Desde los siete años de edad, Arturo Bautista se dedica a reparar bicicletas. Su padre, ex corredor de bicicletas de ruta, fue quien lo inició en este oficio. A sus 43 años, ya no suele subirse mucho a la bicicleta, pues un accidente que tuvo en la misma le dejó una lesión en la espalda.

Arturo arregla la cámara de una bicicleta. Luego revisa los engranes de la velocidad, para proceder a inflar en neumático y montarlo en el vehículo color plata y negro. Revisa que la cadena esté bien colocada y termina su trabajo.

El taller en donde trabaja se ubica en la parte de atrás de una tienda especializada en bicicletas, en la calle de Río de la Loza.

Originario de la Ciudad de México, pero avecindado en Querétaro desde hace más de dos décadas, señala que su padre, Salvador Bautista, decidió abrir su taller de reparación de bicicletas a raíz de que se quedó sin trabajo en la empresa en que laboraba.

De ocho hermanos, sólo él decidió seguir los pasos de su padre. Su carrera como mecánico de bicicletas la comenzó con su progenitor; trabajó en su taller, para luego laborar en otras empresas, y, desde hace poco más de un año, hacerse cargo del taller de la tienda Roda Moda, en el Centro Histórico.

Recuerda que en el taller de su padre, en la Ciudad de México, les iba muy bien. Llegaba todo tipo de personas a arreglar sus bicicletas, desde trabajadores que las usaban para reparto o transporte, hasta fieles que las usaban para ir a peregrinar a alguno de los santuarios de la República Mexicana.

Señala que su padre, por la edad, cerró el taller y no siguió con el negocio familiar, que se ubicaba en la colonia Ticomán, en la delegación Gustavo A. Madero.

“Llegaba de todo tipo de gente, muchos eran trabajadores que llevaban de estas bicicletas turismeras, y muchos que iban a peregrinaciones, que querían poner sus bicicletas al 100”, indica el hombre.

Comenta que para él, quien tiene casi cuatro décadas de arreglar bicicletas, no se le complica hacer su trabajo, a pesar de que incluso sus hermanos le han dicho que es difícil; sabiamente apunta que hay personas que tienen ciertas habilidades para algunos oficios.

Sin dejar de trabajar, Arturo precisa que en darle mantenimiento a una bicicleta puede tardar entre tres y cuatro horas, aunque si están en muy mal estado se puede tardar más.

“Pero no se me complica nada. Todo lo sé hacer. Si me la traen en pedacitos, así la arreglo”, dice con una sonrisa.

Orgulloso, presume la restauración de una bicicleta inglesa, “de esas de azotea”, que por estar arrumbadas y a la intemperie terminan en condiciones lamentables. Ahora, el vehículo está en perfecto estado, luego de que Arturo “le dio amor”, y de que incluso se pensara vender como fierro viejo; como son bicicletas antiguas valen más, añade.

Arturo narra que dejó de andar en bicicleta por un accidente: “Me aventó un carro y tengo un problema en la columna. Esto fue hace como unos 15 años, allá en México”.

Dice que su jornada laboral inicia a las 11:00 horas y termina a las 19:00, arreglando, cuando se trata de trabajos menores, alrededor de tres bicicletas al día.

Con 20 años de casado y tres hijos, indica que el mayor de sus vástagos es el que “más se le pega” para trabajar, mostrando interés en el oficio, aunque lo que sí no hacen es andar en bicicleta, en un asunto paradójico. Incluso, vendió las bicicletas de sus hijos y les dio en dinero de esas ventas a ellos.

Agrega que en Querétaro hay un auge de la bicicleta, aún más que en la Ciudad de México, de donde llegó porque “se casó en el estado”, ya que su esposa es de Tlacote, comunidad en donde viven actualmente.

El negocio donde trabaja Arturo es propiedad de Carlos Uriegas, comerciante de bicicletas desde hace seis años, en donde además ofrecen mantenimiento a las unidades, así como recorridos turísticos.

El taller

Carlos Uriegas indica que el negocio surgió primero por el gusto ala bicicleta, pero luego el hobbie se convirtió en algo más serio.

“Lo principal sería la venta de bicicletas y accesorios urbanos. Estamos enfocados más hacia el ciclista que ve la bicicleta como un medio de transportarse. Hay otro que es el ciclista deportivo, el que se va los fines de semana a la montaña, o es ciclista recreativo, que agarra la bici y se va a la carretera”, explica.

Apunta que sus clientes son aquellos que ven a la bicicleta como un medio para trasladarse en la ciudad, que permite moverse sin contaminar, haciendo ejercicio y de manera económica.

Si bien reconoce que hay percances, éstos se deben mucho a lo inseguro del entorno y no tanto a la bicicleta.

Incluso, subraya que el mantenimiento de las bicicletas es muy económico, comparado con el que se debe de dar a un automóvil. Explica que un servicio preventivo no cuesta más allá de 150 pesos y se recomienda cada nueve meses, mientras que un servicio más profundo alcanza los 350 pesos.

Añade que los trabajos que más se hacen en las bicicletas es la compostura de las cámaras de las llantas, que son muy accesibles; aunque también en las bicicletas hay clases, pues existen unidades de gama alta, cuyas refacciones y mantenimiento se eleva.

“Depende mucho del material y los componentes de los que está elaborada la bicicleta. Hay bicis importadas que también subieron de precio por el tipo de cambio; pero las marcas mexicanas, que son buenas, hechas de aluminio o fibra de carbono, encuentras bicis desde 3 mil pesos hasta 80 mil. Va a tener que ver si es fibra de carbono, eso eleva mucho el precio, porque pesan dos o tres kilos, pero están más dedicadas a la competencia. Ya quien trae una bici de fibra de carbono es porque compite y se la patrocinan o es el ex gobernador de Veracruz”, dice.

Refiere que por lo costoso de las bicicletas de fibra de carbono, que tienen una vida útil de cuatro o cinco años, y por el desgaste del material, no son tan populares; siendo las hechas con aluminio y acero las que predominan.

Además de la gama, explica que existen distintos tipos de bicicletas. En los últimos años, dice, las urbanas son muy populares por su estética y comodidad; están las de montaña, también muy prácticas para ciudad, por tener suspensión, que ayuda con las imperfecciones de las calles de la ciudad, así como las de ruta, que son con una posición más reclinada, cuya propósito es rodar más rápido.

Como experto, precisa que se necesita cierta capacitación, pues cosas como parchar una cámara, ajustar los cambios y engrasar una cadena es sencillo. En el caso de Arturo, su mecánico, con la experiencia que tiene, señala que sólo escuchando cómo rueda la bicicleta sabe qué tiene, aunque lo que se puede complicar un poco más es el ajuste de los frenos y las suspensiones, en donde comienzan a especializarse los mecánicos de bicicletas.

Los tiempos han alcanzado a las bicicletas concluye, que se modernizan, incluso hay algunas eléctricas, con accesorios que costosos o hechas a la medida, pero es para los competidores, quienes pueden costear esos “lujos”.

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