Los sábados de Juan Carlos no son días de descanso, algo común para otros profesores universitarios. A las siete de la mañana llega a su laboratorio en la Universidad Tecnológica de Tulancingo, en Hidalgo, y como no tiene clases por impartir, trabaja en una andadera que apoyará a niños con discapacidad en sus terapias; reconocida en Estados Unidos, Brasil y México como uno de los proyectos innovadores a favor de la inclusión.

Juan Carlos González Islas es ingeniero en electrónica. Desde que estudiaba descubrió que su camino era la tecnología aplicada a la medicina. Hace 10 años, cuando ingresó a la universidad, su madre inició como enfermera auxiliar en el Centro de Rehabilitación Integral de la entidad.

“Mi mamá ha trabajado en el Centro de Rehabilitación desde que fue inaugurado y yo la acompañaba constantemente. Lo que más recuerdo de las visitas es la vulnerabilidad en que se encuentran las personas con discapacidad, pues la sociedad no tiene ningún compromiso con este sector de la población”.

Juan Carlos sintió una responsabilidad con los padres de los niños que padecen alguna incapacidad. “A pesar de que sus pequeños no tienen un diagnóstico favorable, le echan todas las ganas del mundo. Hay madres de bajos recursos que, aún con sus zapatitos rotos, sin comer o que no tienen para el pasaje, los llevan a terapia y hacen todo lo posible. Si ellos hacen todo por ayudar a sus niños, uno podría poner un granito de arena con la ingeniería”.

Juan Carlos proviene de un pequeño pueblo del municipio de Epazoyucan, en Hidalgo, donde la mayoría de los habitantes se dedican al campo y son altos los índices de migración. El Inegi informó que dicha entidad se encuentra en la posición 12 de los estados con mayor presencia de ciudadanos en Estados Unidos.

Al proceder de una familia de escasos recursos, para poder completar sus estudios, Juan trabajó desde la preparatoria como jardinero, pintando casas y ayudando en la cosecha. “En el fondo, lo anterior me ayudó mucho porque conozco el esfuerzo que realizan las personas para ayudar a sus pequeños en rehabilitación”.

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“El éxito del ser humano no sólo depende de lo que sabe, sino de lo que hace con lo que sabe”, expresó Juan Carlos.
 

Una andadera para todos

En el 2012, Juan Carlos participó con el equipo de robótica de la UTEC en un concurso de la Academia Estatal de Robótica. Fueron campeones a nivel estatal y nacional, por eso fueron a competir a Estados Unidos.

González Islas tuvo a su segundo hijo en ese año y por recomendación de su mamá,  lo inscribió a terapias de estimulación temprana. “Mientras me encontraba en espera, observé que las andaderasque usaban los niños con discapacidad presentaban muchos problemas. Los pequeños tenían miedo, se soltaban, lloraban y las mamás debían auxiliar a los terapeutas para mover la andadera. Toda esta experiencia me permitió ver que muchos métodos podrían mejorar a través de la incorporación de la tecnología”.

De acuerdo con el  último Informe Anual sobre la infancia en México de la UNICEF, dos de cada 100 niños tienen discapacidad o presentan dificultades severas de funcionamiento.

Para ayudar,  Juan Carlos González invitó a un grupo de alumnos y colegas de la UTEC para desarrollar una andadera motorizada.

El maestro Gildardo Godínez Garrido se unió al proyecto en el 2015 y se encargó principalmente del diseño, elaboración de algunas piezas y del desarrollo de la aplicación que movilizará de manera automática la andadera.

La estructura de este aparato busca dar mayor estabilidad al paciente. Se le implementó un arnés que brinda más soporte y “aunque se desequilibre, no permite que caiga y así se brinda más seguridad al menor en cada paso”.

“Es un proyecto muy importante. Cuando la probó mi hija caminó más derecha. Con la andadera da pasos más firmes y es más seguro”, comenta Mariela León, madre de una niña que asiste al Centro de Rehabilitación.

La andadera también sirve para auxiliar a los terapeutas. “Cuando se habla de una persona con discapacidad, pensamos más en el paciente, pero se debería pensar también en el asistente”, comentaron los profesores.

El terapeuta controla la andadera con una aplicación móvil, para que así no sufra daños en la espalda, pues la mayoría del tiempo permanece inclinado o por el esfuerzo que representa cargar a los pacientes.

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La andadera se controla a partir de una aplicación móvil descargable en cualquier dispositivo
 

Juan Carlos decidió trabajar en una andadera para la terapia infantil en vez de adultos porque “uno de los anhelos de nuestro país es tener una sociedad incluyente y con igualdad de oportunidades. La niñez es una etapa determinante del ser humano, por lo que se puede influir en este periodo para un mejor desarrollo físico y emocional”.

De acuerdo con la UNICEF, en México, la discapacidad es motivo de discriminación y exclusión, y en el caso de la población infantil es aún más difícil que disfruten de sus derechos como los demás. El estudio “Niñas y niños fuera de la escuela 2015” mostró que al menos 1% de niñas y niños con discapacidad motriz no asisten a preescolar, 25% a primaria y 5% a la secundaria.

 

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El proyecto de la andadera motorizada fue ganadora del Premio Estatal Hidalgo de Ciencia, Tecnología e Innovación. Foto: Cortesía
 

En 2016, la andadera motorizada ganó el Premio Hidalgo de Ciencia, Tecnología e Innovación y el primer lugar en el Concurso Nacional de Innovación y Emprendimiento del Subsistema de Universidades Tecnológicas y Politécnicas. Participaron en el Premio Nacional INNOVATIS “Innovacióntecnológica para la inclusión social”, donde quedaron entre los semifinalistas y fueron reconocidos por la Secretaría de Innovación, Ciencia y Educación Superior de Guanajuato.

Este proyecto innovador les permitió viajar a Varginha, Brasil, donde presentaron la andaderamotorizada. “El rector de la Universidad de Unis quedó maravillado con el proyecto, por lo que nos invitó su país”, compartió el maestro colaborador Gildardo Godínez.

“En mayo se celebra el Día del Maestro en Brasil y este día coincidió con la inauguración del congreso. En la ceremonia, el rector nos pasó al estrado y expresó ‘Todos los maestros deberían hacer lo que estos dos señores, impulsar a sus estudiantes a resolver problemas de nuestra sociedad’”, narraron.

Los desarrolladores compartieron que, a pesar de los premios y reconocimientos, las mejores experiencias han sido ver que su proyecto es funcional para los niños. “Una mamá cuyo hijo padece parálisis cerebral nos expresó que nunca pensó que su niño podría caminar por sí solo”, dijó el profesor Juan Carlos.

Gildardo compartió que “un niño llamado Gonzalo tenía miedo de usarla por primera vez, pero cuando se subió y vio que lo ayudaba, su rostro cambió, sonrió e imaginó que era su cochecito. Me sentí muy bien de ver que algo que trabajas con máquinas frías causa sensaciones de esa forma”.

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“Chuchin” es uno de los niños del Centro de Rehabilitación Integral de Hidalgo que ha probado la andadera motorizada. Foto: Cortesía.
 

La falta de un pequeño impulso

Hasta el momento, la andadera ha sido probada con diferentes niños con distintos niveles de discapacidad motriz. Los resultados han sido exitosos, sin embargo, hace falta un pequeño impulso para que el proyecto llegue a más instancias de rehabilitación.

Juan Carlos compartió que “lo más importante es que la andadera esté funcionando en los centros de rehabilitación integral. Nuestro mayor anhelo es que el proyecto sirva para lo que fue diseñado”.

La Ley de Ciencia y Tecnología en su artículo 9 establece que el monto anual que el gobierno federal destinará al financiamiento de la investigación científica y desarrollo tecnológico “deberá ser tal que el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1% del producto interno bruto del país”.

De acuerdo a datos de la OCDE, en 2016, México destinó 0.5% del PIB en ciencia y tecnología, posicionándose así en el lugar 31 de 35 países que pertenecen a esta organización.

En su primer etapa, la andadera motorizada fue financiada por la UTEC y por los integrantes del proyecto. Sin embargo, para la segunda fase ha sido aún mayor la aportación de los profesores. “La pasión que tenemos por nuestro trabajo nos lleva a seguir con el proyecto”, expresó Juan.

Los profesores han buscado una asociación o empresa que apueste por el proyecto, pero no se ha alcanzado el objetivo. “No se ha logrado hacer el modelo de negocios para que el empresario gane lo que busca. A pesar de que se comprobó que ha sido redituable, no es el porcentaje necesario para arriesgar capital.”, comentó Gildardo.

A pesar de la falta de apoyo para impulsar a que la andadera llegue a la niñez mexicana, los profesores siguen trabajando en el mejoramiento del aparato. Además, impulsan a sus alumnos a que su trabajo sea destinado para mejorar la sociedad en que viven. “No hay mejor motivación para alguien que saber que lo que uno hace sirve para alguien”.

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Con la andadera se espera que niños con discapacidad puedan dar sus primeros pasos

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