Cinthya sabe lo que es criar un hijo sola, cuando él tenía cinco años su esposo los abandonó, y tuvo que enfrentarse al rechazo social y una situación económica adversa.

Cinthya Casarrubias, activista feminista, y madre de un joven que cumplirá en unos días 23 años, suspira cada vez que recuerda su experiencia. Es una mujer fuerte, pero recordar le quiebra la voz.

Sin embargo, la activista dice que ser mamá es una actividad de tiempo completo, además de trabajar en una dependencia del gobierno municipal.

“Soy una mamá que tiene como objetivo hacer un hijo autónomo, una nunca sabe qué le puede pasar (...) desde que mi hijo empezó a crecer, (supe) que en caso de que yo faltase o me pasara algo él debería estar bien, traté de (que él ) tomara sus propias decisiones desde chiquito. Me considero una mamá juguetona, sé jugar quemados, andar en patines, algunas jugadas de fútbol, tratando de estar cerca de él, porque nuestros tiempos, trabajando y estudiando, son cortos y tratamos que sean de calidad”, indica.

Precisa que la maternidad en su vida ha sido lo más importante, por lo que se considera una mamá amorosa y exigente, pues además había que hacer que su hijo, por ser único, no perdiera piso.

Estigma.

La voz de Cinthya cambia cuando recuerda el momento en que su hijo y ella se quedaron solos. Relata que su marido salió a comprar leche y jamás regresó.

“Nos cambió la vida completamente, porque éramos una familia tradicional, también muy cercana a las costumbres católicas. De la noche a la mañana, sin el sustento económico, en ese entonces yo no trabajaba, con todos los gastos de una casa por cubrir. No tenía ahorros, no tenía estudios, me casé a los 19 años, nunca lo esperé”, narra.

Asevera que para su hijo también fue muy difícil, pues pasó de tener piñatas, posadas, que lo invitaran a celebraciones, a no hacer la primera comunión porque era el único niño de papás separados.

“Para mí fue duro como mujer y como esposa, pero fue también como mamá, ver sufrir a mi hijo porque no tenía ningún asunto relacionado con la decisión que había tomado su papá, ni yo en cierta forma, pero él menos”, sostiene.

De esa discriminación surge esa necesidad, dice, de crear una red de apoyo, pues como empezó a trabajar, no podía faltar ya que temía perder el empleo. Tenía hasta tres trabajos para cubrir todos los gastos.

Tuvo que ir a trabajar enferma, triste o como estuviera, pues sabía que de ahí dependían los dos.

“Cuando comienzo a hacer la red con otras mamás, me doy cuenta que (había) muchas que vivíamos en Querétaro, que no somos de aquí, no está nuestra familia, pero aquí tenemos el trabajo, era importante ese apoyo cuando los niños salían temprano quién pasara por ellos y quedárselos en su casa, pero que además fuera alguien confiable, porque no los podíamos dejar con quien fuera”, abunda.

El apoyo y acompañamiento no se limitaba a lo emocional, también se apoyaban en lo económico, cuando necesitaban de una despensa porque se quedaban sin trabajo o una enfermedad.

“Fue muy difícil, pero también muy bueno porque me di cuenta que muchas necesitábamos de esa compañía, de ese apoyo moral, de la presencia, como una especie de tías para los otros niños, porque el niño sale a las dos de la escuela, es tu rollo lo que haces con él, aunque salgas a la ocho de la noche”, explica.

Programas y recursos.

Añade que desde ese entonces se dio cuenta que hacen falta políticas públicas para las madres solteras y que no sólo sean botín para las campañas, pues necesitan todo el tiempo programas y recursos, así como mejores condiciones de trabajo, para no estar 12 o 14 horas tratando de sacar los gastos.

“En aquellos años conocí a muchas compañeras que saliendo de la escuela los niños los dejaban encerrados, con llave para que no se salieran, esas condiciones para que crezcan son duras. Yo tampoco los podía tener en mi casa. Traté de acoplar (...) con clases en mi casa para estar ahí, no podía hacer la tarea con él, ni llevarlo a clases de nada, pero por lo menos sabía que estaba con él”, sostiene.

También estaba el aspecto personal, como el fracaso de la relación, el estigma que había de “está divorciada, está urgida”, “fracasó en el matrimonio”, o “está sola con el niño, quién sabe que mañas traerá el niño”, muchas frases que alcanzaba a oír.

“Ahora Querétaro está un poco más abierto porque ha habido más divorcios o abandonos, no es nada fácil para las mujeres, a diferencia de los hombres que todo mundo dice ‘pobrecito’ y (...) todo mundo lo ayuda y a nosotras no, a nosotras nos cargan, empezado por sus comentarios”, asevera.

Cinthya tiene una propuesta: eliminar el Día de la Madre y el Día del Padre, pues en muchas ocasiones resulta cruel para los niños, y que se haga un Día de la Familia.

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