Los niños del Centro de Educación Integral Vicente Suárez, en Saltillo, Coahuila, son víctimas del hambre y la inseguridad. A su corta edad, los 125 pequeños han padecido junto con su primaria, al haber sido robada entre 39 y 40 ocasiones.

Por el número de daños, la tragedia de estos coahuilenses podría romper un Récord Guinness o convertirse en una historia de Ripley.

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La escuela de tiempo completo a la que acuden niños de familias pobres o disfuncionales, está prácticamente desmantelada. En tan sólo unos meses y confiados en la indiferencia de las autoridades, pandilleros de la colonia Guayuleraarrasaron con todo lo que encontraron a su paso. Sólo dejaron aquello que no podrían vender.

“Por razones obvias no hay dinero para pagar un velador, menos para comprar cámaras de vigilancia”, comenta a EL UNIVERSAL Carmen Alonso Arroyo, directora del plantel ubicado en la Unidad Deportiva La Maquinita.

Los delincuentes no sólo se llevaron aquellos objetos de “alto valor” monetario, también destrozaron puertas, ventanas y vidrios.


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La situación se volvió tan extrema, que en más de una ocasión los alumnos se quedaron sin desayunar y sin comer, pues los pandilleros decidieron tomar la despensa como parte del botín.

“Ya casi pierdo la cuenta [de los atracos]. Siempre hemos denunciado ante el Ministerio Público (MP); viene la policía, pero nunca han hecho nada”, lamenta Alonso Arroyo.

Los destrozos ocasionados al centro educativo han afectado duramente a los infantes, pues en esta temporada invernal, una de las más crudas en las últimas décadas, los 52 vidrios rotos hacen que el frío se sienta con mayor intensidad.

Debido a que el cableado eléctrico y las tuberías fueron sustraídas, niños y maestros se enfrentan a la tarea de aprender y educar sin agua y sin luz. Los delincuentes sólo dejaron pupitres, escritorios y pizarrones, debido a que es más complicado venderlos.


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Entre los objetos de valor que se llevaron destacan dos laptops y dos impresoras. El horno de microondas, licuadoras, batidoras, ollas y sartenestambién fueron robadas.

La mayoría de los niños provienen de familias de escasos recursos, por lo que sus padres se involucran poco en los asuntos escolares, tienen que ir a trabajar.

Ante la indiferencia de las autoridades y la poca atención de los padres, la directora del plantel y los docentes de seis grupos dicen sentirse impotentes.

“Chilo” los ignoró. Los atracos y actos de vandalismo ocurrieron entre 2016 y 2017, cuando el panista Isidro López Villarreal era alcalde de Saltillo, quien de acuerdo con la profesora Carmen Alonso, ignoró las denuncias y culminó su mandato sin darles respuesta.


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Pese a los gritos de auxilio, la ayuda nunca llegó de la Policía Municipal, la procuraduría del estado (hoy Fiscalía General) y la Secretaría de Educación (Sedu), dice la docente.

“Me da mucha tristeza porque nuestra escuela quedó como un cascarón, cuando los niños llegaban en la mañana, algunos sólo movían la cabeza y decían: ‘Ya nos robaron otra vez’”, relata la originaria de Parras de la Fuente.

Aunque los maestros no han realizado un cálculo formal de los daños, consideran que necesitarán al menos 200 mil pesos para reparar daños, desperfectos, instalaciones eléctricas e hidráulicas; así como reponer equipo y enseres de cocina.

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