Brayan quería dinero para llevarlo a su casa en donde vivía con su madre, pero “¿quién emplea a un niño de 13 años?”, se pregunta un lustro después. Decidió hacer lo que había visto en su colonia desde pequeño, comenzó a robar y después, vender droga. La única forma de conseguir dinero rápido, explica, sería si se convertía en “un gran capo”.

Al principio, los asaltos los realizaba en periférico para poder escapar con mayor facilidad. Entre un robo y otro, llegó a la “ciudad perdida”—una vecindad— de Tacubaya en la alcaldía Miguel Hidalgo en la Ciudad de México. “Me inicié con un negocio que tenía mi primo. [Después] conocí a un valedor con el que comencé a fumar mota y sin querer me metió a donde vendía y me hice amigo de ellos”, recuerda el joven.

Su familia pensaba que estaba en la secundaria porque era lo que él decía cuando salía a vender drogas en aquella “ciudad perdida” durante ocho horas. Su jornada iniciaba al mediodía y terminaba a las 20:00 p.m, la paga que recibía al final eran 500 pesos, cuenta. Las personas que lo rodeaban eran todos adultos. Observándolos aprendió, poco a poco, a moverse en esas zonas y sobre todo cómo hacer negocio.

De 2015 a junio de 2019 se registraron 2 mil 995 averiguaciones previas y carpetas de investigación que involucraron a 3 mil 567 menores de entre 12 y 17 años. Seis de cada 10, es decir 2 mil 246, fueron acusados por robo en sus diversas modalidades; la mitad de estos asaltos fueron contra transeúntes, de acuerdo con datos del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX (TSJCDMX) obtenidos vía transparencia por EL UNIVERSAL.

El narcomenudeo fue el segundo crimen con el mayor número de menores remitidos: 714 en ese mismo periodo. De este total, en 400 casos fueron clasificados solamente como posesión simple —cuando la droga no era destinada para venderla o darla a otro de forma gratuita— y en tres de cada 10, es decir 221, sí fue con fines de comercio. A pesar de ser uno de los delitos con más ingresos, el número de sentencias que se logran es mínimo.

La edad promedio tanto para los adolescentes que llevaron un proceso por narcomenudeo como por robo en la capital es de 16 años. Cuando Brayan inició en el “negocio”, tenía apenas 13. Los datos muestran que en los últimos cinco años sólo se remitieron ocho menores con esa misma edad.

Algunos niños y algunos jóvenes reproducen la violencia de la que aprendieron en sus contextos familiares y sociales, indica en entrevista José Alfredo Nateras Domínguez, doctor en Antropología Social y profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Iztapalapa. Asimismo, hace énfasis en que la violencia en el país se ha desbordado de una forma preocupante y es un problema estructural.

“El crimen organizado construye una imagen o un imaginario de que les va a satisfacer sus cuestiones [a los menores de edad] no sólo económicas, sino de prestigio, respeto, estatus social que ya no lo pueden conseguir a través de la escuela o del trabajo. Entonces el crimen organizado los engancha y les ofrece mucho más de lo que les puede ofrecer una empresa o alguna institución del Estado”, explica el especialista.

Principales delitos por edades

Brayan trabajó en un inicio para una familia de narcomenudistas, pero una serie de ajustes de cuentas terminó con sus líderes y la zona fue tomada por otro grupo delincuencial. Luego de esto, el joven se alejó de Tacubaya y pasó a vender en la alcaldía Álvaro Obregón. “Yo le trabajaba a los chonchos; yo traía los tubos —pistolas—, iba por los gramos —droga—, sabía cocinar —narcóticos—, y coordinaba más de 10 puntos”, narra el joven de ahora 18 años.

Pero le pidieron regresar a la “ciudad perdida” a vender y coordinar el narcomenudeo en esa zona; sin embargo, la lucha por el territorio se desató y fue “levantado” por el grupo contrario; la finalidad: saber más información de los anteriores líderes de la zona. El adolescente fue golpeado. Su “patrón” negoció su liberación y tras dar un rescate de 30 mil pesos lo soltaron. Él recibió 2 mil por no haber dicho nada . Tras el ataque pasó un año encerrado, sin salir de casa al cuidado de su madre.

Vender droga, dice, no es un juego, y tras el secuestro pensó: “¿por qué mi mamá va a ir a identificar a su hijo en un carro, todo baleado?”, reflexiona.

Brayan no había cumplido ni la mayoría de edad cuando se convirtió en un experto comerciante de drogas. Y es que este delito, junto con el robo, portación de armas, homicidio y lesiones son las principales causas por las que remiten a los menores de entre 15 y 17 años, según datos del TSJCDMX.

En edades más pequeñas los delitos cambian. Los detenidos de 14 años fueron acusados principalmente de lesiones y violación. Los mismo ocurre con los acusados de 13 y 12 años, aunque su representatividad es poca, los delitos de los que se les acusa por lo general están más relacionados con cuestiones sexuales como abuso y violación.

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