Un chico moreno y con cabello negro crispado camina con agilidad por un largo pasillo. Un bastón gris y alargado le hace compañía, mientras recorre los salones y se adentra en las instalaciones de la Universidad Politécnica de Santa Rosa Jáuregui (UPSRJ).

Músico desde los seis años y atleta desde los 11, Rodrigo Delgadillo Morales ingresó a la UPSRJ por las recomendaciones de uno de sus hermanos, egresado de la misma institución como ingeniero mecánico. Aunque en un inicio, no se “animaba” a formar parte de la escuela, una visita a las instalaciones de la universidad y una entrevista con Claudia Frost Nájera, coordinadora del programa para ciegos y débiles visuales, fue suficiente para que decidiera formar parte de la institución y matricularse en la licenciatura de Terapia Física.

Rodrigo y su hermano “cuate” nacieron a los siete meses. Al ser prematuros, tuvieron que ser internados. No obstante, tres días después de nacer, una negligencia médica ocasionó que su visión se oscureciera.

“En el momento en el que estaba en la incubadora, se me acaba el oxígeno. La enfermera llega y abre el otro tanque de golpe, pero no lo regula; el oxígeno se me va al cerebro y se me desprende la retina”, relata el chico 20 años después, desde una de las aulas.

Con cuatro meses, Rodrigo ingresó a estimulación temprana a la Ciudad de México, en una escuela ubicada en la delegación de Coyoacán. Ahí aprendió a tocar diversos instrumentos musicales, como el teclado, el piano, la batería, la flauta y varios tipos de percusiones. Sin embargo, con el paso del tiempo, en quinto de primaria, tuvo que cambiarse a una escuela regular, sin un programa de inclusión establecido, lo que generó dificultades en su aprendizaje y una convivencia difícil con sus compañeros.

“Como todo, fue complicado al inicio porque al menos donde yo estudié la primaria y secundaria, incluso en prepa, los programas de inclusión no eran de inclusión como tal. En primaria y secundaria estaba en blanco y además había que estar lidiando con los compañeros, que en algún momento te molestaban.

“Sufría discriminación o algunos compañeros que te hacían travesuras, como bullying. Básicamente es eso o estar con maestros que no quieren adecuar su forma de enseñar en muchas cuestiones. Al principio si me decaía mucho, pensaba ‘¡Cómo es posible, si yo no les he hecho nada!’. Poco a poco me fui acostumbrando y llegó un momento en el que no lo toleré y me empecé a defender, porque en algunas ocasiones estaba yo sentado, llegaban y me golpeaban… me aventaban cosas o me escondían el bastón o cualquier otra travesura que se les ocurriera”, relata.

Para cursar la preparatoria, Rodrigo se mudó con su familia de la Ciudad de México a Querétaro e ingresó a la Escuela de Bachilleres del estado. “A diferencia de la secundaria, con los compañeros nunca tuve problemas de discriminación o bullying. Los chavos siempre fueron respetuosos en ese aspecto; pero aquí [en Ossie] es otro mundo. Los chavos ya son más conscientes y se han ido adaptando a mí.

“El primer día, cuando entré [a la universidad politécnica] los compañeros tenían miedo. No sabían cómo hablarme o cómo acercarse. Ahora los chavos ya no temen acercarse a una persona con discapacidad; la ven como cualquiera y en algunas ocasiones agarran mi bastón y caminan con los ojos cerrados”, menciona.

Obstáculos

Sufrí rechazo familiar cuando era chico, pero afortunadamente poco a poco eso se ha quedado atrás. Ya no me afecta cuando llegó a tener ese tipo de situaciones, porque al vivirlo día a día no es que te vayas a acostumbrando, pero lo tomas de una manera... como que te da igual y te motiva más a seguir adelante”, menciona el estudiante de primer semestre de Terapia Física.

Además de sus logros académicos, a los 20 años Rodrigo ha logrado obtener cuatro primeros lugares en losjuegosparalímpicos estatales y ha destacado en actividades como el salto de longitud, lanzamiento de disco y bala. Además de sus logros como deportista, a la fecha Rodrigo toca alrededor de 15 instrumentos, entre ellos el acordeón y la melódica.

“En Coyoacán me enseñaron todo. A ser una persona autónoma, independiente y útil sobretodo. [En un futuro], sin duda, me imagino con una familia sólida con algo qué ofrece y un patrimonio hecho de la mejora manera”, menciona Rodrigo al señalar que no descarta la idea de estudiar con el tiempo una segunda licenciatura, música.

“Con la carrera me gustaría titularme. Ese es uno de mis principales objetivos y poco a poco ir haciendo mis propios medios; tener mi clínica y ¿por qué no? Ser una persona exitosa como empresario. Tener varias clínicas de rehabilitación, no solamente una. Al principio entré aquí y me dio curiosidad de qué se trataba la carrera, porque me dedico al deporte y en algunas ocasiones llegué a sufrir lesiones, justo ese tipo de situaciones”, añade.

Campeón.

Al igual que en años anteriores, este año Rodrigo representará al estado de Querétaro en los juegos paraolímpicos nacionales y si logra obtener un buen puntaje, participará en la selección mexicana y concursará de forma internacional.

“[El deporte y la música] son una motivación y cuando toco expreso lo que siento y saco todo el estrés. Cuando hago las demás actividades, me olvido de las cosas y nada más pienso en lo que estoy haciendo. No me acuerdo de nada más.

“La verdad, en algunas ocasiones hay que batallar mucho en la calle, porque a la gente le pides de buena manera las cosas y hay personas que son groseras o cuando pasas por la calle te avientan y les vale gorro. En muchas cosas sí batallas, pero todos los días se batalla con eso. En todos lados vas a encontrar gente buena y gente mala”, dice.

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