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Entre una montaña de libros que llenan su oficina, Porfirio Muñoz Ledo lanza sus previsiones de inicio de año y anticipa que en las elecciones del 1 julio va a haber un golpe de Estado por parte del PRI, partido al que señala de fraguar un peligroso fraude electoral para que el precandidato José Antonio Meade gane la contienda.

“Se están triangulando, a través de un personaje llamado Alejandro Gutiérrez, recursos al señor Meade y pónganlo con guiones M-E-A-D-E. Todo el proyecto de compra de votos está orientado a la elección absurda, que es la de Meade, solamente lo pueden llevar a la victoria si compraran todos los votos en el país”, afirma.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el ex embajador ante la Unión Europea, a quien recientemente los historiadores James W. Wilkie y Edna Monzón Wilkie han dedicado el libro titulado Porfirio Muñoz Ledo, Historia Oral 1933-1988 (editorial Debate), asegura que el gobierno federal ha impulsado la Ley de Seguridad Interior para usarla como un instrumento de amenaza, “no contra el narcotráfico, sino contra la oposición”.

“La gran operación disuasiva del cambio de régimen en este país, contra quien sea, yo creo que contra Andrés Manuel [López Obrador], obviamente, podría llegar a ser contra Ricardo Anaya, no lo elimino, trae lo suyo, es el Estado de sitio. Primero abuso del gasto público, violación a las leyes electorales; segundo, insurgencia ciudadana; tercero, represión militar. Es a lo que nos estamos enfrentando en el país, entonces hay que comenzar desde el principio, es decir, impedir que haya un abuso de los recursos públicos”, advierte.

Adelanta que junto a un grupo de ciudadanos van a acudir al Instituto Nacional Electoral (INE), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) para exigir elecciones libres y auténticas, así como la cancelación del registro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como partido político, bajo el argumento de que durante años han utilizado recursos públicos con fines electorales. Incluso, advierte que llegarán a instancias internacionales.

“Si no son elecciones libres y auténticas nos vamos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y si no también al Consejo de la ONU, que tiene como marco los pactos civiles y políticos de Naciones Unidas. No nos vamos a quedar de brazos cruzados, no vamos a aceptar un fraude electoral porque significa el descarrilamiento del país, el fin de una época de la historia de México que puede ser dramático”, asevera.

Aunque aclara que no hay confianza ni en la clase política ni en las instituciones electorales, estas últimas “tienen que actuar con autonomía, con legalidad y valentía política y si no actúan, esto se va a poner verdaderamente muy difícil. Toda la sociedad debe presionar a los órganos electorales para que cumplan con su deber, ellos pueden salvar a la República, de no hacerlo pasarían a la historia como traidores, aun involuntarios, entregarían la plaza a Victoriano Huerta”.

¿Se teme sobre un golpe de Estado en 2018?

—No se teme, es lo que estoy anunciando que puede ocurrir. Qué pasa si las facultades que le quieren conceder al Ejército y que en el fondo el Ejército no quisiera tener, pero lo están obligando, lo mandan a tareas donde ellos piden seguridad, su propia protección, pero el Ejército ha pedido que no lo metan.

¿Plantea que usarán al Ejército con esos fines de un golpe de Estado, cómo sería eso?

—Meten al Ejército como un instrumento de amenaza, no contra el narco, sino contra la oposición. La gran operación disuasiva del cambio de régimen en este país, contra quien sea, yo creo que contra Andrés Manuel, obviamente, podría llegar a ser contra Ricardo Anaya, no lo elimino, trae lo suyo, es el Estado de sitio.

Primero abuso del gasto público, violación a las leyes electorales; segundo, insurgencia ciudadana; tercero, represión militar. Es a lo que nos estamos enfrentando en el país, entonces hay que comenzar desde el principio, es decir, impedir que haya un abuso de los recursos públicos.

¿Cómo impedir este posible golpe de Estado?

—Desde la raíz. Lo que hay que impedir primero es el abuso electoral. El tema es que está probada la transferencia de recursos durante todo el periodo en el que el PRI estuvo fuera de Los Pinos, la transferencia de los recursos de gobiernos estatales al PRI, que lo permitió culpablemente para congraciarse con ellos, el irresponsable y papanatas de Vicente Fox, que luego Felipe Calderón estimuló. Desde entonces se ha vuelto regular la triangulación de recursos a través de la Secretaría Hacienda.

¿Habrá triangulación de recursos en esta campaña por parte del PRI?

—Hay un artículo muy detallado de cómo se están triangulando, a través de un personaje llamado Alejandro Gutiérrez, recursos al señor Meade y pónganlo con guiones M-E-A-D-E.

Todo el proyecto de compra de votos está orientado a la elección absurda, que es la de Meade, solamente lo pueden llevar a la victoria si compraran todos los votos en el país. Eso quieren, porque este sistema se ha convertido en el sistema de las espaldas, lo único que les importa es cuidarse las espaldas. (El presidente Enrique) Peña Nieto tiene terror de un presidente que le pueda levantar, pero todos tienen temor, gobernadores, alcaldes. El problema no es la corrupción sino la impunidad, si hay impunidad no hay posibilidad de controlar la corrupción, porque es una especie de fertilizante.

¿El tema en las elecciones entonces será la impunidad?

—Estas elecciones son las de la impunidad. Cómo es posible que haya cuatro o cinco ex gobernadores del PRI a los que les han probado delitos electorales y que conforme a la ley electoral no se cancele el registro del PRI, ese es el tema. Vamos a salir a la calle, a salir a los medios, para pedir la cancelación del registro del PRI porque está probado legalmente de que procede en el artículo 134 constitucional sobre la prohibición de recursos públicos con fines electorales.

¿Ante qué instancias pedirán la cancelación del registro del PRI?

—A ver qué hace el INE, vamos a actuar con legalidad, autonomía, valentía, se lo he dicho personalmente a su presidente [Lorenzo Córdova] y lo vamos a visitar un grupo de ciudadanos en breve tiempo, también a la presidenta del TEPJF, Janine Otálora Malassis, y también al de la FEPADE.

Estamos organizando, varios ciudadanos, un movimiento de opinión para poner en jaque cívicamente a las instituciones electorales, y si se arriman para un lado nos vamos a ir encima con la opinión pública.

¿Un movimiento masivo?

—Un movimiento nacional, profundo, las redes, los medios de información, es decir, lo más importante y urgente en el país es una presión masiva, pesada, definitoria, plural, con los organismos electorales para marcarles su límite.

Si no son elecciones libres y auténticas, nos vamos a la CIDH y si no también al Consejo de la ONU.

No nos vamos a quedar de brazos cruzados, no vamos a aceptar un fraude electoral porque significa el descarrilamiento del país, el fin de una época de la historia de México que puede ser dramático. No vamos a aceptar el fraude electoral.

¿Habrá confianza en las instituciones, en el INE, en el tribunal, en la FEPADE, para que ellos garanticen elecciones libres?

—No hay confianza ni en la clase política, ni en las instituciones electorales, pero ahí está su gran responsabilidad histórica, merecer la confianza de la ciudadanía porque finalmente siendo ellos los árbitros electorales, son los árbitros del futuro del país.

Tienen que actuar con autonomía, con legalidad y con valentía política y si no actúan, esto se va a poner verdaderamente muy difícil.

Toda la sociedad debe presionar a los órganos electorales para que cumplan su deber, ellos pueden salvar a la República, de no hacerlo pasarían a la historia como traidores, aun involuntarios, entregarían la plaza a Victoriano Huerta.

¿Usted apoya a Morena y Andrés Manuel López Obrador rumbo a las elecciones?

—Fui presidente del Consejo Consultivo de Morena. Yo no reniego de ninguna de mis lealtades y soy honrosamente miembro del Consejo Consultivo de Morena y mando documentos y discuto con sus miembros, soy parte de ese cuerpo.

“Fui con Cárdenas al kínder”

Hace poco publicaron un libro que habla de usted desde que nació en 1933, ¿es una especie de radiografía?

—Fueron unas 20 entrevistas que se celebraron principalmente en la casa de los autores James W. Wilkie y Edna Monzón Wilkie, pero luego en hoteles y cafés, así como medios de transportes y aviones. Consideraron que mi biografía era el hilo conductor para entender la política del país, en mi doble carácter de profesor de instituciones políticas y como actor.

En todas las historias hay un parteaguas, ¿cuál fue el de usted?

—Como dirigente político. Esto comprende funciones específicas que no son las de administración pública, como presidente de partidos y movimientos políticos, coaliciones políticas, que tiene que ver con el proceso electoral, mi época como presidente del PRI, que fue de un año, en la etapa del presidente José López Portillo.

La segunda parte es cuando soy dirigente de la corriente democrática, con Cuauhtémoc Cárdenas, y hasta la creación del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Está muy bien trazada la matriz de ideología de izquierda. Lo que fue ese tránsito muy interesante de las dirigencias del PRD, de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador y Amalia García.

¿En su etapa de diplomático, usted se preparó para ser dirigente de oposición?

—Así es. En el enfoque que le doy al capítulo diplomático, es más parecido al aspecto internacionalista. Como estudiante viajé a Europa, me vinculé con los movimientos sociales de Europa, muy fuertemente. Luego como embajador, pero en el enfoque es que he tenido una visión internacional.

Lo que me vinculó a la actividad internacional fue la eclosión de una social democracia verdadera, no la que cantan los ‘partiditos’ en México, que era encabezada por Willy Brandt, cuando él deja el gobierno de Alemania asume la presidencia de la Internacional Socialista.

¿Por qué no acabó de cuajar la social democracia en México?

—Porque no es cuestión de aplicación, no es una medicina. Es que no estaba en el talante de las instituciones mexicanas. Seguimos siendo de izquierda, pero no somos de izquierda estatista, somos izquierdas modernas. Luego el ejemplo de Felipe González fue nefasto, fue una social democracia que sirvió de careta para el neoliberalismo.

Fue lo que rompió a que hubiera una expansión a la social democracia en México, que todos aceptaron el neoliberalismo.

¿Cómo fue esa transición hacía el dirigente de oposición cuando crean la corriente democrática?

—Fui compañero en el jardín de niños de Cuauhtémoc Cárdenas, pues el primer jardín de niños que se fundó era para todas las clases sociales y ahí coincidimos. Poca gente sabe que fuimos juntos al kínder.

Me encontré con Cuauhtémoc mucho tiempo después, siendo presidente del partido, tratamos de renovar al personal político del país, de romper caudillismos, y me dieron bastante libertad el presidente saliente y entrante, con más reservas [Luis] Echeverría y con más libertades [José] López Portillo. A mí me tocó postular a Cuauhtémoc como senador por Michoacán.

Un día, sin ponernos de acuerdo, Cárdenas y yo hablamos de ir contra el dedazo. Ahora es común y corriente hablar de eso, pero que se cumpla no. Antes era una blasfemia.

¿Hay similitudes de procesos de esa vez a los actuales?

—Hay un personaje enfermo, nazifascista en México, que es el secretario de Educación Pública, que lleva el nombre de un general alemán, Otto, quien acaba de producir un tuit con más de 17 calificativos peyorativos, insultantes, enfermo, que amenazan verbalmente la violencia física.

Ese Otto Granados, como jefe de prensa de Miguel de la Madrid, organizaba y escribía con su equipo las grandes injurias, en el mismo tono que emplean ahora. Lo digo con todas las letras, Granados es un nazifascista, y si por ese lado van o gana la insurgencia popular o gana un golpe de Estado. Anuncian lo que puede ser una actuación represiva.

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