Andrés Manuel López Obrador ve en el futuro su nombre escrito en los libros de texto. Para nadie es secreto que quien ya es el presidente número 63 de México, ambiciona pasar a la historia como uno de los mejores mandatarios del país, semejante a Benito Juárez, Francisco I. Madero o Lázaro Cárdenas del Río.

Idealista, lector asiduo de la historia y con una amplia carrera política cargada a la oposición, el oriundo de Tepetitán, Tabasco, se ha puesto la vara muy alta: que su gobierno sea recordado por encabezar la cuarta transformación de la historia del país, con políticas de austeridad que beneficien a los más pobres y marginados.

Incluso, quien fuera jefe de gobierno en la capital del país, tiene una política de cero tolerancia al neoliberalismo y conservadurismo, a pesar de haber surgido - a mediados de la década de 1970- de uno de los partidos (el PRI) que ha impulsado ese tipo de política económica desde hace 30 años.

"El neoliberalismo es el modelo económico que ha fracasado", es una de las frases que constantemente repite el político conocido como AMLO.

Quienes lo conocen saben que es un hombre hecho a la vieja usanza. No posee celular, tampoco tiene una tableta y está acostumbrado a escribir sus libros y discursos de su puño y letra. Mucho menos maneja un automóvil, tiene dos choferes que lo llevan a todos lados.

Sin embargo, está lejos de ser un personaje aislado. En su tercera campaña electoral (las dos anteriores en 2006 y 2012) fue uno de los candidatos con mayor adeptos jóvenes.

Durante los viajes en aviones comerciales, ha sido común ver cómo dicta a sus colaboradores los mensajes que en redes sociales siguen alcanzado miles de likes, son cientos de veces compartidos y en todo momento generan controversias.

Su sangre tabasqueña lo hace desenfadado, le gusta la cocina tanto como la política y, muy a pesar del infarto que sufrió en 2013, no duda en probar cualquier platillo típico de las regiones que ha visitado durante sus 12 años de travesía en busca de la Presidencia de la República.

Eso sí, las pocas veces que pasa en casa, ahora las menos, cocina para su esposa Beatriz y su hijo menor, Jesús Ernesto.

Hijo de dos comerciantes, su padre veracruzano y su madre tabasqueña, creció sin lujos, de hecho estudió la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM gracias a una beca en 1973.

Su primer trabajo como delegado del Instituto Nacional Indigenista de Tabasco de 1977 a 1982 lo marcó y forjó su manera de pensar tendiente a dar apoyo a los más necesitados. Incluso, años después, en el cargo que asumió en 1999 como jefe de gobierno de la Ciudad de México -luego de varios descalabros en las contiendas por la gubernatura de Tabasco- dejó asentado el programa de pensiones a adultos mayores que ahora también funciona a nivel federal.

Llegar a la Presidencia de la República le costó más de 12 años. Tiene a cuestas tres campañas presidenciales: las del 2006 y 2012 abanderado por el PRD y la tercera que fue la vencida con Morena, partido que con apenas cuatro años de fundado logró una mayoría avasalladora en el Congreso de la Unión y le dio más de 30 millones de votos el primero de julio.

López Obrador es de los que piensan que no se necesita mucho para vivir. Se mudará próximamente a un espacio en el Palacio Nacional, donde hace más de un siglo despachó el presidente Benito Juárez.

arq

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