Para Juan Carlos Ramírez construir un instrumento musical no es un arte, este se crea dependiendo de la virtud del músico que acude con él a solicitar su fabricación.

Cada músico, así como el aroma de un perfume, busca su propio sonido. Acude con una necesidad de encontrar una música particular en un instrumento, por lo cual la labor del laudero es mediante la fabricación, al conjuntar los materiales y el diseño ergonómico, para encontrarlo.

La temperatura y la humedad influyen para la construcción de un instrumento. Hace menos de un mes que se cambió a las inmediaciones de la calle 15 de mayo. Justo donde está instalado su taller, considera Juan Carlos, se encuentran adecuadas condiciones de humedad para la fabricación de los estas herramientas.

El olor a madera se percibe al ingresar al taller que está lleno de piezas, bocetos, herramientas colgadas y una mesa alta pegada a la pared, donde dispone de una guitarra que está en proceso de fabricación. El destino de ésta, que es reparada por Juan Carlos, será para interpretar melodías de jazz y blues.

La necesidad del músico

Juan Carlos ha sido laudero desde hace cinco años cuando egresó de la Escuela de Laudería, la cual se ubica en la zona centro del municipio de Querétaro. Estudió 10 años en el Conservatorio de Música, en donde aprendió a tocar el contrabajo. A pesar de la formación que adquieren en el colegio para fabricar cualquier tipo de instrumento como violines, violonchelos y contrabajos, se ha especializado en la fabricación de guitarras.

El proceso de fabricación inicia desde el momento en que Juan Carlos le pregunta al músico que llega al taller de laudería Almazul, qué género toca: música clásica, jazz, blues, flamenco, entre otros. A partir de ahí la imaginación fluye en el proceso creativo para encontrar el sonido grave o agudo, dependiendo de la necesidad de cada músico por encontrar su sonido.

“El proceso comienza con la necesidad del músico, a partir de que te dice qué sonido necesita, cómo quiere que suene, cómo quiere que sea el instrumento, su comodidad y nosotros lo comenzamos a desarrollar a partir de ahí, esto principalmente en las guitarras. Para los violines los instrumentos son muy estandarizados; sin embargo, influye mucho el tipo de sonido, cómo quiere el intérprete que suene, la tendencia de cada persona hacia timbres más graves o más agudos, más potencia o más cálidos, cada quien escoge y a eso tenemos que obedecer, comienza la creatividad a partir de ahí, escucho lo que necesita y echo andar la imaginación”, explicó.

Pese a que en el mismo taller tienen un violín en proceso de fabricación, prácticamente terminado, Juan Carlos afirma que ha sido mucha la estandarización en este instrumento y poca la experimentación. Sin embargo, la guitarra, ha sido la herramienta musical en la que las variantes se experimentan, la creatividad aflora y dependiendo del sonido del músico, se hacen los diseños.

Cada instrumento se tarda entre tres y cuatro meses en ser elaborado. También depende mucho en gran medida de los instrumentos que les lleven a reparar, por lo que el proceso creativo se detiene para poner énfasis en aquellos a los cuales se les requiere dar un mantenimiento para seguir vigentes como vínculos del arte.

Palo de rosa y arce son las maderas más solicitadas por los músicos para sus instrumentos; sin embargo, nogal y cedro, pese a ser de menor calidad, también son pedidas, principalmente para guitarras de estudio.

“Pero tardamos de tres a cuatro meses en la construcción de un instrumento, cuando llegan y solicitan el servicio comenzamos con el trabajo, seleccionamos los materiales, escogemos todas las plantillas que se van a utilizar y vamos trabajando parte por parte, es un rompecabezas, un instrumento se arma de varias piezas que a final se unen todas para integrarlo, cada parte es independiente, y se va revisando que cumpla, una vez que cada pedazo cumple con su función, el conjunto ya unido debe ser lo más apto posible para el instrumento”, comentó.

El instrumento de fábrica, la decepción

Juan Carlos, sentado en un banco junto a su mesa alta donde trabaja a diario, expresa que la laudería la disfruta porque desde niño siempre le interesó meterle mano a los instrumentos. El secreto para un buen trabajo afirma, es aquel que disfrutas.

Sin embargo, la única decepción que se ha llevado durante su trabajo como laudero, es cuando tiene que reparar instrumentos que son construidos en masa. Esta situación le ha permitido afirmar que muchas conocidas lo único que venden es fama porque no elaboran instrumentos musicales.

“Muchos instrumentos que llegan para reparación son elaboradas por marcas famosas, son costosas por el prestigio que tienen las firmas, pero realmente no lo valen, es una desilusión que se lleva en ese trabajo, uno se esfuerza todos los días por elaborar un instrumento lo mejor posible y los que tiene la fama, como dice el dicho, ‘crea fama y échate a dormir’, los que tiene tienen la [popularidad] venden la fama, no el instrumento, esa es la parte decepcionante de este trabajo”, destacó.

El reto para el fabricante de herramientas musicales, y parte de su trabajo como laudero es educar a la gente en la importancia de la fabricación de los instrumentos en talleres de forma personalizada.

La realidad dice, es que las marcas importantes continuarán con la fabricación de instrumentos en masa; sin embargo, también el crecimiento de los talleres de laudería será en la misma proporción, porque los músicos siempre en su afán por mejorar su arte buscarán la mejor herramienta.

“En el proceso de fábrica en masa no podríamos hablar como tal de laudería, es construcción de instrumentos, lo consideraría así, los demás talleres sí. El crecimiento lo veo muy posible, la gente también toma conciencia, parte de nuestro trabajo como lauderos es enseñarle a la gente este tipo de detalles, educarla un poco en nuestra área, es parte también de nuestra labor y se está haciendo”, expresó.

Juan Carlos saca de su estuche la primera guitarra que fabricó. El diseño se asemeja a cualquier otro, tiene su caja de resonancia, diapasón, puente y clavijero; sin embargo, la boca de la misma, se encuentra a un costado, no es circular sino ovalado. Al preguntarle cada cuando la toca, dijo que no tanto como quisiera, si acaso, cada dos o tres semanas, la toma, para generar un poco de arte en los acordes.

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