Cuando Nayeli le preguntó a su hermana por qué estaba en la calle durante la cuarentena, Abigaíl respondió que había ido a consulta al Centro Médico Siglo XXI, pues un mes antes había tenido neumonía. La tarde del 8 de abril de 2020 fue la última vez que sus familiares supieron de ella.

A casi 20 días de su desaparición, Nayeli siente culpa de no haber estado al pendiente de su hermana menor, estresada por quedarse sin trabajo debido al cierre de negocios por el Covid-19.

“Yo andaba muy presionada ahorita con lo del Covid, porque en el trabajo no sabíamos si íbamos a cerrar o no, entonces los últimos días casi no tuve contacto con ella”, dijo Nayeli, de 32 años, quien es madre soltera y empleada de un local de celulares en Coyoacán. Abigaíl Ávalos Camarillo tiene 30 años y, según la ficha oficial de desaparición emitida por el Gobierno de la Ciudad de México, fue vista por última vez en la colonia Doctores, donde se ubica la zona de hospitales. No obstante, ni Nayeli ni ningún otro familiar tienen la certeza del último lugar donde fue vista, pues no saben si llegó siquiera al hospital.

El último mensaje que Abigaíl le envió a su hermana fue el 8 de abril a mediodía para decirle que estaba bien y que ya iba para su casa, en la alcaldía Tláhuac, pero llegó la noche y no regresó.

Esa madrugada, Nayeli recibió un mensaje desde la cuenta de Facebook de su hermana. Le decían que “había tenido un levantón, pero que no era la persona que buscaban”, le pidieron 6 mil pesos a cambio de liberarla. La mujer siguió las instrucciones y depositó en un cajero. Fue una extorsión.

En cuestión de horas acudieron a la Fiscalía Antisecuestro de la Ciudad de México. El esposo de Abigaíl fue quien interpuso la denuncia, pero entre que eran días santos, fin de semana y la cuarentena, casi no había personal, según Nayeli.

“Se tardaron bastante. Hasta el domingo 12 como a las 10 de la noche le mostraron videos a mi cuñado, pero no salió nada porque las cámaras [del C5] no estaban viendo a su casa”, dijo la mujer. En realidad, las autoridades y su familia desconocen siquiera si Abigaíl entró al Metro.

Sin respuesta de autoridades

Del 11 de marzo al 21 de abril, la línea telefónica de mujeres habilitada por el gobierno de la capital, recibió 22 llamadas sobre secuestros, desaparición forzada y privación de la libertad personal y con fines de explotación sexual, según datos de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP).

La Comisión de Búsqueda de Personas del Gobierno de la Ciudad de México, por su parte, publicó un informe el 21 de abril para aclarar que, pese a que la desaparición de personas es una de las formas de “victimización con mayor impacto en la opinión pública”, el promedio diario de llamadas a Locatel para reportar adultos y niños desaparecidos de ambos sexos en la ciudad durante un periodo de la cuarentena, específicamente del 11 de marzo al 8 de abril del año en curso, se ha reducido. Puntualiza que el promedio de reportes diarios de mujeres adultas desaparecidas en llamadas a Locatel apenas se redujo de 15.8% del 1 de enero al 10 de marzo a 15.4% en las fechas ya mencionadas de la cuarentena.

Sin embargo, no aclara las medidas para prevenir más casos o el seguimiento que se ha dado a la búsqueda de personas en el contexto actual.

Abigaíl vivía con su esposo, sus dos hijos de nueve y tres años y su familia política. Ellos son quienes han dicho que llevaba días deprimida por haber estado enferma y alejada de sus conocidos. A su hermana le parece extraño que con los días no haya ninguna explicación de Abigaíl: “Ya fue suficiente como para que ya nos dé una señal, y me diga que está bien, por lo menos a mí, sí me lo hubiera dicho”.

Nayeli recibió otro mensaje de la misma cuenta, en el que le aseguraban que su hermana estaba muerta “porque no quería comer y pataleaba”; cuando ella les pidió pruebas, le dejaron de responder.

Ella y la madre de ambas preguntaron en los hospitales en los que Abigaíl se atendió la neumonía que padeció, pero no hay registro de que hubiera ido, lo que aumentó la incertidumbre.

“Le pedí [a mi cuñado] que diga todo esto porque ya son más cosas y entonces [podría ser] que ellos están buscando de forma incorrecta, él me dijo que sí, que hay una señorita que le dijo que estaba bien, que ya lo dejara así, que ellos iban a meterse al teléfono [de Abigaíl], a sus conversaciones y estamos esperando esa autorización. Yo mando mensajes y sí le llegan, pero marco y no contesta”, dijo Nayeli.

Riesgo de trata en cuarentena

Aunque el Gobierno de la Ciudad de México reportó que no existe evidencia suficiente para sostener la hipótesis de que el aislamiento y las dinámicas de la cuarentena provoquen un crecimiento en los reportes de desaparición en sectores vulnerables de la sociedad, como las mujeres, la maestra Teresa Ulloa, pedagoga, abogada y directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas (CATWLAC, por sus siglas en inglés) sostiene que sí hay consecuencias del confinamiento tanto en la desaparición como en la búsqueda de mujeres, niñas y adolescentes, pues éstas están pasando más tiempo en las redes sociales, lugares donde operan las mafias de tratantes, según ha documentado la propia CATWLAC.

“[Los tratantes] se han vuelto expertos, sobre todo los de Tlaxcala, en enganchar a través de las redes sociales. Cerraron opciones [de explotación sexual] en la Ciudad de México y se las llevaron para Tlaxcala y están dando servicio a domicilio, igual que como operan en Nueva York”, dijo.

La desaparición de mujeres en tiempos de cuarentena por la pandemia del Covid-19 es un contexto nunca antes visto en los últimos años en México, según Ulloa, quien aseguró que en la pandemia de la influenza A(H1N1) las instituciones no pararon y ahora, si bien continúan en operaciones, no están “funcionando al 100%, no se están buscando a las mujeres”, dijo.

Por su parte, la investigadora en temas de violencia de género de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Rita Canto, señaló que la cuarentena pone en evidencia un sistema de búsqueda “demasiado endeble y omiso en la Ciudad de México”, pues empieza a notarse un paro que las familias “no habían visto nunca antes porque están acostumbradas a estar en la búsqueda aunque pasen los años”.

Añadió que buscar a un desaparecido en este contexto se complica porque normalmente el proceso a seguir es descartar que la persona esté en algún hospital o Ministerio Público, pero ahora los hospitales, las líneas telefónicas y las comunicaciones interinstitucionales están saturadas y se dificulta.

La propia CATWLAC ha disminuido operaciones y, por coyuntura se da atención por teléfono y en línea.

Otros grupos que se dedican a la búsqueda de personas, como el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México detuvieron labores en campo, no obstante, continúan reuniones de familiares en línea, según Manuel Ramírez Juárez, coordinador de una red en zona centro dentro del movimiento.

“Ahora estos fenómenos epidemiológicos les sirven de pretexto [a las autoridades] para no trabajar, pero precisamente nosotros las familias somos los que no tenemos que bajar la guardia porque la delincuencia no está en contingencia”, agregó.

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