“Si tuviera que ir hasta el mismo infierno por mi hijo, lo haría”, dice María Cruz de León Apolonio, madre de José Jesús Bryan Cruz de León, desaparecido desde 2013, y para quien este 10 de mayo no es un día para festejar, es para luchar y pedir que al igual que muchas mujeres en todo el país, les devuelvan a sus hijos.

María llega al jardín principal del municipio de Corregidora acompañada de otro de sus hijos. Lleva una fotocopia enmicada con una fotografía de su hijo y su nombre. También porta una manta con los datos de su vástago, quien fue visto por última ocasión en la comunidad de Santa Bárbara, en Corregidora.

“Él está desaparecido desde el 20 de septiembre de 2013, desapareció en el municipio de Corregidora, en Santa Bárbara, y hasta el momento no hemos tenido resultado alguno. Realmente palabras para describirlo no hay [el calvario que vive], no hay palabras para narrar cuál es el cambio, cuál es la destrucción de un hogar, de una familia, de unos hijos, de un entorno, de la estabilidad. Se acaba la tranquilidad, la paz, el sueño, el hambre, la salud, y todo esto nos lleva a que nuestra economía se va dañando”, señala la mujer, de menuda estatura, tez morena y rostro endurecido por los años de zozobra que ha estado en búsqueda de su hijo.

Maricruz está desempleada, debido a que por la necesidad de movilizarse para buscar a su hijo, al igual que muchas otras mujeres que pasan por la misma situación, no les permite tener un empleo estable, debido a que los patrones no se muestran solidarios con ellas.

“Muchos de nosotros hemos pasado de un empleo a otro y otro, y otro, porque desafortunadamente no hay trabajo que entienda, no hay patrón que nos considere. Para el patrón, y está en su derecho, está primero su negocio, su trabajo, si no hay tiempo, no lo hay, entonces hay que dedicarse a lo suyo. Me han dicho que cuando tenga tiempo vaya a trabajar, así me ha pasado en varios trabajos”, abunda.

Para sobrevivir, Maricruz vende artículos por catálogo, lo cual le permite disponer de su tiempo para seguir con su búsqueda de su retoño.

La mujer destaca que gracias a la organización Desaparecidos Justicia, que encabeza Brenda Rangel, ha encontrado acompañamiento y apoyo, al igual que otras familias que tienen seres queridos desaparecidos o ausentes.

Bryan tenía 19 años al momento de su desaparición. “Está a punto de cumplir 23, primero Dios”, indica su madre, mientras sus ojos se llenan de lágrimas y la voz se le quiebra.

“Él era mi mano derecha, soy madre soltera, él ocupaba el lugar de su papá…” la mujer hace una pausa, mientras las lágrimas comienzan a resbalar por sus mejillas. Algunos ciudadanos que pasan por el jardín observan la fotocopia con la imagen del joven Bryan en la que sonríe.

“Era pilar esencial de la casa, aportaba económicamente para el sustento de sus hermanitos, tres hermanos menores, son seis mis hijos, pero tres están pequeñitos, por eso era él quien me apoyaba en sus gastos, a llevarlos a la escuela, a las reuniones a las que no podía asistir por mi trabajo. Nos apoyábamos mutuamente”, explica la mujer, quien juega nerviosamente con sus manos, mientras voltea de un lado a otro del jardín, que luce lleno de gente; jóvenes que salen de sus escuelas, adultos mayores que platican, parejas que se profesan su amor, ajenos al dolor, al sufrimiento de Maricruz.

Uno de los sueños más grandes de Bryan, que compartía con su madre, era que en el trabajo que consiguió como pintor hojalatero, quería ganar más dinero, que le permitiera rentar una casa donde toda la familia habitara más cómodamente.

“Eso fue un miércoles, se fue al trabajo con todo el ánimo del mundo, con todos los sueños de un hijo, de un hermano, por salir adelante…” y ya no volvió a saber nada de su hijo Bryan.

Agrega que quienes conocieron a su hijo saben que era un muchacho muy noble, muy entregado a los demás. “Desafortunadamente, un mal día me dicen que no saben nada de él, como si se lo hubiera tragado la tierra, nadie me supo decir nada, nada. A partir de ese momento Bryan no estaba, me cansé de preguntar en redes sociales, conocidos, volantes, todo para saber algo, bueno o malo, para saber de él y hasta hoy seguimos esperando esa respuesta”, expresa.

Tras cuatro años de no tener conocimiento de su hijo, Maricruz dice que tiene confianza en Dios, primero, y luego en el trabajo que se hace en la sociedad, principalmente entre las familias de las víctimas, incluso algunos padres han muerto sin saber ni tener la certeza de dónde están sus hijos.

“Conocemos a muchas mamás, papás que ya no resistieron, y se fueron con la esperanza de encontrar a sus hijos. Confío en Dios y en el apoyo que está surgiendo en la sociedad, en que poco a poco sean encontrados con vida, en muchas circunstancias muy difíciles, pero que ahí están”, agrega.

Incluso, dice que cambiaría su vida, para volver a ver su hijo, para saber que está con vida, que está bien, su fe estará ahí, sin cambiar, hasta el último día que respire, que esté en este mundo para volver a abrazar a su hijo.

La afligida madre participa, este miércoles, en una movilización nacional que se realiza en la Ciudad de México, organizada por varias asociaciones de madres de desaparecidos, que marcharán del Monumento a la Madre al Ángel de la Independencia, por la tarde regresará a Querétaro para participar en una manifestación en Plaza de Armas, donde se reunirán familiares de personas desparecidas en el estado.

Añade que en Desaparecidos Justicia ha encontrado un apoyo y un pilar para seguir adelante en la búsqueda de su hijo, pues además no es la única madre que no tiene nada que festejar este 10 de mayo, cuando la mayoría de las familias celebran reunidas a las mamás.

Maricruz extiende la manta con las imágenes de su hijo. La gente pasa, se detiene, lee; incluso, una mujer de la tercera edad, se lleva la mano a la boca, con un ademán de admiración y miedo. Las personas voltean a ver la manta. Sus gestos lo dicen todo: lamentan la ausencia del joven que posa risueño en las fotografías.

Maricruz agrega que espera que las autoridades puedan escuchar y atender a todas las madres de los desaparecidos en el estado, para que los apoyen en su búsqueda. Asimismo, confía en que las autoridades impartidoras de justicia den respuesta a sus peticiones de justicia.

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