El gobierno nicaragüense de Daniel Ortega ha optado por crear “un enemigo”: la oposición, a la que pinta como  satánica y demoníaca. Así lo señala, en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL, la  poeta, novelista y activista nicaragüense Gioconda Belli, quien advierte que el régimen está dispuesto a mantenerse en el poder “a sangre y fuego” aunque el pueblo, dice, “no se va a quedar quieto”.

Pasados 100 días del inicio de las protestas contra el gobierno y con el diálogo frenado, la escritora cuestiona la deriva autoritaria de Ortega, quien luchó en la revolución sandinista y en cuyo discurso, dice, “falta a la realidad... no tienen piedad, no toman en cuenta al pueblo”. Es, insiste, un discurso “danielista, nosotros no decimos sandinista, porque el sandinismo no es lo que está haciendo”.

Para la activista, el gobierno está intentando presentar como normal la muerte de personas y los actos de violencia que se han desarrollado desde el 18 de abril.

“El discurso oficial del gobierno es absolutamente mentiroso, está lleno de engaños, donde ellos se han convertido en las víctimas y nos acusan a todos lo que estamos en contra de sus disposiciones y que hemos participado en las protestas de haber querido dar un golpe de Estado, de ser terroristas”.

Si bien el detonante de las protestas fue en principio económico, el descontento va más allá: el país centroamericano vive una de sus peores crisis y asegura que la única diferencia que había con la dictadura de Anastasio Somoza  es el nivel de represión. “Se han hecho muchas protestas y han sido reprimidas, yo he estado en protestas donde nos mandan a los antimotines, ha sido una situación de muy poca capacidad de expresión. Han hablado de que hemos torturado gente, de secuestros, o sea todo lo que ellos han hecho y se lo achacan a la gente que ha protestado y estas han sido protestas cívicas, sin armas”.

Belli rechaza las declaraciones de Ortega, quien acusó a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua de ser cómplices, junto con fuerzas internas y externas, de lo que llama intentos por derrocarlo del poder. “Las iglesias se prestaron como refugio de los muchachos que están siendo perseguidos por estas fuerzas de choque paramilitares”, explica.

Para la nicaragüense, el diálogo nacional ha sido muy poco exitoso, aunque reconoce que un logro de la mesa fue el ingreso al país de organismos internacionales.

“Ha sido positivo porque ya no somos nosotros los que estamos sufriendo esta represión y los que decimos las cosas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha documentado ampliamente lo que está pasando aquí y eso prendió las alarmas de todos los gobiernos que están representados por la Organización de los Estados Americanos (OEA), donde se emitió una condena fuerte para Nicaragua y 21 países votaron por esa resolución”.

Belli duda que el gobierno vaya a adelantar elecciones, como reclama la oposición, y cree que “están dispuestos a continuar en el poder a cualquier precio, a sangre y fuego”. Sin embargo,  afirma, “el pueblo no se va a quedar quieto”. Y el papel de la comunidad internacional será clave. Aun así, concluye, “el diálogo se ve cada día más difícil”. 

Google News

TEMAS RELACIONADOS