Washington.— El proceso de confirmación del juez conservador Brett Kavanaugh para formar parte del Tribunal Supremo de Estados Unidos vivió ayer un episodio que pasará a la historia del país, un interrogatorio de alta intensidad sobre abusos sexuales que no dejó nada en claro sobre el futuro del candidato al cargo.

Sin embargo, desde la Casa Blanca el presidente Trump reiteró su respaldo a su hombre y dijo que su testimonio había sido “poderoso, honesto y fascinante”, y llamó a los senadores a votar su confirmación.

Kavanaugh y una de sus presuntas víctimas, Christine Blasey Ford, comparecieron por separado ante el Comité Judicial del Senado para contar su verdad sobre un episodio de abuso sexual cuando ambos eran adolescentes. Cada uno defendió su versión de los hechos: la mujer dijo estar “100% segura” de que fue Kavanaugh quien la atacó, en tanto que el juez negó todos los hechos y defendió su inocencia.

La diferencia fue cómo cada uno de ellos apareció ante los senadores. Blasey Ford se presentó nerviosa, casi desfalleciente y con voz temblorosa. “Creí que me iba a violar”, dijo en su declaración de inicio, mientras intentaba luchar contra las lágrimas.

 

Los republicanos habían preparado para ella un escrutinio feroz, organizado para poner en juicio su credibilidad y su memoria. Blasey Ford les respondió serena, asegurando que la posibilidad de que hubiera un error de identificación en su caso de acoso es “absolutamente cero”.

El testimonio de Christine Blasey Ford combinó momentos tensos, como cuando explicó cómo el trauma de esa experiencia la ha afectado a lo largo de su vida adulta, volviendo a su mente constantemente.

“Se ha quedado grabado en mi mente”, aseguró. Especialmente, las “risas álgidas” de Kavanaugh y un amigo de él, cuando trataban de desvestirla y toquetearla, antes de que pudiera escapar de una situación en la que creyó “que podía ser asesinada”. “Indeleble en mi hipocampo está la risa… Se estaban divirtiendo a mi costa”, relató ante los senadores.

La postura de Kavanaugh, que testificó por la tarde, fue totalmente opuesta. Apasionado e iracundo, y por momentos lloroso, repetía una y otra vez que era “inocente de la acusación”, poniendo sobre la mesa un supuesto interés partidista “orquestado” por los demócratas para dejarlo fuera del Tribunal Supremo y, de paso, para dar un golpe al presidente Donald Trump.

“Categórica e inequívocamente niego las acusaciones contra mí por parte de la doctora Ford. Nunca tuve un encuentro sexual o físico contra la doctora Ford”, sostuvo Kavanaugh, en un tono desafiante.

“No seré intimidado para retirarme de este proceso”, agregó en un tono enfadado y combativo dirigido especialmente contra los senadores demócratas en la audiencia.

Kavanaugh también expresó su rechazo a lo que calificó como acusaciones “falsas que han destrozado totalmente y para siempre el nombre de mi familia y el mío”.

La agresividad de Kavanaugh dejó claro que el juez ya no estaba ante el comité del Senado para conseguir un puesto vitalicio en el máximo tribunal de EU, sino para limpiar su nombre. Él, al igual que la mayoría de estadounidenses, saben que su futuro depende más de la prevalencia del interés partidista que de la veracidad y preocupación por las acusaciones de al menos cuatro mujeres.

Falta ver qué pasará con el juez en la votación de senadores republicanos moderados que prometieron decidir en función de los testimonios. Uno de los principales aliados del mandatario, el senador Lindsey Graham, vociferó que un voto negativo sería “lo más vil” que viviría en su tiempo en política, poniendo entre la espada y la pared a sus colegas republicanos.

La intensidad tuvo a todo Estados Unidos pegado a la televisión. Alrededor del Congreso, decenas de personas se manifestaron contra el juez y exigieron justicia para Blasey Ford.

Si todo va según como está previsto, hoy se votará la nominación en comité, para que pase al pleno del Senado la próxima semana, justo a tiempo para que sea antes de las elecciones legislativas que tendrán lugar en 40 días.

arq

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