Representar los siete pecados capitales en una piñata de siete picos, darle golpes hasta romperla y obtener recompensas en forma de fruta o dulces, es una tradición mexicana que se niega a desaparecer, gracias a personas como Jorge Rico, que fabrica piñatas tradicionales junto con su esposa Patricia Rangel desde hace más de 20 años.

El matrimonio originario del estado de Hidalgo comenzó a fabricar piñatas desde que su hijo más pequeño, José, cumplió su primer año. En la celebración de aquella fiesta infantil, donde no faltó la piñata, la inspiración se sembró en la pareja y juntos comenzaron a fabricar piñatas tradicionales en forma de estrella. Primero en Hidalgo, y desde hace 17 años en Querétaro.

Comenzaron con esa actividad sólo por hobbie, pero después surgieron los clientes y comenzaron a fabricar más y más piñatas. Ahora, 21 años después y ya establecidos en Querétaro, la pareja fabrica en promedio 600 piñatas al mes, pero en diciembre la demanda aumenta, por lo que llegan a crear 3 mil o 4 mil piñatas.

“El 99% de las piñatas que vendemos en estas fechas es la de forma de estrella, piñatas tradicionales. Todavía se usa comprar piñatas en navidad, creo que es una tradición en todo México”, comenta Jorge Rico, que junto con su esposa, es dueño de una de las tiendas ubicadas en Ejército Republicano, junto al acueducto de Querétaro, una zona tradicional y muy conocida por la cantidad de piñatas que se ofrecen en distintos locales.

Aunque Jorge reconoce que se dedican a la elaboración de piñatas por la necesidad de trabajar, también dice que ama su trabajo. Le gusta elaborar piñatas todos los días y que sus herramientas de trabajo sean periódico, engrudo, papel maché y muchos colores.

“Hacer una piñata lleva su tiempo. Primero tenemos que hacer lo que llamamos la bola, que es donde se ponen los dulces, lo hacemos en un día, tardamos todo un día en que se seque, generalmente usamos moldes de olla o de alguna pelota. Después viene el decorado que es de más o menos una hora o dos horas, dependiendo del tamaño de la piñata”, comparte.

Tradicionales pecados

Lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia son los siete pecados capitales que tradicionalmente se representan en las piñatas que llevan el mismo número de picos. Jorge dice que la mayoría de sus clientes sí conocen ese significado, por lo que exigen que la piñata tenga siete picos y no ocho.

“La tradicional piñata es la de siete picos, porque son los siete pecados, aunque también hacemos algunas de ocho picos por cuestiones estéticas y por algún pecado por ahí que alguno no quiera reconocer. La gente que viene y compra generalmente sí conoce la tradición de los siete pecados y además hay gente muy especial que quiere piñatas sólo de siete picos, y algunos otros que se enfocan más en la vista de la piñata, en los colores”.

La piñata más chica y económica que se vende en la tienda de ‘Piñatas Scooby’ es de 50 pesos y se usa generalmente para decoración. También están las piñatas medianas ‘tipo posada’ que cuestan entre 120 y 180 pesos, las piñatas más grandes cuestan entre 300 y mil 500 pesos y generalmente las compran las empresas para decorar sus oficinas.

Tradición que no cambia.

En tantos años de vida que tiene la tradicional piñata en forma de estrella, el método y los materiales para elaborarlas ha cambiado poco, dice Jorge Rico. La técnica de dar forma a base de periódico y engrudo es la misma, como también el método de secado al sol. Lo único que ha dejado de usarse es el cántaro por considerarlo peligroso para los niños, ahora casi toda las piñatas están hechas 100% de papel.

También se ha desvanecido la costumbre de elaborar piñatas en familia y se ha vuelto una actividad más comercial.

“La piñata de barro ya no se vende, la gente no la quiere porque temen que se vayan a lastimar los niños, toda la piñata ya es de papel, nosotros a veces usamos cartón, pero el 90% de la técnica es papel maché, es decir periódico y engrudo, que no hay otra cosa o pegamento que supla al engrudo”, dice.

Jorge y Patricia fabrican piñatas desde hace 21 años, pero no son los únicos que se benefician en las fechas decembrinas, también lo hacen otros comerciantes que de un día para otro hacen piñatas y las venden a un costo inferior, aunque con menos calidad.

“Cada vez hay más gente que fabrica piñatas, el detalle es que en esta temporada muchos comerciantes que no hacen estrellas las hacen sólo para vender, pero las hacen muy frágiles, sólo les dan vista, pero en la práctica la piñata se rompe casi de inmediato, no aguantan los golpes o el peso de los dulces.

“Nuestras piñatas que están hechas para posadas deben soportar arriba de 6 o 7 kilos de dulce o frutas, y las otras que hacen a veces no aguantan ni un kilo. Para la gente que busca algo económico, esa es una opción. La recomendación sería invertir un poquito más en la piñata para que cumpla su función, que aguanten más”, refiere.

Combatir los altos precios

Ambos fabricantes de piñatas aman tanto su trabajo, que no piensan cambiar de oficio. Siguen dispuestos a mantener viva la tradición a pesar de las dificultades económicas, como la disminución de ventas y el aumento en el precio de los materiales de trabajo.

“Comparado con lo que vendíamos hace cinco años, las ventas en diciembre han disminuido en un 30%. Anteriormente las empresas pedían estrellas grandes para la decoración pero ahora hacen pedidos más pequeños o no piden piñatas. Sin embargo esto se compensa con las otras fiestas que hay en el año, las fiestas infantiles en donde nunca falta una piñata”, agrega.

‘Piñatas Scooby’ junto con otras tiendas ubicadas en la zona de los arcos, junto al mirador de La Cruz, se ha convertido en una zona comercial conocida por las coloridas piñatas que todo el tiempo están en exhibición y son un punto de atracción sobre todo para turistas, que no pierden oportunidad de tomarse una foto para presumir la tradición mexicana.

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