El viento helado se te cuela entre el abrigo una vez que pisas Astaná, la capital de Kazajstán, e instantes después tienes la primera postal: hombres y mujeres con rasgos asiáticos charlando en ruso; en esta época del año (otoño), las nubes grises permiten que a las 7:00 de la mañana pasen los primeros destellos de sol, para luego dejar todo en una nublada atmósfera permanente.

Después una imagen inolvidable: construcciones jamás vistas, porque los modernos edificios que visten a Astaná resultan inauditos no sólo por su estilo arquitectónico, sino porque muchos son muy nuevos.

No podía ser de otra manera, pues esta ciudad, muy cerca de la frontera con Rusia, es considerada la capital más joven del mundo; fue a finales de 1997 que el gobierno kazajo se instaló ahí. Antes la capital era Almaty, que con cerca de 1.7 millones de habitantes se considera la ciudad más grande de Kazajstán.

Hay quienes dicen que el cambio de capital se debió a que Almaty es una ciudad sísmica y los altos edificios que se planeaban para la metrópoli más importante del país asiático, por albergar a los poderes de una de las economías más prometedoras del mundo, no podría vivir una catástrofe con un terremoto.

Con Astaná como capital todo comenzó a edificarse prácticamente de cero, por lo cual también sería conocida como el Dubái de las estepas. Una de las construcciones más llamativas es el Baiterek (álamo alto, en kazajo), una torre de 97 metros que en lo alto sostiene una esfera de cristal dorada. Según información de la ciudad, fue el presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbayev, quien la diseñó; él dibujó la idea en una servilleta de papel. Varios sitios de la capital llevan el nombre del mandatario: el aeropuerto, la universidad.

El hombre que ha estado al frente del gobierno de la República de Kazajstán desde que se independizó de la hoy extinta Unión Soviética en 1991. Más de 25 años en el poder hacen que muchos piensen que este país de Asia Central está en una dictadura, aunque algunos de los habitantes afirman que es “un buen presidente”. Quizá 97.7% de los votos a favor del llamado “papá” en la elección de 2015 respaldan esa afirmación.

El mandatario despacha en la Ak Orda (horda blanca en kazajo), un palacio construido en tres años y que a la distancia simula a la Casa Blanca de Washington, salvo por su cúpula azul. En este edificio fue en donde los primeros días de noviembre el presidente kazajo recibió al rey de Jordania, Abdalá II, en un evento que EL UNIVERSAL —como único medio de comunicación latinoamericano— atestiguó la ceremonia en la que el rey jordano se convirtió en el primer receptor internacional del Premio Nazarbayev por un Mundo Libre de Armas Nucleares y Seguridad Global, para reconocer sus esfuerzos en el avance de la paz y la seguridad mundial.

Este país, con superficie de 2.7 millones de kilómetros cuadrados, alberga armoniosamente más de 50 grupos étnicos que profesan diversas religiones; mayoritariamente la musulmana.

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