Ciudad de México.- Tras el sismo de 1985, cientos de capitalinos, cuyas casas fueron destruidas por el movimiento telúrico, buscaron en los estados de la República un lugar para comenzar de nuevo.

La mudanza de los “chilangos” –principalmente al norte del país y a Jalisco- causó la molestia de los habitantes de otros estados, reforzando los estereotipos existentes contra los capitalinos al alterar el ritmo de las comunidades en las que se establecieron, explicó Manuel Valenzuela, investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef).

Ante este rechazo, comenzaron a difundirse chistes y frases contra los habitantes de la Ciudad de México; una de ellas fue "Haz patria, mata un chilango", la cual, según Valenzuela, fue acuñada en Sonora y aparecía pintada en las bardas de ese estado.

En su ensayo “Nuestros piensos”, señaló que la frase “Haz patria, mata a un chilango” se inició como una censura a la “cultura capitalina”, cuando algunos niños de la escuela Benito Juárez, en Hermosillo, Sonora, mataron a golpes al pequeño oriundo del Distrito Federal, Juan Israel Bucio Venegas.

“Fue inútil querer corroborarlo en la hemeroteca tras agotar los registros, queda claro que los periódicos de este año prefirieron hablar del mundial de futbol, no de un infanticidio ni de la xenofobia, no de las consecuencias de la crisis”, relató.

Para Marco Eduardo Murueta, psicólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el prejuicio es una actitud que podemos observar en la vida cotidiana, es un proceso que conduce a la discriminación y es producido por múltiples factores.

"Las personas que prejuzgan pueden sentir desagrado por quienes son diferentes a ellas o porque no son del lugar, como los 'fuereños', y comportarse de manera discriminatoria, incluso violenta, al considerar a los otros como ignorantes o peligrosos”, detalla en su libro "Psicología de la Violencia, Tomo 1".

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