Marthita recibió ayer la mejor noticia en sus 11 años de vida: le ganó la lucha al cáncer. Junto con su madre, Maricruz Lule Cisneros, podrán regresar a casa, en Naucalpan, Estado de México, luego de pasar todo ese tiempo en el Hospital Infantil Teletón de Oncología (HITO), donde recibieron atención médica.

Para Martha Itzel Figueroa Lule, o Marthita, como la conocen en el hospital, recuerda con exactitud el tiempo: dos años y tres meses. Ese lapso fue el que pasó enferma de leucemia linfoblástica. Actualmente, con un “sí”, responde cuando le preguntan si se recuperó de este padecimiento.

Dice que se siente muy contenta de haber recuperado la salud, y aunque de grande quiere ser muchas cosas, aún no sabe a qué se dedicará, ahora que venció a la enfermedad que, de acuerdo con las cifras del Sector Salud, es la segunda causa de muerte en menores en edad escolar en México.

Maricruz dice que su hija está feliz, contenta. Señala que a pesar de pasar por una experiencia traumática, estar en el HITO fue menos estresante, pues encontraron buena atención, buenos oncólogos, además de que cuentan con una casa para vivir.

“En otros hospitales o no hay radiación, no hay quimios, no hay lugar, y afortunadamente aquí hay todo”, asegura la señora.

Los rostros de Marthita y Maricruz lucen contentos. La pequeña escucha con atención las palabras de su madre, la voltea a ver de vez en cuando. Narra que al principio todo fue difícil, pues nunca esperaron pasar por algo así, pero le ve el lado positivo, pues indica que ahora valoran más “el día a día”, además de que la familia se unió mucho más con esta experiencia.

La otra hija de Maricruz, de 20 años de edad, motivaba a su hermana menor, diciéndole que de la leucemia podía recuperarse, y que lo único que debía de tener era mucha paciencia, ser muy cooperativa y que todo iba a pasar.

Sin embargo, hubo días complicados, malos, cuando estaba en terapia, por lo mismo del tratamiento, pero todo valió la pena, porque no perdió el objetivo de estar ahí, que es comprometerse.

Marthita dice que durante este tiempo que estuvo en tratamiento recibía clases en el HITO, donde hay maestros que imparten clases. Maricruz agrega que hay talleres, escuela, áreas recreativas y voluntariados, quienes ofrecen sus servicios gratuitos a los menores.

“Aquí los niños no pierden su infancia, se vive como si se estuviéramos afuera. No parece un hospital, parece una hermosa casa aquí, muy colorida. También hay talleres para los padres, hay corte y confección, hay vidrio artístico, hay artes, hay de todo aquí”, sostiene.

Este ambiente, apunta la señora Maricruz, es positivo, porque siente que no está en un hospital, lo que ayuda a que no se estresen más los pacientes y sus respectivos familiares.

“Aquí nunca van a encontrar a un niño que se vea así, como enfermo, porque aquí la atención es muy buena, aquí hay calidad de vida. Los niños no se ven tan delicados como allá afuera, aquí tenemos una habitación muy bonita, con dos camas, hay cable, tiene de todo lo que una habitación de un hotel de lujo”, precisa.

No sólo eso, agrega Marthita, pues entre semana y fin de semana hay salidas a lugares como el centro, las plazas comerciales, además de que hay voluntarios que acuden los fines de semana a realizar actividades lúdicas con los menores.

Marthita dice que le gustan el cine y el teatro, sitios a donde los llevaron en varias ocasiones durante su estancia en el HITO, por lo que su estadía en este lugar no fue pesada ni para ella, ni tampoco para su mamá.

A partir de este miércoles Maricruz, Marthita y su hermana llevarán otra vida. “Ponernos más felices”, dice Maricruz. “Regresar a mi vida. Estoy feliz porque mi hija ya terminó el protocolo y ya no le van a poner medicamentos. El riesgo ya no está. Lo complicado terminó. Sé que esto es para toda la vida, igual muchos cuidados, pero ahora a recuperar mi vida, porque sé que tengo una hija más, allá afuera también me necesita. Ahorita la que me necesita es Marthita, porque estaba delicada, pero a todos los hijos hay que verlos.

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