“Antes sí bautizamos a los animales, les poníamos un nombre, pero así nos encariñamos mucho y luego nos da tristeza cuando se los llevan”, cuenta Berenice González, médico veterinaria en la Unidad de Control Animal en el municipio de Corregidora.

Este albergue temporal para perros y gatos donde después se ponen en adopción, actualmente resguarda 19 animales. Pero desde hace una semana tiene una nueva área que atrae a chicos y grandes. Se trata de una gatera, es decir, un área exclusiva para proteger felinos que buscan nuevas familias.

En un área aproximada de cinco por seis metros, con piso de cemento, rejada, techada y fresca, conviven cinco pequeños gatitos que suben y bajan de un árbol que se encuentra justo dentro de esta “habitación felina”.

Sus maullidos agudos casi imperceptibles se intensifican cuando Berenice abre la puerta y entra para dejarles agua y comida, los pequeños se lanzan sobre sus pies, luego suben por las pantorrillas encajando sus diminutas garras en el pantalón de mezclilla que los ayuda a subir hasta su cintura.

Son dos machos y dos hembras, todos hermanos con menos de mes y medio de edad, que a diferencia de los felinos con esos meses, estos se dejan tocar y acariciar; les gusta dar lengüetazos a los visitantes, y a la primera oportunidad en la que ven la puerta abierta, corren lo más rápido que pueden para ver si consiguen escapar e irse con las personas que los miman y chiquean, pero que hasta ahora no los han llevado a sus hogares.

La gatera en Corregidora la inauguraron la semana pasada, albergando estos mismos gatitos, y todos siguen ahí. La adopción en perros es complicada, la adopción con felinos es casi imposible.

Por lo pronto, los hermanos juegan entre ellos mientras escalan el árbol de su habitación o las piernas de los veterinarios que los cuidan. En esta misma gatera, tres cajitas de madera con pequeños colchones de colores son los dormitorios, los hermanos felinos comparten agua y comida en un pequeño plato azul comparado con su tamaño, es enorme.

También comparten vivienda con un quinto gato cobrizo, el cual tiene seis meses y al no ser de la familia, su carácter es más huraño. Al ser el mayor de esta pequeña manada, no siempre soporta los juegos de los pequeños, por eso se aísla en alguna esquina, o escala más alto que los demás para que no puedan molestarlo. Berenice cuenta que a pesar de ser un gato serio, no molesta a sus compañeros felinos de celda.

“Todos estos gatitos saben convivir entre ellos, si no fuera así tendríamos que separarlos, en espacios más pequeños, para que no se hagan daño, y eso se nota desde que vienen a dejar a los gatos, en ese momento se observa cuando el carácter es muy fuerte y no quieren convivir con los demás, entonces tenemos que ponerlos en otra parte, en jaulitas pequeñas.

“Siempre hemos recibido gatos, aunque antes no teníamos esta área para felinos, los metíamos en espacios más pequeños que no los dejaban desarrollarse ni convivir. Y aquí tienen espacio, pueden jugar, convivir con otros gatos, es un lugar mucho más digno”, comenta la veterinaria.

Estos gatitos están en adopción, disponibles para cualquier familia que quiera compartir su hogar. El proceso es sencillo, cuando la persona se decide a adoptar alguno, pasa a recepción a responder un breve cuestionario sobre por qué quiere llevarse al animal, después de esto, personal de la Unidad de Control Animal inspecciona lo que será la nueva casa del gato o cachorro adoptado, si todo está en orden, el animalito ya podrá vivir con su nueva familia.

Adoptar a un perro o gato tiene un costo simbólico de 55 pesos, todos los animales deben salir esterilizados, el costo es de 275 pesos si es hembra y 110 si es macho.

Una semana después de adoptarlo el animal es llevado nuevamente a la Unidad de Control Animal para que lo desparasiten y apliquen sus primeras vacunas.

“Siempre hemos inspeccionado domicilios, es más riguroso con los perritos para cuidar que no sean talleres o ranchos, y para revisar que tengan un área adecuada. Se da mucho que por día de reyes o en navidad regalan mascotas y después vienen a dejarlos aquí porque no pueden cuidarlos, por eso vigilamos que posean patio o jardín, que tengan con qué resguardarse del sol o la lluvia, en muchas ocasiones lo tienen en el patio que es despejado y el animal está todo el día al sol. Con los gatos es más fácil porque viven en la casa, pero aún así revisamos los domicilios”, relata.

Nos encariñamos con los animales

Los médicos veterinarios que laboran en la Unidad de Control Animal prefieren no ponerles nombres a los animales resguardados porque se encariñan con ellos y sea cual sea el final, se contagian la tristeza.

Berenice recuerda con cariño a “caho”, un gato amarillo al que pretendían mantener en la unidad para que los ayudara a cazar ratones, hasta que una mujer se enamoró perdidamente del felino y tuvo que llevárselo.

“No les ponemos nombre porque nos encariñamos mucho con ellos. Hace poquito teníamos a Cacho, un gatito amarillo, queríamos quedarnos con él para que nos ayudará con los ratones, que nunca faltan; estaba acostumbrado a vivir aquí, pero vino una señora y se enamoró de él, se lo llevó, nos dio tristeza pero dejamos que se fuera con ella, iba a estar mas cómodo en una casa con una familia” recuerda la veterinaria.

“Todavía es poca la gente que viene adoptar, se da más en perros que en gatos. Nosotros queremos que todos los que entran se vayan con una familia, pero no siempre es así”.

“También nos ha costado trabajo quitar la mala fama de este lugar, pero la gente que viene se da cuenta de que no es como ellos piensan, dicen que está mejor de lo que esperaban. A mí no me gusta el nombre de Gatera, me gusta más decir que es un área para alojar a los felinos, que les da bienestar, en donde pueden convivir y desarrollarse” menciona .

La Gatera se encuentra en la Unidad de Control Animal, ubicada en la colonia 21 de Marzo, calle cinco de Mayo número 10, en el municipio de Corregidora.

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