Cecilia lo sabe bien. Aunque es muy joven y aún no es madre, si en el futuro tuviera una hija que le externara su deseo por ingresar a las filas del Ejército y la Fuerza Aérea, la apoyaría por completo.

A ella le costó un poco de trabajo convencer a su madre, que sentía temor de ver partir a una de sus dos hijos para aventurarse en el ambiente militar. Sin embargo, su padre fue quien le dio el voto de confianza para que a los 15 años dejara la localidad de Huajuapan de León, en Oaxaca, para adentrarse a la Fuerza Aérea.

Cecilia Palma Martínez tiene 22 años y ya ostenta el cargo de teniente en la Fuerza Aérea Mexicana. Pertenece además a la tercera generación de mujeres a nivel nacional que se incorporó a los cuerpos militares.

Desde los 15 años ingresó al Colegio del Aire, antes de que cambiaran los requisitos de ingreso, por lo que ha podido, en poco tiempo, tener un desarrollo importante dentro de la institución —que hoy conmemora su fundación que data de 1944—, e incluso ya también se encarga de formar a los nuevos cadetes.

Ella es de Oaxaca, pero desde que ingresó a la Fuerza Aérea radica en Zapopan, Jalisco, y durante todo el mes de febrero e inicios de marzo estará en Querétaro para compartir con la gente su experiencia como teniente aerologista dentro de la Expo de las Fuerzas Armadas.

Acercamiento a la milicia

Cecilia supo de las academias militares gracias a su hermano, que fue el primero que buscó ingresar a la institución. Ella estaba por concluir la secundaria, “me tocó cuando todavía se podía entrar desde ese nivel al Colegio del Aire, pues actualmente para ingresar a todas las escuelas y planteles de especialidades de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea se debe contar con la educación media superior y la mayoría de edad”, contó en entrevista para EL UNIVERSAL Querétaro.

La propuesta de su hermano le interesó, al grado de prepararse para presentar los exámenes para ingresar porque deseaba conocer el medio militar. “Me llamaba mucho la atención, sobre todo la especialidad porque no sabía bien qué era, de qué se trataba, pero tenía muchas ganas de ser parte del medio militar”, recordó.

Cuando entró, se llevó la sorpresa de que conformaba la tercera generación de mujeres en el Ejército, ya que apenas habían pasado dos años que las primeras mujeres habían ingresado en la Fuerza Aérea. “De las 14 que entramos en esa generación, sólo nos graduamos dos”.

“Entré en 2009 al Colegio del Aire, me gradué en 2012, fui a promoción para ascender al siguiente grado. Cuando uno se gradúa del colegio sale como subteniente de Fuerza Aérea, en mi caso tres años después volví a promoción para alcanzar el grado que ahora ostento, que es teniente Fuerza Aérea desde 2015”, agregó.

Orgullosa pionera

Abrir brecha para que más mujeres encontraran en la Fuerza Aérea y el Ejército una oportunidad de crecimiento y desarrollo hace sentir a Cecilia Palma orgullosa.

“Es muy importante ser de las primeras generaciones porque, sin querer queriendo, como dicen por ahí, fuimos las que abrimos el paso para que más mujeres se animaran a formar parte de la Fuerza Aérea mexicana y las actividades que realizamos ahí.

“Se trata de que sea una escuela mixta, todo se trabaja junto a los hombres, excepto la hora de dormir, pues los dormitorios están separados, pero las academias, nuestras prácticas son con ellos al parejo, y ya una vez ingresando de un plantel militar, cuando vamos a los concursos de promoción para subir el grado, las vacantes son las mismas para hombres como para mujeres, se trata de la equidad de género, somos pocas en comparación con los hombres que hay actualmente, pero creo que en unos años se va a ir ampliando y habrá muchas mujeres más”, aseguró.

La labor de la teniente Palma Martínez es proporcionar, junto al equipo de meteorólogos y el personal del Sistema Meteorológico militar, las condiciones atmosféricas idóneas al personal de pilotos aviadores para sus actividades, así como para las actividades que realice el Ejército.

De igual forma, se encarga de darle seguimiento a los sistemas climatológicos que llegan a afectar al país y, en caso de ser necesario, alerta a la población y a los mandos para la activación del plan DN-III de ayuda a la población civil, que también es otra de sus funciones.

“Aparte, dentro del Ejército tenemos diferentes funciones, actualmente estoy como oficial instructora del cuerpo de cadetes, ya doy clases, ya me toca formar a los y las cadetes que se encuentran en el Colegio del Aire, específicamente en la Escuela Militar Especialista de la Fuerza Aérea, que es de donde me gradué, que está en Zapopan, Jalisco”, detalló.

Reveló además que al principio en su labor de instructora “me costó trabajo enseñar, porque hay que buscar la forma de transmitirles la información y conocimiento a los cadetes de la mejor manera, que lo entiendan y que lo sepan aplicar, una vez que se gradúen”.

Gran oportunidad

Cecilia Palma afirmó que pertenecer a la Fuerza Aérea es una gran oportunidad de superación personal y profesional. “Conlleva un gran esfuerzo ingresar a un plantel militar y, sobre todo, permanecer ahí para poder graduarte como oficial. Si uno entra como soldado tiene que ir avanzando grado por grado, pero cuando sales de una academia militar te saltas grados y sales como oficial, así que es muy emocionante salir directo a las unidades.

“Para empezar, tienes un trabajo seguro, no tienes que buscar dónde trabajar porque aquí hay que servir al país el doble del tiempo que uno estudia y eso nos trae también beneficios, convenios con empresas que nos dan descuentos, tenemos servicio de salud gratuito para uno y su familia directa, son cosas que no me imaginaba que tuviera el formar parte de las Fuerzas Armadas”, compartió.

Aunque no tuvo un antecedente en casa para desarrollar el gusto por la milicia, la teniente Cecilia reconoció que su madre “no me quería dejar estudiar en el Colegio del Aire, porque decía que estaba muy pequeña, cuando entré tenía 15 años, por lo que le daba temor, era su primera hija que salía de la casa, pero mi papá fue el que me dijo que si era lo que me gusta y lo que quería, no había problema”.

Sus padres se quedaron en Oaxaca, y desde hace cuatro años viven en Puebla. Cecilia a su vez, vive en Zapopan, Jalisco, y aprovecha sus periodos vacacionales para visitar a sus progenitores.

La teniente no tiene hijos, pero por ahora no es algo que esté en sus planes. Sin embargo, no descarta la maternidad en un futuro ni brindar su apoyo en caso de que alguno de sus hijos le externe su inquietud militar gracias al ejemplo que ella misma les daría.

“Lo que más me costó trabajo fue acostumbrarme a la disciplina militar, a que todas las cosas tienen su horario, la limpieza, el aseo, todo es muy ordenado, pero conforme uno lo repite día con día se hace un hábito y claro que la apoyaría si algún día me dice eso, porque es un trabajo algo demandante, pero que deja grandes satisfacciones.

“Si es lo que quiere, le gusta y si está convencida, adelante, es lo que se necesita aquí, estar convencidos de que realmente esto es un trabajo que se convierte en tu forma de vida, uno nunca deja de ser militar”, finalizó.

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