“Ajusten sus tablas, aprieten sus trucks, aceiten los baleros, que ha llegado el día de descender por la vertical. ¡A darle con todo, skaters!”, reza uno de los carteles digitales que inspiran a Alan Medina, treintañero habitante de Santa Rosa Jáuregui, a participar en concursos locales de skateboarding, para los cuales se entrena.

“Viví en Illinois durante ocho años, y aunque tuve que trabajar, una de las mejores cosas que aprendí fue a dominar el skater”, dice, mientras practica “saltos mortales” sobre un escalón.

Medina se considera migrante desde que tenía siete años, en 1993, cuando en compañía de su madre vino a vivir a Querétaro, procedente de San Felipe de Jesús, Ciudad de México. A los 19 años quiso probar mundo y se marchó a Chicago, donde permaneció ocho años, hasta que en 2013 volvió a su casa.

“En Santa Rosa es raro el chavo que no se haya ido a EU. Al menos todo mundo tiene un padre, hermano o tío en EU o que haya o lo hayan regresado”, asegura y confirma la percepción actual de que su barrio comienza a repoblarse con paisanos que en los últimos meses están volviendo.

“En mi caso, yo volví porque allá por 2012 se me comenzó a dificultar conseguir trabajo, y no hay manera de quedarse allá sin empleo. Aquí puedes estar sin chamba, más o menos tranquilamente, pero allá es imposible. Tienes que pagar tu renta, tu vehículo, tus seguros; todo carísimo, vives con un nivel de estrés que aquí no tienes. Claro que en México no ganas lo que en EU, de modo que la tentación de volver allá siempre la tendrás. En mi caso, yo no la tengo. Amo Santa Rosa, y por eso ahora le estoy pegando duro al skater. Si un día gano el campeonato ya te estaré contando”, concluye.

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