Cuando nosotros empezamos el proceso de adopción queríamos una bebé, pero teníamos que estar hablando cada mes al DIF”, hecho que desanimó a Ana Lidia Bocanegra y Marco Antonio Hernández, pareja que llevaba más de 10 años intentando tener hijos. Por esta situación, decidieron adoptar a dos niñas, ambas hermanas de cuatro y nueve años, una de ellas con una enfermedad crónica, muy similar al autismo.

Marco Antonio narra que existen muchas personas que ofrecen un sinfín de opciones cuando se dan cuenta que hay una pareja casada que no ha tenido hijos, desde adopciones entre particulares, “sobadas de panza” y brujería.

“Te ofrecen de todo, adopciones que son legales, pero que son entre particulares, no se logró y fue una experiencia muy fea, nos quitaron a la niña prácticamente de los brazos, era una adopción legal pero la mamá tenía que firmar los papeles y no se logró (…) Fuimos al Estado de México porque explicaron que había mujeres que no podían mantener a sus hijos y que naciendo te los daban”, detalló Marco Antonio.

Después de superar un poco ese camino de vicisitudes, recurrieron al sistema estatal del DIF para colocarse en lista de espera y poder adoptar a un bebé, pero el tiempo era de aproximadamente un año, porque adelante de ellos había otras 80 parejas con ficha de adopción para un menor.

“Nosotros pensábamos en una niña pequeña, pensábamos en una bebé, pero dijimos nos vamos a hacer viejos y a lo mejor mientras que esperamos a que llegue una bebé para nosotros se nos va a pasar el tiempo”, expresó Ana Lidia con buen humor.

Por eso, juntos decidieron cambiar su solicitud ante el DIF y buscaron a la niña más pequeña que estuviera en adopción; esa niña resultó ser Luz Daniela, quien tenía cuatro años, pero además tenía un “problema”, una hermana de nueve años de la que no se podía separar.

“Nos dijeron, sí hay una, pero tiene un problema, así nos lo dijeron, tiene una hermana y no se pueden separar, su hermana tiene nueve años y nos dijeron que tenía retraso global del desarrollo, probablemente epilepsia, autismo, nos platicaron muy feo, que estaba muy mal María, les digo que siempre me la imagine en una silla de ruedas con la boca abierta y la baba saliendo”, asegura Ana Lidia.

Dos años de proceso

A pesar del panorama planteado por el DIF, la pareja inició el proceso de adopción, el cual comenzó en 2008 con visitas, y concluyó en 2010 cuando las pudieron llevar a su casa. En ese entonces, María de nueve años y Luz Daniela de cuatro años, estaban en primero del jardín de niños.

“Fue de inmediato, dijimos si nos interesa y al día siguiente había competencia de taekwondo, nos la enseñaron, y después empezamos la convivencia, no podíamos quedárnoslas, ni teníamos donde se quedaran, 10 años solos y sin hijos y el cuarto estaba para tiliches (…) En 2008 comenzamos el trámite, y ellas llegaron el 11 de noviembre de 2010”, señaló Marco Antonio con una sonrisa en la cara, y agregó que el acta de nacimiento en las que las niñas tenían sus apellidos fue hasta diciembre de 2012.

Debido a las experiencias anteriores, ambos decidieron mantener todo este proceso de forma privada, hasta que fuera un hecho que iban poder adoptar a las menores. Ninguno de los familiares de Ana Lidia y Marco Antonio sabía lo que estaban planeando.

“Nosotros no les habíamos dicho nada hasta que ya las visitas con las niñas eran muy seguidas, los juntamos y les contamos y todos se quedaron mudos. El proceso de aceptación es muy difícil, para todos”, relataron.

Para que la familia de Ana Lidia comenzara a integrar a las nuevas hijas como otro miembro más, transcurrió algo de tiempo, ya que les costó trabajo decirles nietas, sobrinas o primas.

“Hay a quienes les cuesta trabajo decir que son sus familiares, yo lo vi en mi familia, les cuesta trabajo decirles sobrinas, nietas, llamarles por sus nombres, dicen esas niñas, lo hacen despectivo, ahora ya no, pero el trato era muy diferente con los primos de sangre que con ellas, yo vi que la adopción fue muy difícil para las dos familias.

“ A mi mamá le costaba mucho trabajo aceptar a la grande, decía que por qué no la regresaba. Ahora veo que los saluda con mucho cariño, María se la ha ganado”, destacó Ana Lidia, un poco molesta al recordar esa época.

Lo más difícil de haber adoptado a las hermanas, aseguró Marco Antonio, es hacerles entender que existen reglas y debe haber disciplina, sobre todo María, quien ya tenía nueve años, lo que hacía que sus malos hábitos fueran más difíciles de transformar.

“María con la enfermedad todavía tenía accidentes de hacerse del baño, los hábitos de hacer tarea, bañarte todos los días, es lo que cuesta, pero la satisfacción que después de siete años vamos muy bien”, compartió Marco Antonio.

Hoy en día Ana Lidia, Marco Antonio, Luz Daniela y María forman una familia como cualquier otra, y a pesar de que las niñas saben que son adoptadas, para ellas son su papá y mamá sin importar los lazos sanguíneos, ya que el corazón y la convivencia diaria es lo que forjan y fortalecen su relación.

Estado de adopción

El sistema DIF tratará este año de impulsar la adopción para niños mayores de siete años, ya que de acuerdo con el director, Juan Pablo Rangel, hay 260 casos de este tipo en espera de que una familia les abra sus puertas.

“Tenemos 260 para ser exactos (…) lo que queremos es poder cambiar la vida de estos menores, con que podamos dar uno en adopción ya le cambiamos la vida, porque ellos están destinados a no salir (…) Lo que creemos es que la gente no sabe que existe este grupo de niños que tienen una situación jurídica resuelta”, manifestó Rangel Contreras.

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