El día es fuera de lo común en el penal femenil. Las familias acuden desde temprana hora. Llegan con pizza, pollo frito, o barbacoa, que degustan con refrescos, junto con las mamás que purgan una pena en el centro de reinserción social. Abrazos, miradas tiernas y lágrimas son comunes en este 10 de mayo.

En el área común del penal femenil de San José El Alto, un patio rodeado de áreas verdes, es el escenario donde se realiza el festejo del Día de las Madres. En un costado se ubican los puestos con los objetos y artesanías que elaboran las reclusas dentro del lugar, como rompecabezas, aretes, collares, cojines y peluches, como parte de sus actividades productivas dentro centro penitenciario que dirige Gloria Elisa López Mier.

Del otro lado, las mesas están ocupadas por las mujeres y sus familias durante el convivio del 10 de mayo, que coincide con el día de visita. Familias enteras comparten un momento con las internas que tienen que purgar una pena dentro de la prisión.

Las medidas de seguridad son rigurosas. No es sencillo ingresar al interior del penal, hay que pasar varios filtros de seguridad, varias puertas antes de llegar al lugar de la convivencia.

En la mayoría de las mesas se almuerza, se comparten los alimentos, bebidas, charlas; así como intercambio de miradas amorosas, abrazos, sollozos, lágrimas, todo ello se conjuga en un momento, en donde la libertad se convierte en el tesoro más preciado.

Algunos de los presentes fuman un cigarrillo mientras charlan con sus familiares, quienes lucen radiantes para la ocasión, uno de los días más especiales para la población del centro penitenciario.

Sin embargo, el cuerpo de custodios, en su mayoría mujeres, no pierde de vista el festejo y la convivencia entre internas y familiares.

Existe confianza entre unas y otras, se conocen mutuamente, se respetan y acatan las reglas. Todo se lleva a cabo en orden.

La reunión familiar podría ser como cualquier otra, con anécdotas sobre las nuevas habilidades de los niños, de cómo crecen, de cómo pasa el tiempo… Aunque en prisión éste pasa más lento, pese a que pueden realizar múltiples ocupaciones.

Las mujeres que cumplen condenas en el penal observan a los otros visitantes, que no conocen, con cierta desconfianza, aunque después de unos minutos se muestran más confiadas con los extraños.

Por unas horas, las familias se reúnen, platican, sonríen, se abrazan, se miran, se añoran. Los hijos abrazan a sus madres y viceversa, sin importar edades, algunos menores todavía no caminan, otros ya son adultos, pero no importa, para las festejadas siempre serán sus niños.

Las familias, reunidas en el reclusorio, esperan la llegada del obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, quien acude a oficiar una misa, para las madres presentes, y las difuntas, a la capilla del centro penitenciario.

La capilla es pequeña, está pintada de color blanco, el techo es de madera, en su interior se exhibe un Cristo y una imagen de la virgen de Guadalupe. Dos mujeres prenden un bracero para quemar incienso que se usará en la misa que encabezará el cardenal.

Al llegar al penal, el obispo es acompañado de dos sacerdotes de la Pastoral Penitenciaria quienes se encargan de manera ordinaria de los servicios religiosos en el penal; además de la directora del mismo.

Armendáriz Jiménez cruza por el área donde las familias conviven, lo saludan y él reparte bendiciones entre los presentes.

La capilla luce llena, entre internas y familias, quienes reunidas esperan el servicio religioso, mientras el coro interpreta algunas canciones.

Los fieles escuchan con atención las lecturas de la misa. Las internas, su familias y sus hijos, escuchan con atención la homilía de monseñor Armendáriz, quien dedica la ceremonia a todas las mamás de la Diócesis de Querétaro y a las internas .

El sacerdote termina la misa y procede a bendicir a todos los presentes. Pasa a cada una de las bancas. Es despedido con una porra y aplausos.

Después de unos momentos regresa al área común, donde junto con las autoridades del penal asiste al espectáculo cultural que preparó el personal femenino del penal.

El evento da inicio con una danza de concheros, que interpretan cinco mujeres, cuatro bailan y una toca el tambor. Ellas lucen elaborados vestidos prehispánicos que están finamente detallados.

En el centro penitenciario las internas reciben varias clases, tienen la oportunidad de poder aprender algún oficio de los que se imparten.

Antes de la ceremonia religiosa, López Mier resaltó que cuentan con diferentes apoyos para la población del penal, como una bolsa de trabajo, en coordinación con la Secretaría del Trabajo y varias empresas, para que llegado el momento de recuperar su libertad puedan ganarse la vida con un empleo digno y remunerador.

Incluso, subraya, algunas maquiladoras les dan empleo desde que están dentro del centro de reinserción social, cuando salen ya tienen un trabajo seguro, con lo que se busca que reintegrarlas a la sociedad, y así puedan contar con un sustento para apoyar a sus familias.

Terminada la danza de concheros, continúa “El son de la negra”. Cinco parejas bailan el tema clásico de la música popular mexicana. Unas internas interpretan el papel masculino, visten pantalón de mezclilla y camisa blanca.

Las danzantes portan blusas blancas con bordados multicolores y faldas largas y amplias. Pese al nerviosismo que reflejan algunas en sus rostros, ejecutan de manera notable el bailable. Al final todas sonríen satisfechas por el trabajo bien hecho y reciben el aplauso de los asistentes.

El evento concluye con la declamación de un poema dedicado a las madres, interpretado por una de las internas. Al concluir es ovacionada por todos los presentes, quienes reconocen la dedicación y el esfuerzo de la mujer.

La convivencia sigue por unas horas más, hasta que termina el horario de visita, después los hijos vuelven a sus hogares y las madres a sus actividades rutinarias dentro del penal, cerrando un día especial para quienes son madres e hijas sin importar que los muros de una prisión las separen físicamente.

Será un gran día para recordar durante todo el año, esperando la llegada del próximo 10 de mayo.

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