“Es muy rápido. No te da tiempo de pensar, es lo mejor que te puede pasar. Antes estás con mucho nervio, con mucho miedo”, dice Antonio Vera, empresario taurino y cabo de la cuarta generación de los Forcados Queretanos, sobre lo que pasa cuando se tiene a un toro de más de 500 kilogramos a un metro de distancia.

Actualmente empresario, Antonio señala que el gusto por los forcados lo trae de familia, pues su hermano, Eduardo Vera, fue cabo de segunda generación.

Así, le tocó crecer con ellos y ver la primera generación, que son de 1982, mismo año en el que él nació; por lo que tuvo la oportunidad de ver forcados por mucho tiempo.

“Mi familia es muy taurina, igual que futbolera, y dije: Uno o el otro. Nos inclinamos más por el toro, me gustó”, indica.

“Me gusta el misticismo de los forcados, que es enfrentar cuerpo a cuerpo al toro, tú contra el animal. Aquí lo más que le puedes hacer al animal es clavarle una uña o un diente”, comenta en broma.

Indica que en la arena del ruedo todo pasa muy rápido, más cuando el toro embiste y se tiene a una corta distancia, da poco tiempo para pensar lo que es bueno.

Estar frente a un toro de lidia da miedo, confiesa Antonio Vera, porque ellos ya saben a lo que van: a recibir golpes.

“Pero ya estando en el momento es decir: Sí puedo. Es concentrarte para que las cosas salgan lo mejor posible y salgas lo mejor posible librado”.

Precisa que antes de entrar al ruedo a una pega sólo queda concentrarse, escuchar al cabo, si es que tiene un consejo para darte, y hacer las cosas como Dios manda.

Explica que él, cuando era cabo, les decía a sus compañeros forcados en qué condiciones veía al toro, qué tenían que hacer, les pedía que se concentraran y, sobre todo, les indicaba que los disfrutarán y pensaran que el toro era para ellos. Más otras palabras de aliento y consejos.

Ser forcado es riesgoso y, para muestra, las múltiples fracturas que Toño sufrió: “Tuve fractura de esternón, rodilla, columna, de hecho ahorita ando operado de la columna”.

Explica que como cabos se dan cuenta de quiénes tienen cualidades de forcado. Añade que no le gusta engañar a los muchachos cuando no se ve que tengan madera, pues además de que se pueden lastimar, ponen en peligro a sus compañeros.

“Conforme van entrenando vas viendo a la gente, vas viendo para qué es bueno, qué no le sale tan bien, y conforme pasa el tiempo vas viendo si está listo. Entrenan con vacas, carretilla y uno decide cuando un cuate está listo y se le da una oportunidad”, abunda.

En su carrera como forcado recuerda una tarde en la Plaza de Toros México, en la capital del país, fue el 4 de febrero de 2012, en una corrida por el aniversario del Coso de Insurgentes. El cartel reunía a Ana Batista, Octavio García El Payo, Alejandro Talavante y Joselito Adame.

“Pegar un toro ahí era un sueño que teníamos como grupo y regresar ahí 20 años después. A mi hermano le tocó llevar al grupo la primera vez y a mi me tocó 20 años después. Y, como va este grupo, esta generación, creo que pronto regresarán a la [Plaza de Toros] México, pues cada generación escribe su historia”, concluye.

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