Cuando el chileno Juan Carlos Cruz denunció que desde los 15 años hasta los 23 había sido víctima de abuso sexual por parte del sacerdote chileno Fernando Karadima, el papa Francisco no le creyó. “Todo es calumnia”, dijo.

En 2011, Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton interpusieron una demanda civil contra la Iglesia chilena.

En enero de 2018, el Papa calificó de “calumnias” las acusaciones contra Karadima. Hasta que ordenó una investigación y habló con las víctimas. En septiembre de ese año, Karadima fue expulsado del clero. En marzo pasado, una Corte de Apelaciones determinó que se les debía pagar 450 mil dólares a las víctimas por daño moral.

Ayer, Francisco anunció el fin del secreto pontificio para los casos de pederastia perpetrados por sacerdotes. Juan Carlos, quien actualmente es un ejecutivo en una multinacional en Estados Unidos, a la vez que ayuda a las víctimas de abuso sexual eclesiástico, celebra la decisión.

¿Cómo te sientes con lo dictaminado este martes por el papa Francisco?

Me siento muy bien, creo que el Papa ha sido muy valiente en hacer esto aun cuando tiene a muchos cardenales y obispos en contra, personas que obviamente se esconden detrás de este secreto pontificio para ocultar sus crímenes y para evitar que víctimas y sobrevivientes tengan justicia. Aplaudo de pie que haya tomado esta determinación tan importante. Es un hito, es clave para que se puedan esclarecer las cosas y erradicar esta lacra.

¿Qué representa esta resolución para todas las personas que como tú han sido víctimas de abusos por parte de sacerdotes?

Bueno, hay que darle las gracias al Papa pero también a miles de víctimas del mundo entero que han luchado para que situaciones como esta se terminen. Es una lucha que lleva mucho tiempo y que ayudará a que estas cosas se transparenten y así, se derrumbe la muralla que hasta ahora he existido y en la que se han escondido todos los culpables.

¿Consideras esto un triunfo?

La lucha sigue, evidentemente. El Papa lo tiene claro, él está completamente en contra del abuso y el encubrimiento. Lo sé de primera fuente, lo reconozco y lo creo, pero los que no son así, son muchísimos de los obispos del mundo que viven en este clericalismo y se sienten superiores y se esconden, o se escondían, bajo el secreto pontificio. Muchos de ellos deberían estar en la cárcel por permitir que jóvenes, niñas y niños, hayan vivido lo que vivieron.

¿Qué implica para la búsqueda de justicia por parte de miles de víctimas, la decisión que el Pontífice tomó?

Esto va a permitir que haya transparencia, que no se puedan esconder detrás del secreto pontificio, y que la justicia tenga acceso a documentos que antes no tenía y así se pueda trabajar de la mano. Muchos obispos le asienten con la cabeza al Papa en su cara y luego vuelven a sus diócesis y siguen haciendo las mismas barbaridades, pero ahora no habrá excusa. O colabora o se va de su diócesis o, si es el caso, a la cárcel.

En muchos países, siendo un caso evidente la situación en América Latina, existe mucha corrupción e impunidad en las instituciones de seguridad y justicia. ¿Cómo afecta eso a la disposición que ahora muestra el Papa para cooperar con ellos?

En general, la desconfianza en las instituciones es enorme. En Chile por ejemplo, hace unos años la Iglesia católica nos tenía a todos por el cuello, y cuando nosotros tres denunciamos y los obispos cayeron y quedaron como los encubridores y mentirosos que eran, y el Papa investigó y se dio cuenta de la verdad, pidió su renuncia. En ese momento, en mi país, comenzó la decadencia de las instituciones. Es verdad que nuestras instituciones son en muchos casos, corruptas, pero tenemos que seguir luchando. Hay que recordar que no todos están en el mismo saco, también hay jueces y juezas que no son corruptos y que sí buscan hacer su trabajo.

Después de todo lo que has vivido y la experiencia tan lastimosa que tuviste con un miembro de la Iglesia, ¿aún eres católico?

Soy católico, claro. Lo he sido siempre y nunca lo he dejado de ser, aunque claro que he tenido ganas de patearlo todo e irme, pero para mí, mi fe es lo más importante. El ser católico me importa, me ayuda, y no voy a dejar que unos criminales que me abusaron o que unos obispos y cardenales que lo solaparon, me excluyan de algo que a mí me hace bien. El Papa, por ejemplo, me inspira mucho, es alguien en el que confío plenamente.

Cuando fuiste víctima de abuso, tenías 15 años. ¿Cómo te afectó vivir esta experiencia?

Me considero un hombre inteligente, pero en ese momento no sé por qué me dejé atrapar por ese sacerdote que me intentó arruinar la vida. Casi lo logra, pues casi me suicido. Pero gracias a Dios no lo hice y de milagro salí adelante. Ahora mi vida se divide entre ser ejecutivo y dedicarme a ayudar a miles de sobrevivientes que necesitan una voz, y a aquellos amigos que no aguantaron y sí se suicidaron. Sí yo puedo ser su voz, me sentiré totalmente honrado.

¿Qué haces para cumplir ese compromiso?

A partir de lo que Jimmy Hamilton, José Andrés Murillo y yo vivimos, hicimos la Fundación para la Confianza, y me enorgullece decir que hoy es una de las que tiene más credibilidad en Latinoamérica y el mundo. Tenemos sicólogos y abogados de todas partes atendiendo a los cientos de hombres y mujeres, de todas las edades, que han sido víctimas de abuso sexual. Lamentablemente este número cada día crece más, y no sólo viene de curas, por supuesto. Al final algo tan horrible por lo que casi me quito la vida, hizo que hoy esté contribuyendo a que otros no la pasen tan mal.

¿A ti qué te impulsó a romper el silencio?

La verdad Jimmy y José Andrés fueron los que me motivaron. Fue en 2011 cuando compartimos nuestras historias, nos hicimos de tripas y nos enfrentamos a estos obispos. No fue fácil, ellos [los obispos] estaban amparados por la dictadura y por familias millonarias. Y no creas, “enemigo de la iglesia” ha sido el insulto más amable que me han dicho; he oído “maricón mentiroso” “bien que te gustaba”, en fin, fue una batalla horrible, pero ha valido la pena.

¿Consideras que tu lucha se ha visto obstaculizada o con más trabas de lo normal por ser homosexual?

Cada víctima es un mundo, ahora, como son algunos de estos cardenales, esa es una buena arma para atacarte y desmentirte, pero cuando me junto con el Papa es diferente, porque él no te juzga, te quiere tal y como eres. La primera vez que nos reunimos él me dijo: “Juan Carlos Dios te hizo así, Dios te quiere así, así que quiérete a ti mismo”.

¿Hasta cuándo podrás decir que se ha hecho justicia?

Esto no se ha terminado hasta que la última víctima de abuso reciba justicia. Aunque el Papa esté dando pasos notables e importantes, como este, tenemos miles de casos de abuso en México, en Centroamérica, en Latinoamérica y no empecemos con África y Asia; ahí todavía ni se ha destapado la olla. La realidad es que aún estamos en la punta del iceberg.

¿Qué pendientes quedan por resolver en este tema? ¿Qué otras medidas debería estar tomando la Iglesia?

Tiene que haber más mano firme con los obispos. Se tiene que erradicar el clericalismo y hacer algo para evitar que obispos ultraconservadores sigan usando a las víctimas como bandera para atacar al Papa, eso es un peligro. Y bueno, me gustaría que se pudieran agilizar los procesos y la toma de decisiones para acelerar la llegada de la justicia.

En términos generales, ¿cómo consideras que ha manejado el Papa Francisco este asunto de pederastia y abuso sexual eclesiástico?

Hace muy bien en ir contra la corriente y en tomar decisiones que aunque no sean populares en su círculo, beneficien a las víctimas y abonen a que esta miseria se termine. Desgraciadamente el Papa ha heredado una iglesia completamente herida por la lacra de los abusos sexuales. Yo me he reunido más de una vez con él y lo he visto llorar y sufrir por esto. La verdad se ha esforzado por hacer cosas buenas por los sobrevivientes, pero este es un problema monumental y aunque celebro cosas importantes como la de ayer, reconozco que hay mucho por hacer. Lo peor es que el Papa sí lo quiere hacer pero tiene una cantidad de obispos que son un desastre. Tendrá que apostar por los obispos y gente buena que aún tiene la Iglesia y que sí está trabajando por remediar este problema.

Adicional a la reciente resolución, ¿has visto alguna evolución desde la primera reunión que sostuviste con el Papa en abril de 2018?

He visto un cambio radical. El Papa acaba de cumplir 83 años y me impresiona cómo una persona de su edad y con su formación es capaz de rectificar, de decir, “a lo mejor esto no era como pensaba”. Esa capacidad de ser tan humilde, de reconocer cuando ha metido la pata, de ser un hombre que hace lo imposible para que el que sufre tenga un consuelo y para que leyes que han sido como vacas sagradas en la Iglesia cambien, me parece admirable.

¿Y en Chile? ¿Has notado algún avance en términos de justicia para las víctimas de este ilícito?

La situación chilena es de laboratorio, es impresionante la cantidad de abusos per cápita que hay hoy. La cantidad de abusos y permisibilidad ente curas y encubrimiento entre obispos, ese cuidarse las espaldas, es impresionante. Son gente poderosa, que si fueran como cualquier ciudadano de la sociedad civil estarían tras las rejas, por eso es frustrante que sigan ahí. Hay tantos casos en mi país donde no hay justicia porque ni la justicia canónica ni la civil se ponen las pilas. Y el gobierno que tiene la responsabilidad de proteger a los niños, jóvenes y adultos vulnerables, tampoco ha tomado medidas serias en contra de estos personajes.

Tomando en cuenta el contexto actual en tu país y a nivel global, si el secreto pontificio se hubiese levantado antes, hace unos diez años quizá, ¿te hubiera sido más útil que ahora?

Nos habría ayudado mucho más, claro, pero me alegro por los que se van a beneficiar de esto ahora. Cuando la gente es abusada, es una vergüenza muy grande que cuesta mucho sacar a la luz, por eso algunos nunca lo sacan y se mueren con esta miseria adentro. Espero de todo corazón que esto sirva para sacarse esa miseria y que los criminales, y no me refiero a quienes lo han hecho solamente, sino también a quienes lo han permitido, terminen en la cárcel.

¿Qué puedes decirle a las personas que han sufrido abusos de esta índole y que hoy no hablan por miedo?

Que no es necesario vivir con eso. Gracias a Dios hay mucha gente en esta época que habla y entiende de abuso. Busquen a alguien de confianza; un sicólogo, siquiatra, un familiar, un amigo, alguien que sientan que les va a creer, y así poco a poco se irán liberando ese yugo que no te deja funcionar bien ni ser la persona feliz que mereces ser. No importa la edad o la circunstancia, cuéntalo. No hay nada más liberador que ganarle al abusador que quería que te quedaras callado.

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