Amanece en Querétaro. Las avenidas que apenas unas horas antes lucían llenas de automovilistas en tránsito, ahora están desiertas. La mayoría de los queretanos aún duermen tras pasar en familia la Nochebuena. Unos cuantos ciudadanos hacen suyas las calles.

Un ligero olor a humo y pólvora impregna en ambiente de la mañana del 25 de diciembre. Son pocas las viviendas de donde salen sonidos o se registra actividad. Salvo las tiendas de conveniencia, la mayoría de los locales de la capital permanecen cerrados, y así permanecerán durante el día, la mayoría.

Algunos ciudadanos, para no perder la costumbre, salen a correr. Otros “obligados por las circunstancias” sacan a pasear a sus perros, quienes no saben nada de Navidad. Tienen sus necesidades.

Avenidas regularmente con carga vial, como Boulevard Bernardo Quintana, Zaragoza y Constituyentes, presentan una circulación ágil, con pocos automovilistas en tránsito. En los semáforos los vehículos no sobrepasan las cinco unidades.

El sistema de transporte Qrobús, que este miércoles aumenta de precio la tarifa, también presenta poco movimiento de usuarios, apenas unos cuantos viajan en las unidades que incluso en algunas estaciones se llegan a juntar en número de tres.

En las farmacias de cadena, las encargadas conversan mientras esperan a los escasos clientes que acuden a comprar, ya sea un medicamento, o algún otro producto, como refrescos, pan, agua, entre otros.

Las gasolineras de la ciudad también lucen solitarias. Los despachadores, muchos de los cuales pasaron la Nochebuena trabajando, esperan sólo que llegue el mediodía para terminar su jornada laboral e ir con sus familias al famoso “recalentado”.

“Entre a trabajar a las dos de la mañana. Un compañero no vino y lo cubrí. Salgo a las cuatro de la tarde. Así es el trabajo”, dice un despachador de una gasolinera ubicada en Constituyentes, quien junto con cuatro de sus compañeros laboran en Navidad.

En tanto, en el primer cuadro capitalino, la calma, durante las primeras horas de la mañana, es notoria. Hay lugares para estacionarse, muchos comercios permanecen cerrados y salvo algún restaurante y las tiendas de conveniencia, las cortinas permanecen abajo buena parte de la mañana.

Quienes madrugan hacen suyos los espacios públicos a placer. Pueden caminar tranquilamente por las calles vacías. Muchos turistas son quienes salen a pasear por la desierta ciudad que aún duerme tras la cena de Nochebuena.

Quienes salen, pueden apreciar con más calma en nacimiento monumental del jardín Zenea, caminar por plaza Constitución, el jardín de la Corregidora y la plazuela Mariano de las Casas. Los locales, se pueden dar el gusto de recorrer y ver la ciudad de otro modo, sin la prisa del devenir diario, ni los tumultos y bullicio de un día normal de actividades.

Alrededor de los mercados públicos de la ciudad, como el Hidalgo, Escobedo y La Cruz, el movimiento es un poco mayor. Los comerciantes se apresuran para abrir sus locales, aunque muchos prefieren tomarse un descanso, pues aunque en menor medida que en Navidad, aún se esperan días de actividad comercial por el Año Nuevo y Día de Reyes.

Conforme avanza la mañana la ciudad despierta. Algunas familias encaminan sus pasos a los templos católicos, para acudir a la misa de Navidad. Otras van a la casa de la suegra o la mamá, donde pasaron la Nochebuena, para disfrutar del recalentado, que a decir de muchos, es mejor que la cena, pues el sabor de la comida es mejor.

Otros, los más sedientos y fieles devotos de Baco, buscan un lugar donde calmar los malestares de los excesos nocturnos, provocados por la ingesta poco moderada de bebidas espirituosas, de las que dicen alegran el corazón y calientan el cuerpo.

Los caldos de camarón, los “vuelve a la vida”, el menudo, los tacos de barbacoa y montalayo, así como al birria, tienen sus seguidores que no esperan al recalentado, o no lo apetecen. Para “asegurar” el alivio oportuno, una cerveza o una michelada son el mejor maridaje.

Por otro lado, los niños disfrutan con intensidad la mañana de Navidad. Ya sea en los patios de las casas o las calles, disfrutan de los juguetes que en la noche Santa Claus dejó al pie del Árbol de Navidad.

Muchos con pijama, disfrutan de los regalos, ya sea con sus hermanos, primos o vecinos, quienes aprovechando también la soledad de las calles y con la supervisión de un adulto somnoliento, juegan en la vía pública.

Parques como el de Carretas, con sus andadores para corredores, son usados también por familias que llevan a los pequeños a jugar con triciclos, bicicletas, patines, patinetas o patines del diablo. Los niños disfrutan las primeras horas con sus regalos, que pasarán a segundo plano cuando reciban los regalos que los Reyes Magos, en unos días, dejarán en sus zapatos.

En esta mañana de Navidad la ciudad se mueve a otro ritmo, está aletargada, vacía, dormida. Por la tarde, el movimiento aumenta, pero poco. Los centros comerciales y los cines, son los lugares socorridos por los queretanos, que buscan una actividad familiar para una tarde de 25 de diciembre.

arq

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