El pasado 8 de marzo representantes de la Secretaría de Turismo (Sectur) acudieron a San Martín Tilcajete. Según el alcalde, José Alfonso Luna, tenían la misión de supervisar la propuesta que este municipio, cuna de los alebrijes, había presentado para ser denominado Pueblo Mágico.

La idea de lograr el nombramiento se traducía en la posibilidad de acercarse recursos económicos a través del Programa de Desarrollo Regional Turístico Sustentable y Pueblos Mágicos (Prodermagico),creado en 2001 para potenciar las cualidades turísticas de las comunidades.

En total fueron 124 los municipios que buscaron ser Pueblos Mágicos, pero sólo nueve en todo el país lo lograron. Pese a cumplir con requisitos como un plan de desarrollo turístico y un inventario de atractivos y monumentos, el resto no pasó la prueba y no podrá intentarlo este año, ya que el nuevo gobierno federal no dará continuidad al programa al que en 2018 se le destinaron casi 586 millones de pesos.

La nueva disposición también puso en aprietos a las 121 comunidades del país que ostentan el título, pues no recibirán recursos federales este 2019. Entre las afectadas están cinco de Oaxaca: Capulálpam de Méndez, San Pedro y San Pablo Teposcolula, Huautla de Jiménez, Mazunte y Mitla.

“Ni uno más”.

En entrevista, el titular de Turismo de Oaxaca, Juan Carlos Rivera, revela que aunque el programa no se cancela, el secretario del ramo federal, Miguel Torruco, dijo que no habrá “un Pueblo Mágico más”.

Explica que hasta esta primera quincena de enero no hay certeza de si se contará con recursos federales para el programa, del que el gobierno local siempre ha aportado 50%.

La incertidumbre de los Pueblos Mágicos por el acceso a recursos no es una historia nueva. Antes de la cancelación del programa, autoridades municipales y estatales habían solicitado ampliar su presupuesto.

La petición se dio porque hasta 2013, aunque el gobierno del estado era responsable de la administración de los recursos, los municipios eran los que decidían cómo administrarlos. Fue en 2017 cuando las reglas de operación cambiaron; el presupuesto se otorgó con base en proyectos que justificaran los gastos.

Según Rivera Castellanos, el gobierno estatal es el salvoconducto para enviar esas propuestas, mismas que son evaluadas por un jurado calificador. Por el momento en Oaxaca hay 19 de esos proyectos aprobados, a la espera de que el programa continúe y así poder ejecutarlos en beneficio de las cinco comunidades.

Con los cambios en las reglas de operación también se contempló que la entidad podía invertir los recursos del programa en obras para localidades ubicadas en la ruta hacia los Pueblos Mágicos.

En Oaxaca, por ejemplo, en 2018 se contó con 40 millones de pesos, pero según datos oficiales la única obra realizada en un Pueblo Mágico fue la rehabilitación del templo de Capulálpam, que costó 3 millones.

Del resto del presupuesto de Prodermagico, con 14 millones se hicieron obras en la capital; otros 20 millones se destinaron a un Videomaping para la Catedral y el Templo de Santo Domingo, y 3.3 millones más en el Centro Comunitario de Teotitlán del Valle. Con otros 3 millones se capacitó a servidores turísticos.

En contraparte, los municipios “mágicos” luchan por mantener el nombramiento usando recursos del ayuntamiento, principalmente en los ramos 28 y 33.

Nombramiento “de cartón”.

“Somos un Pueblo Mágico de cartón, pues desde que Mitla obtuvo el nombramiento no ha tenido acceso a recursos federales o estatales”, asegura su alcalde, Abelardo Ruiz. Explica que el municipio ha usado capital propio para realizar mejoras.

Jesús Manuel Leyva, ex edil de Santa María Tonameca, municipio al que pertenece Mazunte, sostiene que el apoyo es insuficiente, a pesar de la alta demanda que tienen las localidades con el nombramiento.

Agrega que los alcaldes no conocen de forma certera el monto que se les asigna, y que en el caso de Mazunte, han sido autoridades y vecinos quienes han encabezado campañas de promoción del destino de playa.

Lo mismo piensa Pedro Juan García, anterior munícipe de Teposcolula, que obtuvo la designación por sus templos del siglo XVI.

“Ser Pueblo Mágico no nos da ninguna garantía”. Asegura que la falta de recursos repercute en la infraestructura para atraer turismo, por lo que estiran la partida presupuestal del ramo 28 para obras pequeñas.

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