Ciudad de México.- En el libro “Juntos Hicimos Historia”, Tatiana Clouthier narra sus experiencias y opiniones en torno a la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, la cual coordinó.

Además de acusar a Enrique Krauze de estar detrás de una campaña negra contra su candidato, y relatar diversos episodios, como los debates presidenciales y los spots, ataques y contraaaques, Tatiana también cuenta cómo pasó el domingo 1 de julio de 2018, el día de la votación.

Escribe que amaneció en Nuevo León, acudió a votar y tomó un vuelo a la Ciudad de México. Allí, al filo del mediodía, empezó a reunirse con el equipo y a recibir primeros informes positivos.

Pese a las cifras y felicitaciones, la victoria aún no estaba consolidada, consideraba.

Las felicitaciones y los abrazos fueron llegando poco a poco. En el Hotel Hilton de Alameda fue el búnker de Morena hasta que llegó el símbolo que Tatiana esperaba.

Se trataba de una llamada de Ricardo Anaya, abanderado del PAN, para felicitar a AMLO y desearle suerte. “¡Ahora sí, el arroz está cocido”, escribe Clouthier al recordar este momento.

“Minutos después supe que Anaya había reconocido su derrota y que le deseaba suerte a Andrés. La interpretación que le doy a esa llamada es que si el triunfo fue tan contundente y el PAN todavía tenía la esperanza de conservar Veracruz y Puebla, era una manera de bajar presión y tener mayor margen de maniobra a la hora de litigar en los tribunales”, dice.

Eso fue como a las siete de la noche e inmediatamente después, dice “vino el mensaje de José Antonio Meade (candidato del PRI) “Entonces sí ya gritamos todos en el cuarto donde estábamos, todo el equipo de campaña y los integrantes del futuro gabinete nos abrazamos”.

“Un rato después llegó Andrés y nos fuimos a otro cuarto, donde había menos gente, y nos felicitamos de nuevo”.

Después vino el evento en el Zócalo y el regreso al hotel. “Nos sentamos en una mesa del lobby; nos quisimos tomar algo para celebrar, pero nos dijeron que el servicio había terminado. Los de la mesa de al lado nos ofrecieron una botella de tequila y pedimos unos vasos de plástico”.

“Santiago Pando y su esposa dijeron que ellos llevaban una botella de vino tinto y ahí entre todos los chavos, con dos o tres cervezas que alcanzaron a pedir antes, brindamos y estuvimos hasta las tres de la mañana”, publica Clouthier en su libro.

“Al día siguiente tuvimos un par de entrevistas muy temprano en la mañana”, finaliza.

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