Las multitudes que inundan los más famosos destinos turísticos de Europa están desatando violentas reacciones de vecinos y activistas, que van desde protestas y mensajes de “go home” hasta intimidación física.

A lo largo del sur de Europa, desde los atochados bulevares de Barcelona hasta las hordas que desembarcan en la ciudad croata de Dubrovnik, los residentes reclaman cada vez más que el alza del turismo está volviendo sus vidas intolerables.

La reacción ha levantado preocupación porque se trata de uno de los grandes motores económicos del continente. Debido a esto, las autoridades se decidieron a actuar. Mientras Roma está considerando limitar el número de visitantes en algunos lugares, como la famosa Fontana di Trevi, la medieval Dubrovnik planea poner un tope a la cantidad de cruceros que recibe y Barcelona delinea un nuevo impuesto al turismo. Por su parte, en Venecia, el mes pasado los vecinos marcharon entre una multitud de visitantes para protestar contra el turismo descontrolado. Llevaban un cartel que rezaba “mi futuro es Venecia”. En Barcelona, donde el enojo ha estado incubándose desde hace un tiempo, algunos grafitis se han vuelto amenazantes, como el de una silueta con un blanco en la cabeza con la leyenda “¿Por qué le llamamos temporada turística si no podemos dispararles?”.

El enojo contra los turistas ha llegado, incluso, a la agresión física: un video muestra a activistas enmascarados encendiendo bengalas afuera de un restaurante lleno de turistas en Palma de Mallorca. Luego, los activistas entran al local y lanzan papel picado sobre los asustados comensales. Lo que muchos no saben es que el turismo representa el 12% de la economía española.

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