca de la plaza de toros Santa María, donde la decoración por los fiestas navideñas ya se encuentra instalada.

El típico pino navideño se cambió este año por un paisaje polar, con algunos zorros blancos, con rasgos infantiles, así como un espacio para que los menores se puedan tomar una imagen con Santa Claus.

Las tiendas aprovechan el “espíritu navideño” para vender a los clientes sus productos, y “demostrar el afecto por ese ser querido”. Las ofertas se anuncian para este fin de año, a 12, 18 y 24 meses sin intereses. Los productos de temporada son los más buscados por los compradores.

Árboles de Navidad, esferas, adornos para la casa que van desde coronas, inflables, juegos de baño, manteles, hasta nacimientos y villas invernales, se pueden encontrar en los locales de los centros comerciales.

En los siguientes días los queretanos podrán acudir también a otros lugares típicos para las compras navideñas como son los mercados públicos, donde también se instalan puestos de temporada.

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