La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) reubicó a un cachorro de tigre blanco y dos jaguares a los zoológicos de Guanajuato y Querétaro, respectivamente, con el objetivo de proporcionarles las condiciones óptimas de atención en cautiverio.

Informó que los ejemplares de vida silvestre fueron asegurados en coordinación con autoridades ministeriales, para ofrecerles espacios adecuados para su trato digno y respetuoso.

En un comunicado, expuso que en coordinación con elementos de los zoológicos de León e Irapuato, en Guanajuato, y de Querétaro, personal de la Profepa trasladó vía terrestre un ejemplar de tigre blanco, el cual es producto del aseguramiento de la Procuraduría General de Justicia de Guanajuato.

En apoyo a la autoridad ministerial estatal, detalló, el tigre blanco de seis meses de edad fue llevado al Zoológico de Irapuato, donde se le practicó un examen médico y se observó que el felino presenta condiciones regulares de salud, sobrepeso y claudicación (cojera) en la pata izquierda trasera.

En las instalaciones del Zoológico de Irapuato se le realizarán los estudios correspondientes para mejorar su salud, que consisten principalmente en la impresión de placas radiográficas para verificar el motivo de su lesión, precisó.

Además la Profepa trasladó a dos ejemplares de jaguar del Zoológico de León al de Querétaro, los cuales fueron asegurados por la misma procuraduría.

Uno de los jaguares fue asegurado en una bodega de la Central de Abasto del municipio León, donde el felino se encontraba en condiciones impropias de acuerdo con las características de su especie. El segundo fue encontrado en 2016 deambulando en una colonia del citado municipio.

Ambos jaguares fueron trasladados vía terrestre, por lo que se contó con el apoyo de personal del Zoológico de Querétaro.

Especialistas de la Profepa y de los zoológicos mencionados determinaron reubicar a los felinos a espacios dignos que garanticen el trato digno y respetuoso que merecen los ejemplares de vida silvestre al estar fuera de su hábitat.

El tigre blanco sólo nace del cruce entre hermanos o padres e hijos, por lo que es necesario recurrir a la endogamia, con todos los problemas que ello conlleva. Supuestamente, se intenta hacer perdurar el albinismo generación tras generación; pero, para empezar, ni siquiera son realmente albinos.

En realidad, estos tigres sufren leucismo, un trastorno caracterizado por la presencia de un gen recesivo (es necesario que los dos progenitores estén afectados para que se exprese), que lleva a la carencia total o parcial de eumalamina o faeomelanina.

Además del característico color blanco, este trastorno también conlleva la presencia de ojos bizcos, deformidades en la columna, órganos defectuosos, patas torcidas y paladar partido.

La endogamia consiste en el nacimiento de descendencia a partir de padres con un parentesco muy cercano. Aunque este tipo de prácticas a veces se llevan a cabo para conseguir obtener razas puras (como ocurre con los perros), la otra cara de la moneda consiste en la persistencia de trastornos genéticos graves, que se podrían haber diseminado en caso de cruces no emparentados.

Por eso, el tigre blanco, además de conservar ese color inmaculado, acarrea una serie de taras que dan lugar a individuos de poca salud, con una mala calidad de vida.

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