Nueva York.— El despacho de Juan Ramón de la Fuente en el piso 28 del edificio de oficinas de Naciones Unidas es austero. El nuevo embajador de México ante la ONU, que hace una semana presentó sus credenciales, sólo tiene un cuadro y una bandera mexicana como decoración, un escritorio, un par de sillas y una mesa de café con tres sillones.

En entrevista con EL UNIVERSAL, habla del humanismo que busca llevar a la ONU y la defensa de los derechos humanos. Reconoce el temor legítimo que ha generado el tema de la Guardia Nacional en ciertos sectores, pero resalta que se buscará que el mecanismo funcione mejor. Sobre el tema de Venezuela, defiende la postura de neutralidad del gobierno y aclara: “Eso no significa no hacer nada”.

Usted viene para renovar la relación de México con Naciones Unidas y tener una mayor coordinación. ¿Se había hecho algo mal y hay que reformarlo?

—No. México está en un proceso de transformación: se dio un cambio de régimen que está empezando a expresarse. Eso es a lo que se refiere la renovación en la relación con Naciones Unidas. Esto nos obliga a tener una actitud abierta al cambio y a un compromiso de renovación. No es un reproche al pasado, es más bien una visión al futuro con un renovado entusiasmo, un renovado interés, un renovado compromiso y un renovado deseo de tener una participación más activa.

En sus primeras palabras tras ser nombrado, dijo que llevaría a la ONU “los valores del gobierno, los propósitos más claros que han inspirado esta Cuarta Transformación”. ¿Cuáles son?

—Resaltaría el humanismo, como elemento fundamental de una política pública que pone al ser humano en el centro de sus intereses, de sus acciones y de sus compromisos.

Poner al ser humano al centro de todo ello tiene implícito el rescate de una ética para precisamente respetar y hacer respetar la dignidad de la condición humana. Esto se alinea por fortuna muy bien con la principal agenda de Naciones Unidas, que es la Agenda 2030.

¿México tiene la capacidad de liderazgo para que se aplique esta Agenda 2030?, ¿las herramientas para ser un canalizador de la concertación?

—Existen los instrumentos políticos y jurídicos, la voluntad… La Agenda 2030 es una hoja de ruta que está muy bien hecha. México va a entregar buenas cuentas en los próximos años de los compromisos que implica, que no son menores.

¿Se van a conseguir los objetivos?

—Son ambiciosos. ¿Se van a lograr todos? Seguramente no, pero nos van a permitir acercarnos a esos objetivos, a esos estándares, y eso va a significar un progreso y bienestar para muchas personas.

Una prioridad de México en Naciones Unidas es la migración. Incluso usted lideró el reciente Pacto de Marrakech en esa materia.

—El secretario general [de Naciones Unidas] me expresó su beneplácito por el compromiso que México ha asumido con el pacto en materia migratoria, porque no solamente fue facilitador, sino que en las primeras semanas del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador los componentes fundamentales de ese pacto se han puesto en práctica, precisamente con el tema de los migrantes centroamericanos, a los que México decidió darles todo el apoyo humanitario que requirieran, independientemente de la política migratoria estadounidense.

El secretario general nos decía que el tema migratorio, ineludiblemente, va a estar en el tope de los temas de la agenda de Naciones Unidas en los próximos años.

Otro de los pilares es derechos humanos. Hace un tiempo dijo que México estaba rezagado y arrastraba problemas.

—Viendo hacia adelante, ha habido algunos cambios importantes.

Por primera vez en la historia, el gobierno mexicano le pide una disculpa pública a una periodista a quien se le habían violentado sus derechos humanos hace algunos años, a Lydia Cacho.

Tuve oportunidad de estar en la Secretaría de Gobernación en atención a una recomendación del alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU.

El hecho es simbólico porque refleja que el gobierno en México está comprometido con resarcir los daños que estén a su alcance resarcir, los que se han infligido en el pasado y, por supuesto, tomar una nueva agenda con relación a este tema, con el apoyo del sistema de Naciones Unidas.

No para estar simplemente recibiendo recomendaciones que no se atienden, sino para que nos acompañen y nos ayuden a verificar que los derechos humanos en territorio mexicano van a pasar a una etapa distinta; que el problema de seguridad, que es otra de las dificultades que nos agobia y que es muy compleja, no se contrapone al respeto de los derechos humanos, sino que tenemos que hacer conciliar lo uno con lo otro, de manera que ya hay las primeras muestras.

Ya se estableció una Comisión de la Verdad para esclarecer los casos de los estudiantes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, ya se pidió una disculpa pública en el caso de una periodista que ha sido muy emblemático, ya se giraron instrucciones al subsecretario de Gobernación correspondiente para que alinee una nueva política de recursos humanos con los nuevos mecanismos de seguridad, que es quizá uno de los temas más sensibles y que se está discutiendo en este momento en el Congreso mexicano, y es una preocupación que han tenido diversos grupos de que los nuevos mecanismos de seguridad pública que se han planteado sean muy consistentes con un política de respeto a los derechos humanos.

Creo que ahí también, acerca del rezago histórico, esperamos que ya no se siga acumulando, sino que de ahora en adelante, con estas primeras muestras que ya se han dado de cambios en esa agenda, podamos tener una forma distinta de interactuar con los órganos de Naciones Unidas que tienen que ver con los derechos humanos, que son cada vez más, y que me parece que son ineludibles en la agenda de México, ineludibles, es parte de las razones por las que la mayoría de la ciudadanía votó por un cambio, y lo tiene muy claro el Presidente y quienes formamos parte de su gobierno.

Naciones Unidas ha sido muy crítica en el tema de la militarización de la seguridad pública con la Guardia Nacional.

—Puede haber un temor generalizado en algunos sectores a que un organismo como la Guardia Nacional violente los derechos humanos.

El que pueda haber cierto temor y ciertas dudas me parece legítimo. El que de entrada sean incompatibles no me parece que tiene un sustento claro en el esquema que está planteando México.

En todo caso, habrá que ver si el mecanismo funciona mejor de lo que había funcionado previamente, en el que el expediente era muy abultado por la cantidad de observaciones.

El que haya alguna duda es legítimo, pero el pensar que el planteamiento es opuesto creo que no tiene mucho sustento. Es una combinación que toma en consideración la realidad territorial del país, con lugares de mayor riesgo que otros. Consecuencia: no tiene por qué haber la misma intensidad o densidad de elementos destacados en una región u otra, y un mando mixto en el que hay una participación civil fundamental en los procesos de toma de decisión.

¿Existe intención de establecer un diálogo con el alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, que ha sido tan crítico con el tema de la Guardia Nacional, para hacerles entender o recibir las recomendaciones y modificar la propuesta?

—Hay un diálogo permanente con él y con ellos y seguirá habiéndolo. Sus puntos de vista nos parecen que son muy atendibles y también creo que es importante que no se pierda el diálogo.

¿Son aplicables o simplemente es un intercambio de opiniones, con la decisión ya tomada?

—La decisión no la toma ni él ni el gobierno: la toma el Congreso.

Pero el gobierno es el que realiza la propuesta y establece las claves con las que se tiene que negociar sobre eso.

—Sí, pero en México vivimos una democracia y una separación de poderes. El Congreso define los términos en los que queda ese proyecto.

¿Está dispuesto a hacer de mediador o mensajero entre las recomendaciones del relator de Derechos Humanos de la ONU y el Congreso para transmitir estas recomendaciones para modificar el proyecto?

—Siempre estaré abierto al diálogo, pero en realidad entiendo que quien está dialogando con el representante del alto comisionado en México es el subsecretario de Gobernación. Pero siempre [estoy] abierto al diálogo con él.

En el tema de las drogas. El mes que viene hay una convención en Viena y usted ha dicho que van a “ser explícitos en señalar que no están conformes con mantener el esquema que existe actualmente”. ¿Tiene una propuesta específica?

—México favorece un enfoque de salud pública y así lo vamos a plantear. En el seno de Naciones Unidas hay diversas agencias y diversos programas que tienen que ver con el tema de drogas y que no siempre coinciden. Lo que México plantea es que no tiene por qué prevalecer uno sobre el otro, no todo puede verse bajo la óptica criminal, no todo puede verse bajo la óptica estrictamente de un prohibicionismo.

No es una propuesta menor, porque no parece que vaya a ser ese el planteamiento que va prevaleciendo para la reunión de la comisión de estupefacientes del mes que entra.

México está planteando una posición neutral en el tema de Venezuela. ¿Se puede tomar esa postura en un caso como éste?

—No hay que confundir la no intervención y el respeto a la autodeterminación de los pueblos con la pasividad y con el no hacer nada. Tener esta posición de neutralidad da la posibilidad siempre de que haya un diálogo sin condiciones. No estamos de acuerdo en que las decisiones se le impongan desde fuera a los venezolanos, pero no significa no hacer nada. Es como si alguien piensa que un empate en el futbol nunca sirve: yo he visto equipos ganar campeonatos con un empate.

Admitió que ahora mismo no hay viabilidad para ese diálogo.

—Ciertamente en este momento no parecería que es la primera opción… La opción ahí sigue y ahí está.

No sabemos qué va a pasar, las condiciones cambian. No me parece que sea una opción desechable aunque no esté en el tope de las prioridades.

Sin embargo, habrá un momento de no retorno en el que no habrá viabilidad de diálogo.

—Vamos a ver qué es lo que pasa, porque las condiciones están cambiando día a día.

Empeorando.

—Precisamente porque la situación se va volviendo cada vez más crítica, la opción del diálogo no debe cerrarse.

El embajador mexicano se muestra confiado. Está consciente de que la tarea que enfrenta no es nada fácil, que le tocó asumir el puesto en un momento de tensión regional y global. Pero está decidido a encararla.

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